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27 julio 2020 • El verdadero problema y causa de todos los demás reside precisamente en el Sistema, no en sus gobiernos

Manuel Parra Celaya

¿Llanto y crujir de dientes?

No me considero un ferviente apasionado de Vox y en varios de mis artículos he dejado claras mis discrepancias con algunos de sus planteamientos, así como mis simpatías por otros, especialmente en lo que concierne a la unidad de España y al coraje que demuestran al hablar alto y claro alguno de sus dirigentes.

Hecha esta salvedad, no tengo más remedio que manifestar mi hilaridad por las prevenciones, críticas y denuestos que le suelen llegar por estribor; las más comunes de ellas se resumen en el lamento de que rompe la unidad de la derecha; son especialmente patéticas las palabras que he leído de don Teodoro García Egea, Secretario General de los populares (ABC, 19-VII), y que resume el titular que les asigna el periódico dinástico: Mientras exista Vox, Sánchez tiene La Moncloa asegurada con sus socios; en la entrevista, el Sr. García Egea afirma, con toda seriedad, que mucha gente se ha dado cuenta de que Vox es un instrumento indirecto para que Sánchez pueda seguir en La Moncloa.

Es decir, en román paladino, solo el PP (si todos, todos, le votaran, claro) sería capaz de echar al actual Gobierno, asegurándonos a todos una arcadia feliz, como la que nos proporcionaron sus anteriores gobiernos, esto es, la perfecta abulia, el silencio ante los ataques a valores esenciales y, eso sí, una absoluta proporcionalidad en todo, aunque con las cuentas al día, en perfecto acuerdo con las finanzas dictadas desde fuera.

No sé qué votaré en el futuro, ni siquiera si acudiré a la llamada de las urnas, con o sin mascarilla; pero lo que tengo claro es que, ni aun con la nariz tapada por esta, pondré mi papeleta al uso y disfrute de la derecha del Sistema; ni de su izquierda, por supuesto. Porque el verdadero problema y causa de todos los demás reside precisamente en el Sistema, no en sus gobiernos, sean estos socialistas, bolivarianos, neoliberales o centristas.

Sé de antemano que mi posición es escasamente política y que va a suscitar una reprimenda de mis amigos más posibilistas, con toda razón. Se me podrá acusar de utópico y de soñador, pero en ningún caso de falta de lealtad a mis principios y de ser consecuente conmigo mismo. Alguien dirá -incluso- que no pienso lo suficiente en España, pero acaso mi concepto de España -y de Europa- vaya mucho más allá de las contingencias y pretendidas soluciones milagrosas que me ofrecen todas las alternativas que me pone ante los ojos este Sistema.

De la derecha en concreto le separan a un servidor grandes abismos; de entrada, el que sea insolidaria con el presente (la izquierda, a su vez, es también insolidaria con el pasado); otro, que data de años atrás, fue cuando esa derecha se prestó, impasible, a la condena del 18 de julio y todo lo que ella representaba, sin aceptar, por cobardía, que ella misma tenía su partida de nacimiento  en aquello y que las siglas originales de AP procedían del Régimen maldito.

Luego, demostró su valor y su tremenda capacidad de tragaderas cuando aceptó el plato de lentejas, en forma de votos, que le ofrecían los partidos de sesgo separatista a cambio de sus silencios, complacencias y subvenciones; sigamos con su aquiescencia con problemillas como aborto, las exigencias LGTBI o la memoria histórica, hasta llegar a su posición de perfil ante la profanación de tumbas. Como catalán, me puso también en el disparadero su actitud timorata ante el golpe de Estado del 1-O… Seguro que me dejo muchas cosas en el tintero, entre ellas la política social, pero no quiero abusar de la paciencia de los lectores.

Tanto para la izquierda como para la derecha del Sistema es inconcebible que alguien pretenda escapar de sus límites impuestos y decretados a priori; fuera del Sistema, nos vienen a decir, todo es llanto y crujir de dientes, y no se debe permitir.

Pues bien, de forma personal y quizás intransferible, me declaro firmemente fuera de los límites mentales que me quieren dictar y, por supuesto, ausente de las propuestas que me formulen para hacerles donación de mi voto ocasional. Como alguien dejó dicho, que sigan los demás con sus festines; yo prefiero el aire libre y puro que me proporcionan mis principios, independientemente de cuántos puedan estar de acuerdo con ellos.

Porque estoy seguro de que ni el ser humano, ni España, ni Europa, alcanzarán la plenitud de su razón de ser mientras el Sistema planee sobre ellas, imponiendo su contaminación y su atmósfera viciada.