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26 abril 2019 • Lo más importante es, con el voto, impedir el triunfo de los enemigos de la fe y de la moral católica

​​​​​​Mons. Fernando Arêas Rifan (Obispo de la Administración Apostolica San Juan Maria Vianney)

Elecciones en España

​El próximo 28 de abril tendran lugar importantes elecciones en España. Como estas tendran gravísimas repercuciones en la vida de todos los ciudadanos y graves consequencias para toda la sociedad y sobre todo para la vida cristiana, con caridad escribo indicando a los católicos algunas claves para orientarlos y se posicionen a elegir los mejores candidatos, o, si estos no existen o no son viables, los menos malos entre los que son viables, los que puedan hacer menos mal a la sociedad. Esto basado en las enseñanzas de autoridades competentes y respetables sobre la doctrina de la tolerancia y la posibilidad de se elegir un mal menor.

​Sobre la doctrina de la tolerancia, recuerdo que “tolerancia” viene del latin tolerare, soportar algo pesado, negativo o malo, con lo que no concordamos. “La tolerancia solo existe con relación al mal” (San Agustin, Enarrat. in ps 32). Mal que no aprobamos, pero lo soportamos, en vista de un bien mayor. “Decimos que son toleradas las cosas que admitimos sin resistencia, encuanto no podemos o no debemos por graves razones prohibir o retirar, aunque en nuestro juicio no puedan ser aprobadas” (Cardenal Ottaviani, 1960, II, p. 63, art V). Tolerancia es “la permision negativa de un mal” (F. Cappello, 1928, p. 270). Permision negativa, por oposicion a la autorizacion positiva, o sea, que supone una aprobación. Es asi que Dios tolera el mal.

Papa Leon XIII “…no se opone la Iglesia, sin embargo, a la tolerancia por parte de los poderes publicos de algunas situaciones contrarias a la verdad y a la justicia para evitar un mal mayor o para adquirir o conservar un mayor bien. Dios mismo, en su providencia, aun siendo infinitamente bueno y todopoderoso, permite, sin embargo, la existencia de algunos males en el mundo, en parte para que no se impidan mayores bienes y en parte para que no se sigan mayores males (San Agustín, De libero arbitrio 1,6,14: PL 32,1228)” (Enciclica Libertas Praestantissimum, 23).

Conferencia Episcopal Espanola: “Votar es un deber. Es comprensible que algunos se sientan inclinados a abstenerse de emitir su voto, cuando comprueban que ningún partido ofrece el programa que ellos desearían. Aunque ninguna de las ofertas políticas sea tampoco plenamente conforme con el ideal evangélico, ni siquiera con el ideal racional de un orden social cabalmente justo, sin embargo, unas lo son más y otras lo son menos. Es necesario hacer un esfuerzo y optar por el bien posible” (Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las Elecciones Generales del 14 de Marzo de 2004).

​Papa San Juan Pablo II: “Cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos” (Enciclica Evangelium Vitae, 73).

​Santo Tomas de Aquino: “Dios, aunque es omnipotente y sumamente bueno, permite que sucedan males en el universo, pudiéndolos impedir, para que no sean impedidos mayores bienes o para EVITAR MALES PEORES. De igual manera, los que GOBIERNAN en el régimen humano rectamente toleran algunos males para que no sean impedidos otros bienes o para EVITAR MALES PEORES” (La Suma, Parte II-IIae – Cuestión 10 , Articulo 11, resp.).

​Los moralistas católicos también están de acuerdo con esta doctrina, la elección del mal menor, en situaciones difíciles. Según ellos, es lícito dar alguna vez el voto a un candidato menos indigno o también indigno si no hay esperanza de la elección de un candidato digno. Es evidente que la elección de un candidato menos malo, para que sea excluido otro candidato peor, tiene razón de bien. La cuestión es evitar un mal mayor.

Lo más importante es, con el voto, impedir el triunfo de los enemigos de la fe y de la moral católica.