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1 octubre 2023 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

XVIII Domingo después de Pentecostés: 1-octubre-2023

Epístola (1Cor 1, 4-8)

4Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; 5pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; 6porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, 7de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. 8Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo.

Evangelio (Mt 9, 1-8)

1Subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. 2En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». 3Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». 4Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? 6Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —entonces dice al paralítico—: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». 7Se puso en pie y se fue a su casa. 8Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Editorial BAC

Curación del Paralítico, óleo sobre cobre de Pieter van Lint (Siglo XVII), Iglesia de la Compañía. Morón (Sevilla)

Reflexión

I. El episodio que narra el Evangelio de este Domingo ocurre en Cafarnaúm, ciudad que en ese momento -al final del primer año de la vida pública de Jesús- se había convertido en su morada habitual y en el centro de sus viajes apostólicos en Galilea.

El hecho está relatado por los tres Sinópticos. La narración de san Mateo es la más breve; y es la que trae la Misa de hoy. Los otros dos Evangelistas añaden detalles muy precisos. En particular san Marcos se refiere a la forma en que presentaron aquel paralítico a Jesús: «Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico» (Mc 2, 2-4). Jesús se quedó admirado de la fe y de la audacia de estos hombres. Y por ellos, y por la humildad del paralítico que se ha dejado ayudar, realizó la curación de su enfermedad y le otorgó el perdón de los pecados.

El paralítico representa, de algún modo, a todo hombre al que sus pecados o su ignorancia impiden llegar hasta Dios. En los amigos que le llevan hasta el Señor al incapacitado vemos un ejemplo vivo de que el Señor está siempre dispuesto a escucharnos y a darnos en cada situación aquello que necesitamos. Su bondad supera siempre nuestros cálculos; pero quiere nuestra correspondencia personal, nuestro deseo de salir de aquella situación, que no pactemos con los defectos o los errores, y que pongamos esfuerzo para superarlos.

Tenemos por tanto que hacer un continuo ejercicio para mejorar en nuestras disposiciones interiores mediante la conversión del corazón a Dios y las obras de penitencia, que preparan nuestra alma para recibir las gracias que el Señor quiere darnos.

II. Aplicándolo a nuestra vida cristiana, este milagro nos enseña que no basta la buena voluntad, las buenas palabras sino el cumplimiento de la voluntad de Dios aunque resulte costoso. Jesucristo nos invita a esforzarnos por cumplir la voluntad de Dios y Él mismo nos da ejemplo. Por eso dice san Pablo: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús» (v. 5).

1. Para poner por obra la voluntad de Dios tenemos, en primer lugar que cumplir los Diez Mandamientos que Él promulgó sobre el monte Sinaí y Jesucristo ha confirmado en la Ley evangélica. Los tres primeros mandamientos miran directamente a Dios y a los deberes que con El tenemos. Los restantes miran al prójimo y a los deberes que tenemos con él.

2. Además, el cristiano debe poner en práctica los deberes del propio estado y los consejos evangélicos.

Por deberes del propio estado se entienden aquellas obligaciones particulares que tiene cada uno por razón de su estado, condición y oficio. Dios mismos es quien ha impuesto a los varios estados sus particulares deberes, porque éstos se derivan de los divinos mandamientos. Así por ejemplo los deberes de fidelidad, justicia, sinceridad y equidad que hay que ejercer en muchas ocupaciones profesionales, se derivan del séptimo, octavo y décimo mandamientos, que prohíbe todo fraude, injusticia, negligencia y doblez.

Los consejos evangélicos son algunos medios propuestos por Jesucristo en el Santo Evangelio para llegar a la perfección cristiana. Son pobreza, castidad y obediencia. Los consejos evangélicos sirven para facilitar la guarda de los mandamientos y asegurar mejor la eterna salvación porque nos ayudan a desasir el corazón del amor a la riqueza, de los placeres y de las honras, y de esta manera nos desvían del pecado (Cfr. Catecismo Mayor).

III. Poner en práctica aquello que Dios nos pide es la prueba del verdadero amor a Dios y al prójimo que se alimenta en la oración, en los sacramentos y en la lucha constante por superar nuestros pecados. Al recibir al Señor en la Eucaristía, le pedimos que –como la Virgen María- hagamos de nuestra vida un continuo , en obediencia a su voluntad y a su divina Ley.