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4 julio 2020 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

5º Domingo después de Pentecostés: 5-julio-2020

Evangelio

Mt 5, 20-24:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Porque yo os digo que si vuestra justicia no supera la de los maestros de la ley y la de los fariseos, no entraréis en el reino de Dios.
Sabéis que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será llevado a juicio. Pero yo os digo que el que se irrite con su hermano será llevado a juicio; el que insulte a su hermano será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo injurie gravemente será llevado al fuego. Por tanto, si al llevar tu ofrenda al altar te recuerdas allí que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete antes a reconciliarte con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda”.

Reflexión

El Evangelio de este Domingo (Mt 5, 20-24) está sacado del llamado “Sermón de la Montaña” que trae el Evangelista san Mateo y que comienza con las Bienaventuranzas.

Pasa después a explicar las leyes del reino mesiánico que iba a inaugurar. Jesús aparecen aquí como Legislador, frente a la ley de Moisés y todas sus interpretaciones: «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento». Esta frase se entiende en un doble sentido:

– Cristo viene a reemplazar una legislación incompleta, con concesiones a la debilidad humana y a las circunstancias históricas (Ej. la ley mosaica del divorcio: «A causa de la dureza de vuestros corazones, os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así» (Mt 19, 8).
– Pero, ante todo, Jesús viene a reemplazar el símbolo por la realidad, a demostrar que la Ley y las Profecías se cumplen en Él; por eso podrá decir: «Hoy esta Escritura se ha cumplido delante de vosotros» (Lc 4, 21) o, a los judíos,

«Vuestro acusador es Moisés, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Si creyeseis a Moisés, me creeríais también a Mí, pues de Mí escribió Él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?» (Jn 5, 45-47). De ahí también las profundísimas reflexiones de las Epístolas de san Pablo sobre la superación de la ley mosaica por la redención y la gracia de Cristo.

Después de haber definido su posición frente a la antigua legislación, desciende a casos particulares. Echa por tierra las enseñanzas erróneas de los doctores judíos que alteraron el contenido de la Ley con sus falsas interpretaciones y con su mala conducta, llena de hipocresía.

Su actuación es toda exterior, sin cuidado alguno del interior de la persona, solo preocupada por los actos externos; es minuciosa , fijándose en minuciosas observancias y descuidando lo esencial; es hipócrita, no buscando más que la estimación de los hombres y no la de Dios.

Jesús da, en cambio, su verdadera interpretación que puede sintetizarse así: puesto que quiere que nuestra justicia (=santidad) sea perfecta («Sed perfectos…»), nos manda obrar de manera que tengamos más cuidado del interior que del exterior. O mejor dicho, que sin descuidar las prácticas exteriores o las ceremonias del culto pongamos la atención en el interior, en el espíritu con que las hacemos.

Y para demostrar su proposición, presenta diferentes ejemplos. El primero de éstos, lo leemos en el fragmento evangélico de hoy sobre el cumplimiento perfecto del quinto mandamiento. La Ley de Dios, habrá de cumplirse por el cristiano:

– En toda su extensión: en su integridad, en los actos internos y exteriores.
– En toda su verdad: sin interpretaciones falsas y absurdas.
– En toda su sinceridad: por amor a Dios y a su voluntad no con hipocresía ni orgullo.
– Como camino de salvación: alusión a la Gehenna que es nombre del infierno. Trae su origen del valle Ge Hinnom, al sur de Jerusalén, donde estaba la estatua de Moloc, lugar de idolatría y abominación (

En conclusión: «Mirad y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos» (Mt 16, 6).