Widgetized Section

Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone

16 mayo 2019 • Algo preocupa a los burócratas al servicio de los mercados cuando utilizan la propaganda institucional con tanta insistencia

Gabriel García

Bruselas, euroescepticos y ADÑ

Las elecciones al Parlamento Europeo suelen contemplarse en nuestro país como otra convocatoria en clave nacional. A ello contribuye que, hasta ahora, los dos partidos mayoritarios enviasen a Bruselas a representantes que pasaban a un segundo plano dentro de sus filas. También está el caso de Podemos, que irrumpió como fenómeno mediático en unas elecciones europeas donde habló más del rechazo a la casta gobernante, sobre todo de la encarnada en el Partido Popular, que de su modelo de Europa… ¡Y eso que los recortes sociales que recriminaban al Gobierno de Mariano Rajoy, al igual que los aplicados anteriormente por los socialistas, tenían su origen en la Unión Europea! Sin embargo los españoles continúan sin tomarse muy en serio todo lo que viene de allí, sea por desinterés o por ignorancia, a pesar de que el acatamiento de las normativas comunitarias es algo recogido por la actual Constitución Española.

No cabe duda que la inminente convocatoria europea estará marcada en nuestro país por la coincidencia con las elecciones municipales y autonómicas. Al mapa político que saldrá el 26 de mayo hay que incluir los futuros pactos para formar un nuevo Gobierno con los resultados del 28 de abril. En lo que menos van a pensar los representantes de los partidos parlamentarios es en qué Unión Europea proponen, especialmente por ser todos ellos euroapasionados en mayor o menor medida. Euroapasionados, eso sí, de la Unión Europea que durante décadas ha destruido los sectores ganadero, agricultor e industrial de España a cambio de subvenciones; euroapasionados, aunque los haya predicando la secesión territorial de España pero con el deseo de continuar como miembros del club de Bruselas, de una estructura al servicio de los mercados y la banca privada que ha ordenado a los gobiernos de varios países cómo y cuánto recortar presupuestos nacionales; euroapasionados, en nombre de la democracia, a pesar de que nunca han estado dispuestos a consultar a los futuros afectados en aquellas decisiones comunitarias que podían interesarles. ¿Cómo no van a ser euroapasionados de la Unión Europea quienes han mejorado su nivel de vida gracias al erario público de las instituciones, estando a salvo de los reveses de las crisis económicas con que han cargado los trabajadores?

Pero algo preocupa a los burócratas al servicio de los mercados cuando utilizan la propaganda institucional con tanta insistencia para llamar al voto el próximo 26 de mayo, sobre todo a la población joven. Conscientes de la elevada abstención que suele tener lugar en estos comicios y del avance de organizaciones opositoras al actual modelo de Unión Europea, lanzan llamamientos desesperados en defensa de la libertad y la democracia presuntamente amenazadas por el auge de los llamados euroescépticos. Como toda la propaganda del miedo habida y por haber, se basa en medias verdades tergiversadas. Porque, efectivamente, a muchos españoles y europeos no nos gusta esta Unión Europea y soñamos con verla tan desmantelada como han terminado los astilleros y fábricas de nuestro país gracias a las directrices de Bruselas. Y, desde luego, no consideramos que la solución a los problemas migratorios pase por incentivar el efecto llamada y repartir a miles de personas por todos los Estados miembros como si fueran simple mercancía. ¡Por no hablar de que ningún organismo debería ordenarnos cómo legislar en nuestro territorio y cómo invertir nuestro dinero público, o de lo mucho que defendemos la auténtica identidad cristiana de Europa y no ese falso europeísmo neoliberal abonado con propaganda de género!

La Europa defendida por los euroescépticos es una Europa respetuosa con las identidades nacionales y que no haga el juego a los secesionistas que, en nombre de una ficticia soberanía, contribuyen a debilitar la soberanía real de los Estados frente a un mercado neoliberal y depredador al que el planeta empieza a quedársele pequeño. Nuestra Europa defiende la dignidad humana y, por ello, apuesta por ayudar a los países con más necesidades allí donde tiene su origen el problema y no exportando mano de obra barata bajo excusas como el futuro abono de las pensiones o el crecimiento demográfico. Porque si de algo somos conscientes los euroescépticos es que Europa necesita más ayudas para las familias y las personas dependientes, así como no dejar a los pensionistas en la miseria, para que nuestras naciones no se conviertan en gigantescos asilos y puedan revertir el problema del envejecimiento demográfico sin necesidad de sustituir a la población autóctona o de retirar a los ancianos por medio de prácticas eutanásicas. Tampoco olvidamos la necesidad de recuperar la soberanía monetaria frente a una moneda euro cada vez más cuestionada, sobre todo desde que se hizo público que sólo dos economías (Alemania y Países Bajos) se han beneficiado (y, aun así, habría que coger con pinzas lo de “economías” porque el modelo capitalista no tiene intereses nacionales de ningún tipo y, además, habría que ver cómo ha evolucionado el nivel de vida de los trabajadores de esos países a medida que las estadísticas económicas mejoraban).

Propuestas tan euroescépticas frente al mercantil entramado institucional de Bruselas sólo serán defendidas el próximo 26 de mayo en España por la Coalición ADÑ en la candidatura liderada por Martín Sáenz de Ynestrillas. Pensemos durante las próximas semanas cómo la Unión Europea nos ha impuesto recortes sociales y ha desmantelado nuestro tejido productivo, cómo nos ha convertido en una colonia de sus intereses gracias a la moneda única o cómo todas las subvenciones que recibimos son un préstamo envenenado que se cobra por medio de concesiones soberanas en las más diferentes materias. ¿Crees que España debe ser un país soberano en una Europa donde las fronteras sean seguras, existan políticas sociales a favor de las personas y se protejan los derechos laborales de nuestros trabajadores frente a la competencia desleal de otras economías y sus dudosas garantías sanitarias y sociales? Piensa en ello antes de optar entre la alternativa euroescéptica o los euroapasionados de siempre.