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29 junio 2019 • No es la primera vez que se proscribe la bandera en actos católicos españoles

José María Manrique García

¿Verdaderamente quiere la Conferencia Episcopal consagrar España al Sagrado Corazón?

La Iglesia Católica Española parece que NO quiere consagrar España al Sagrado Corazón.

Al menos eso trasmite en cuanto se observa con un mínimo detenimiento sus disposiciones.

Para empezar, no hay más que ver el hermetismo, rigidez y tergiversaciones que rodean la convocatoria. Incluso la página Infovaticana se ha visto obligada a constatar que Getafe (su obispado) mintió: PULSE SOBRE ESTOS ENLACES: la policía tiene órdenes de no permitir el acceso al Cerro con banderas de Españay Registro renovación.

Esta peregrinación, que debería ser en principio masiva y libre, y encabezada por sus Autoridades y Pastores, la ha encorsetado el Arzobispado de Madrid bajo la fórmula de inscripción previa obligatoria en grupos parroquiales o entidades similares autorizados por la Conferencia Episcopal (CEE).  Y respecto a Autoridades … ni están ni se las espera, cosa que seguramente tenga reflejo en una mínima asistencia de Obispos, como apunta el que se elude prudentemente el tema.

En sus comunicados, generalmente “internos” y a través del Obispado de Getafe (Monseñor Osoro mueve los hilos pero no da la cara), la excusa general no dicha es la seguridad, y la aun menos explícita, aunque se desliza en algún escrito del obispado getafense,  es que es poco más que un acto de piedad de los fieles católicos … sin las connotaciones sociopolíticas de la consagración de 1919 (y mucho menos las cuidadosamente eludidas de 1969). Por cierto, ¿a qué connotaciones sociopolíticas de 1919 se pueden referir?

Todo ello desemboca en un completo contrasentido en muchísimas ocasiones. Veamos:

– … Disponemos de un número limitado de sillas y no podemos garantizar que tengas una… La previsión meteorológica nos hace pensar en una mañana de calor. Ten presente que la explanada no tiene sombra (dicen las instrucciones). Frente a ello, en lugar de hacer facilitar sillas y hacer el acto por la tarde, se impone que el ingreso con sillas plegables, taburetes, sombrillas o paraguas no está permitido.

-…la policía local y los cuerpos de seguridad presentes para garantizar la convivencia pacífica y el disfrute de todos los presentes en un acto tan importante, tienen órdenes de no permitir el acceso a personas que porten banderas (mera artimaña para prohibir la nacional) o pancartas, de ningún tipo.

Pero, ¿no se trata de renovar la consagración que fue hecha aquí hace cien años (siempre la censura a la de 1969) al Sacratísimo Corazón? Pues si en 1919 y 1969 el que hizo la consagración de España, como Nación y como conjunto de sus moradores, fue el correspondiente Jefe del Estado, acompañado de todos los altos estamentos religiosos, militares y civiles en representación de la Patria (como decían ajustadamente entonces), si ahora ninguno de ellos está presente los únicos que pueden representar a España son los españoles y precisamente como tales. ¿Y qué mejor representación de eso es su Bandera, máxime si lleva el Sagrado Corazón como escudo? ¿Tan poco pintan los fieles en la “iglesia sinodal del pueblo de Dios”?

Además, en la oración que leerá no sabemos quién, se pide poco por España, como si su religiosidad (de fieles y consagrados), los públicos y consentidos sacrilegios y ataques a símbolos religiosos, la perversión de costumbres (aborto, divorcio, promiscuidad y libertinaje sexual, homosexualidad, robo y corrupción, etc), su peligrada cohesión, la imparable criminalidad, y su decrépita economía y pujanza intelectual y biológica fueran, al contrario, maravillosas; y , sobre lo anterior, no estuviéramos sujetos a riesgos “internacionales” de invasiones migratorias, crisis financieras y tambores de guerra. Cuando, para la mayoría de la gente de bien, España está atravesando en todos esos campos una crisis sin precedentes en su larguísima historia, cuando la “Tierra de María” ha dejado palpablemente de serlo durante las dos últimas generaciones de esos pastores que no rezan por su grey y, no pocos de ellos, alientan sus movimientos independentistas.

Pero, no es la primera vez que se proscribe la bandera en actos católicos españoles que, en “las naciones de nuestro entorno”, es prácticamente obligado exhibirla y generalmente así se hace.

Personalmente a mí me han impedido en la Plaza del Vaticano, durante la mayor canonización de mártires de la Cruzada (28 de octubre 2007; 498 mártires). En aquella ocasión, unas 50.000 personas, de ellas más de 30.000 españolas, nada de los cientos de miles, sino millones, que se hubieran movilizado en España, de haberse celebrado la ceremonia, pongamos en Madrid y presidida por el Papa, como fue el caso de la canonización, por Juan Pablo II, del Padre Poveda y otros mártires. Pues bien, sin duda por recomendación de los pastores españoles, encargados de los detalles del acto, el portavoz reiteró desde antes de comenzar que se ocultaran las banderas para que todo el mundo pudiera ver la ceremonia; pero, a pesar de que el locutor se apresuró a dar la explicación no pedida de que únicamente era para mejorar la visibilidad, curiosamente no lo dijo ni en italiano, ni en latín, ni en inglés, lenguas más o menos universales y locales, y tampoco dijo nada de sombrillas y pancartas, pongo por caso, elementos que, presentes en aquella mañana soleada, sin duda podían impedir la completa visibilidad de alguien. Por supuesto, a lo largo del acto, los miembros del servicio de orden (seglares de paisano) se emplearon a fondo con las banderas españolas, recalcando que ni aparecieran los mástiles por encima de las cabezas de los portadores, olvidándose de “sombrillas”, de las banderas vaticanas y de los demás posibles adminículos igualmente limitadores de la visibilidad. Tengo para mí, con entera y fundada convicción, que mentía el que impuso al portavoz que se ocultaran las banderas para no dificultar las vistas; y la mentira es la mentira, máxime cuando es un consagrado y de alto nivel; pero, además, ¿qué daño puede hacer a alguien la bandera de España, máxime si es un sacerdote español? ¡Incomprensible! y, más que triste, aterrador. Y no menos significativa fue la secuencia de las oraciones de los fieles: comenzó por una en inglés, seguida por otras en italiano y francés, para, ¡pásmense ustedes!, continuar con otras en catalán, gallego y vasco, omitiendo la más mínima en español.

