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26 abril 2023 • Su contribución a la reconstrucción material y moral de España fue más que notable • Fuente: Mas España y más democracia

Pío Moa

Falange en perspectiva

La Falange fue uno de los partidos o “familias” del franquismo, que llegó a tener más afiliados que los partidos del Frente Popular. Fue la más débil de dichas  familias, porque su semejanza –que no identidad– con los fascismos la hacía blanco privilegiado de los ataques de comunistas y anglosajones, que al mismo tiempo trataban de identificar con ella al régimen en su conjunto. Y por lo mismo, las otras familias terminaron por intentar hacer de la Falange una especie de chivo expiatorio para exculparse ante los vencedores de la SGM, sobre todo cuando se acercaba la transición. Por otra parte, en sus pugnas con los “catolíticos” (católicos políticos) siempre o casi siempre llevó las de perder, ya en los años 40, y más decisivamente después del Vaticano II y con Carrero.

Debido a esas circunstancias, la Falange ha sido especialmente calumniada. Pero su contribución a la reconstrucción material y moral de España después de la guerra civil fue más que notable. De las familias del régimen fue la de mayor sensibilidad social, muy necesaria en circunstancias en que otras familias parecían justificar la leyenda de la guerra como un enfrentamiento de “la oligarquía privilegiada” contra el “pueblo trabajador” (los monárquicos eran simplemente indiferentes, y los más católicos profesaban un paternalismo poco soportable). Las viviendas baratas y salubres, la disminución de la mortalidad infantil, las leyes desarrolladas luego como seguridad social,  fueron sobre todo obra suya. Y fue principalmente la Falange la que generó el espíritu de desafío preciso para afrontar el criminal aislamiento al que intentaron someter a España soviéticos, anglosajones, democracias y tiranías varias, todos juntos y en unión, después de la SGM.

Se ha achacado a la Falange un estilo bravucón y matonesco, pero aunque hubo algo de ello, ya José Antonio se preocupó de crear círculos intelectuales de valor. En los años 40 y 50 fue la Falange el grupo más abierto ideológicamente y más propenso a la recuperación de los intelectuales del exilio, aunque muchos de ellos fueran políticamente opuestos. En lo cual fracasó — no del todo–,  por el estúpido sectarismo de unos exiliados que se creían a punto de volver en triunfo sobre los tanques  useños para aplastar a los vencedores de la guerra civil; y también por la  dura oposición de los “catolíticos”  (Gran debate intelectual en los años 40-50 | Más España y más democracia (piomoa.es).

A finales de los 50, la Falange perdió aún más terreno. Sus soluciones económicas, que habían funcionado bastante bien en la época anterior, fueron sustituidas por las de los “tecnócratas”, varios de ellos ligados al Opus Dei. La nueva política económica tuvo un éxito sin precedentes –sobre el sustrato previamente creado–,  generando un ambiente social nuevo en el que se iban anquilosando las políticas y retóricas que tanto habían ayudado en los años anteriores. En un régimen vaciado de sustancia ideológica por el Vaticano II, aunque muy exitoso económicamente, la Falange perdió todas las batallas internas, y  sus consignas, análisis  y retórica sonaban cada vez más anticuadas. La sociedad había superado los difíciles decenios 40 y 50 gracias en gran medida a la Falange, pero esta había perdido su fuerza intelectual y política ante las nuevas circunstancias. Fue incapaz incluso de reivindicar su historia, que se la “hicieron” sus enemigos, los cuales han redondeado la faena con la profanación de la tumba de su fundador en el Valle de los Caídos, sin que los restos del partido hayan podido replicar adecuadamente.

Pero la historia debe ser conocida, como antídoto contra la barbarie de la “estupidez y la canallería”, que decía Marañón,  hoy nuevamente imperante.