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«La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas»
Rito Romano Tradicional
Evangelio
Lc 7, 11-16: En aquel tiempo: Iba Jesús a una ciudad llamada Naín he iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre. Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, e iba con ella gran acompañamiento de gente de ciudad. Luego que la vio el Señor, movido a compasión por ella, le dijo: «No llores. Y acercóse, y tocó el féretro. Y los que lo llevaban se detuvieron. Dijo entonces: «Mancebo, a ti te digo, levántate.» Y se sentó el que había estado muerto, y comenzó a hablar. Y le entregó a su madre. Con esto, sobrecogióles a todos gran miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros» y «Dios ha visitado a su pueblo».
«Y cuando estaba cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a enterrar a un difunto»
En el Evangelio de este Domingo, Jesucristo no se sirve de una parábola como en otras ocasiones para darnos una enseñanza sino de un hecho real, algo que se repite tantas veces y que todos hemos tenido ocasión de ver.
1.- Primera lección: ¿Qué es morir?
2.- Segunda lección: Moriremos todos
La experiencia nos lo demuestra cada día. No es necesario perder tiempo en demostrarlo
3.- Tercera lección: No sabemos ni cuándo ni cómo.
Sólo Dios lo sabe. Nuestra muerte: «momentum a quo pendent aeternitas», el momento del que depende toda una eternidad. El día más importante de nuestra vida…
Poned pronto orden en los negocios de vuestra alma. No permanezcáis un día en un estado en que no querríais morir. Confesaos frecuentemente y bien. Vivid cada día como si fuese el último de vuestra vida. Acumulad méritos para el cielo…
Pero también debemos rezar para estar preparados ese día: Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte