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30 noviembre 2015 • A cuantos respeten la verdad y sientan la necesidad de defenderla

Pío Moa

Romper los muros del gueto

Cita-con-la-historia-frontalComo saben nuestro oyentes, he dedicado el libro Los mitos del franquismo “a cuantos respeten la verdad y sientan la necesidad de defenderla”. Lo mismo se puede decir de «Cita con la Historia». Pero es preciso distinguir entre quienes se sienten incómodos con la marea de falsedad sobre nuestro pasado, que son muchos, y quienes están dispuestos a hacer algo contra ella, que hoy por hoy siguen siendo muy pocos. Esa pasividad se debe en gran medida a que no se percatan de la importancia de restablecer la verdad, como decía Julián Marías, y piensan que, en definitiva, agua pasada no mueve molino. ¡Enorme error!. Si observamos las políticas actuales vemos hasta qué punto se asientan sobre aquella falsificación del pasado que identifica antifranquismo y democracia. Solo así se explica la política de premiar los asesinatos de la ETA y la larga connivencia con ella por parte del PNV y de los gobiernos españoles salvo el de Aznar.

Solo así se explican las campañas continuas y subvencionadas de la “memoria histórica”, que tratan de recuperar los odios que llevaron la república al desastre.

Solo así se explica que los gobiernos españoles, incluido el de Aznar, hayan apoyado y financiado los separatismos, sin hacer oposición a sus medidas antiespañolas y antidemocráticas.

Solo así se explica el ataque sistemático a la Iglesia, a pesar de que esta, o gran parte de ella, amparó en el franquismo a separatistas, terroristas y comunistas.

Solo así se explica que desde El País a Podemos reivindiquen una república caótica y un Frente Popular totalitario.

Y así sucesivamente. En contra de lo que creen o quieren creer mucho, el agua del antifranquismo sigue moviendo con fuerza el molino de las políticas actuales. El antifranquismo significa corrupción intelectual y de las otras, es el cáncer de la democracia y la cobertura ideológica de la hispanofobia.

Creemos que cualquier persona que tome conciencia de este hecho se sentirá obligado a combatirlo. Y una manera eficaz de hacerlo es cooperar activamente con «Cita con la Historia», único programa diseñado contra la llamada memoria histórica., Y puede hacerse de dos formas: difundiendo su conocimiento en los círculos de amigos y en las redes sociales, y entrando en la campaña de 300 por 20, es decir, encargando en su banco la entrega de 20 euros mensuales a la cuenta de “Cita con la historia”, – BBVA ES09 0182 1364 33 0201543346 y que pueden encontrar en www.citaconlahistoria.es.

Llevamos un tiempo insistiendo en ambas cosas. ¿Cuáles son los resultados? Hasta ahora apreciables, pero no muy brillantes. Algunas personas han contribuido con 100, 500, 1.000 y hasta 10.000 euros a la lucha por la verdad, esfuerzos realmente muy destacables que nos han permitido asegurar el programa por varios meses; pero la estabilización del programa requiere contribuciones menores y sistemáticas, los 20 euros mensuales de que hablamos. Encontramos en las últimas semanas cierto número de esos ingresos, pero lejos todavía de los 300. Y en cuanto a las redes sociales la presencia de “Cita con la Historia” es todavía muy baja. Debemos tener en cuenta que las redes sociales solo son efectivas si hay miles de intervenciones y enlaces en ellas, pues de otro modo se diluyen en el maremágnum de opiniones diversas, trivialidades y comentarios insignificantes… o en la difusión testaruda y subvencionada de la «mentira profesionalizada”. Realmente, la falsificación del pasado está derrotada en el terreno intelectual, pero falta mucho para que ocurra lo mismo en el de la opinión pública.

Amigos oyentes, si hemos conseguido convencerles de la importancia actual y no solo ilustrativa de la historia, creemos que también comprenderán ustedes la necesidad de defender la verdad hasta crear un ambiente social bien distinto del que hoy sufrimos. Los autores y beneficiarios del «Himalaya de falsedades» que deploraba Besteiro, intentan reducir a un gueto a quienes discrepamos, y lo hace combinando la descalificación personal con el silencio «que corrompe tanto como la mentira», como señalaba Cicerón. Romper los muros del gueto y llegar al gran público es una tarea absolutamente indispensable que requiere el esfuerzo de todos.