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14 agosto 2022 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

Asunción de la Bienaventurada Virgen María: 15-agosto-2022

Lectura del libro de Judith (13, 22-25 [18-20]; 15, 10 [9])

Hija, que el Dios altísimo te bendiga entre todas las mujeres de la tierra. Alabado sea el Señor, el Dios que creó el cielo y la tierra y que te ha guiado hasta cortar la cabeza al jefe de nuestros enemigos. Tu esperanza permanecerá en el corazón de los hombres que recuerdan el poder de Dios por siempre. Que Dios te engrandezca siempre y te dé felicidad, porque has arriesgado tu vida al ver la humillación de nuestro pueblo. Has evitado nuestra ruina y te has portado rectamente ante nuestro Dios. Tú eres la gloria de Jerusalén, | tú eres el orgullo de Israel, | tú eres el honor de nuestro pueblo.

Evangelio (Lc 1, 41-50)

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. | Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: | su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Editorial BAC

Reflexión

Celebramos hoy la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. La Asunción es un privilegio mariano que en 1950 fue proclamado dogma de fe por el papa Pío XII. Esto quiere decir que, al igual que su virginidad perpetua o la maternidad divina, pertenece al depósito de las verdades que nos fueron reveladas por Dios que la Virgen Santísima «terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial» (Munificentissimus Deus, 1-noviembre-1950).

I. Este misterio de la Asunción es el «supremo coronamiento de sus prerrogativas» (Ibíd.); la culminación de todos los misterios de Nuestra Señora que apuntan hacia la glorificación definitiva de la Virgen como hacia su fin. Veamos, pues, la conveniencia y armonía que existe entre este nuevo privilegio de María, y los anteriores.

1) Ante todo, la Asunción corporal de la Virgen es el complemento de la Inmaculada Concepción. La que no había sido manchada por el pecado, no tenía por qué sufrir la corrupción del cuerpo, que sólo al pecado se debe.

2) Algo similar sucede con su virginidad perpetua. Quien nació de María sin detrimento de su virginidad corporal, quiso también respetar la integridad corporal de su Madre en el momento de su muerte, no permitiendo que su cuerpo sufriera corrupción.

3) La Maternidad divina de María. Quiso Dios preservar el cuerpo de María, aquella carne virginal que Él mismo había asumido en la Encarnación.

4) Finalmente, la colaboración de María con Cristo en la obra de la Redención reclamaba también su gloriosa Asunción a los cielos. Estando junto a Cristo en toda la obra redentora, después de haberlo acompañado en el dolor y el sufrimiento ahora debía acompañarlo en su gloria.

Y así, plenamente glorificada en su cuerpo y en su alma ejerce su mediación de todas las gracias, la maternidad espiritual sobre las almas, la realeza sobre todas las creaturas y la intercesión por todos los pecadores.

II. Podríamos decir, para concluir, que la glorificación de la Santísima Virgen es día de alegría, no sólo para Ella, que por fin alcanza la visión cara a cara de su Hijo como Dios y como hombre glorificado, sino para todos nosotros, que somos sus hijos.

En efecto, la Virgen aparece asociada a Cristo Redentor en el plan divino que la Providencia tenía preparado desde la eternidad para salvarnos. Con su Asunción, el Señor nos entrega en Ella a una solícita Madre que por su gloria tiene un conocimiento de todas nuestras necesidades, y el poder necesario para remediarlas. No hay, pues, pecado, ni miseria, ni adversidad, para la que no tengamos amparo en nuestra Madre, Reina y Abogada ya glorificada, y glorificada en parte a favor nuestro.

Además, la Virgen «es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada; Ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra» (Prefacio). En el misterio de la Asunción se apoya la esperanza de que sus hijos estaremos un día con nuestro cuerpo glorificado junto a Cristo glorioso. Nuestra aspiración a la vida eterna cobra alas al meditar que nuestra Madre celeste está allí arriba, nos ve y nos contempla con su mirada llena de ternura.

Somos aún peregrinos, pero Nuestra Madre nos ha precedido y nos señala ya el término del camino: nos repite que es posible llegar y que, si somos fieles, llegaremos. Porque la Santísima Virgen no solo es nuestro ejemplo: es auxilio de los cristianos.

*

Correspondamos pues a esta particular providencia de Dios sobre nosotros, viviendo cristianamente mientras estamos en este mundo para que allí donde está la Madre podamos reuniros también un día sus hijos.