La segunda vez fue hace diez años en el mismísimo Cerro de los Ángeles, con ocasión del 90 aniversario de la consagración, donde algunos cedieron a las pretendidas imposiciones de los enviados de los prelados (Mons. Rouco era el Arzobispo de Madrid) de quitar la Bandera, pero que otros mantuvimos erguida y flameando hasta el final del acto religioso y después del mismo. Está claro que aprendieron de aquella(s) ocasión y desde entonces se ha impuesto cada vez más descarada y fuera de razón, ya sea en la capilla de Paracuellos como en El Valle de los Caídos.

A nuestros Pastores no les gusta la Bandera de España y, mucho me temo, a gran parte de ellos, como al Papa Francisco I, no les gusta España. Bien es verdad que, sin duda eso es por lo que ella representa de fiel hija de la Iglesia a lo largo de la mayor parte de su historia, eso sí, una “Iglesia Tradicional” hoy combatida.

Con el corazón desgarrado, pero con la mente fría y tras reiterados exámenes de conciencia, yo haré la consagración, mejor dicho, la renovare, por mi cuenta, e iré otro día con mi Bandera. Y, por supuesto,  pondré la X en la declaración de la renta también por mi cuenta (no en la casilla de la CEE): hay muchos cristianos perseguidos, física y moralmente, dentro y fuera de la Iglesia, que sí merecen recibir mi diezmo. Y recomendaré hacer lo mismo.

¡Dios Salve España! … a pesar de tantos malos españoles de toda clase y condición, incluso los más obligados a defenderla, sus pastores y autoridades.

Se incluyen las oraciones de las dos consagraciones (1919 y 1965) y la oración del acto previsto para el domingo 30 de junio.

Alfonso XIII: 30-mayo-1919

Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios–Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:
España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península.
Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos, y a través de comunes azares y mutuas lealtades, esta gran Patria Española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.
Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley.
Reconocemos que tenéis por blasón de vuestra divinidad conceder participación de vuestro poder a los príncipes de la tierra, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.
Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.
Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra (((1ª GM))), que a tantos pueblos ha desangrado. Continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.
Desde estas alturas que para Vos hemos escogido como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios, para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.
Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del derecho.
Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable. Así sea.

Francisco Franco: 25-junio-1965

Sagrado Corazón de Jesús, Corazón del Dios-Hombre, Redentor del mundo, Rey de reyes y Señor de los que dominan.
España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este Trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran Patria española, fuerte y constante en el amor a la religión y en su adhesión a la Santa Iglesia.
Siguiendo la tradición católica de nuestro pueblo y continuando gozosos la historia de fe y devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la Tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra Sangre, y en la dicha de los pueblos que rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de vuestra Divinidad conceder participación de vuestro poder a los gobernantes de los pueblos, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz. Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.
Venga, pues, a nosotros vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la ciencia y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos distinguido como defensores de tu fe y misioneros de tu Evangelio por los confines del mundo. Que tu Providencia amorosa nos conserve la integridad de nuestras creencias, la sed amorosa de evangelización y la unidad religiosa de nuestra Patria.
Desde estas alturas que para Vos ha elegido España como símbolo del deseo que la anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid al mundo fiel trabajo para que reine en él la armonía, el bienestar y la paz, con la implantación de la justicia social y el triunfo de la caridad entre todos.
Bendecid a los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de la disciplina y en el valor de sus armas sea siempre salvaguardia de 1a nación y defensa del Derecho.
Bendecid a todos los españoles que, unidos en la cordialidad de unos mismos santas amores a la religión y a la Patria, queremos renovaros la consagración de nuestra vida, pudiéndoos, como premio de ella, el morir en la seguridad fe vuestro amor y en el regazo de vuestro Corazón adorable”.

Texto previsto para el 30-junio-2019

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, Sacerdote eterno y Rey del Universo: nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza.
Señor Jesucristo, Salvador del mundo, al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón, los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar donde se levanta este trono de tus bondades, para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón, el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría y Manantial del que brota la vida eterna.
Reunidos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre, renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad.
Al renovar la consagración de España, los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia, impulsando, en comunión con toda la Iglesia, una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio. Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor de Pedro a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado. Que a todos anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus
heridas nos han curado!
Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor.Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones.
Concédenos permanecer siempre junto a María, Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés, para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España.
Que nuestro pueblo, tierra de María, sepa recibir y custodiar los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos
Crecer afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro.
Líbranos del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón.
Que al consagraros nuestra vida, merezcamos recibir como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén.