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4 agosto 2018 • La monarquía y la Iglesia, que en España lo deben todo a Franco, fingen no enterarse del significado del tremendo ultraje • Fuente: Dichos, Actos y Hechos

Pío Moa

La batalla por la tumba de Franco

Legalmente, la profanación de la tumba de Franco es prácticamente imposible, pero la legalidad nunca arredró a los socialistas, y menos a gente como el descerebrado hispanófobo, que actualmente gobierna a base de chanchullos. Así que pueden ocurrir dos cosas: que el gobierno renuncie de hecho y deje que el asunto se vaya pudriendo; o que actúe “por la brava”, con nocturnidad y alevosía, como hizo la pandilla del Zapatero con la estatua ecuestre de Franco en el homenaje al héroe de Paracuellos.

Para esto último tiene una triple ventaja: la monarquía y la Iglesia, empezando por el papa, que en España lo deben todo a Franco, fingen no enterarse del significado del tremendo ultraje; y con los demócratas pasa lo mismo. La gigantesca confusión creada en estos años hace que muchísima gente crea que la democracia es lo contrario del franquismo, cuando nace de este y no de una oposición siempre liberticida y falsaria. Tal mezcla de cobardía moral y de confusionismo interesado favorece la canallada. Esta, en cambio, encuentra un doble obstáculo: la ley, por una parte, y por otra la creciente resistencia que encuentra entre sectores significativos de la población. Están despertando más indignación de la que esperaban, y es preciso que la resistencia se vuelva más resuelta y masiva. Es imperativo ganar la batalla. Y si llegaran a culminar la fechoría, ello debe ser el principio y no el final de un acoso legal, político y en la calle que termine llevando ante los jueces a sus autores.

Por lo tanto, la batalla por la tumba de Franco tiene una importancia política y cultural de primer orden. Políticamente, se trata de impedir el desmán o de hacerlo pagar muy caro, y de paso hacer que los políticos y partidos se retraten. Culturalmente, se trata de clarificar la historia –particularmente la del PSOE– combatiendo activamente el “Himalaya de falsedades” de que ya hablaba Besteiro. Por mi parte he hecho cuanto me ha sido posible, pero la gente debe comprender que si no se divulga ese esfuerzo, y la oposición a los planes del gobierno no se dota de un discurso más amplio, todo quedará a un nivel superficial y muy poco se adelantará. incluso si se hiciera retroceder a los maleantes.