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18 julio 2018 • Franco contaba con Balmes

Moisés Domínguez Núñez

José Arriaga Cantullera: enlace del general Balmes

General Amado Balmes en un foto editada para aplicarle color

El 16 de Julio de 1936 murió un hombre bueno en el polígono de tiro de La Isleta de las Palmas. Hace ochenta y dos años del suceso y ríos de tinta se han vertido en los últimos años, incluso circula por los anaqueles de las librerías una versión conspiranoica de lo que sucedió aquel día del Carmen que lleva ya varías ediciones. La propaganda es un arma revolucionaria.

Antes de la aparición de dicho libro y en la medida de mis posibilidades, siempre limitadas, había intentado aclarar con mi investigación En Busca del General Balmes las circunstancias que rodearon el accidente mortal del general Amado Balmes. Evidentemente con mi trabajo, aunque fundado en datos y documentos contrastados, no se cerraba la cuestión y han sido muchos los lectores y amigos de la historia que se han puesto en contacto conmigo , y me han aportado nuevos datos sobre el general Balmes. Todo ello no hace otra cosa que respaldar lo que escribí en el año 2015.

Con paciencia de pescador he observado cómo se mancillaba una y otra vez la figura histórica de mi amado General. Creo llegado el momento de sacar a la luz una información exclusiva e inédita que desmonta, por sí misma, la teoría del asesinato. Antes de que el “Ministerio de la verdad” me tape la boca para siempre quiero dejar resuelto este asunto. Quizás dentro de muy poco, escribir con documentos contrastados sobre la muerte del general Balmes me lleve a la cárcel e incluso me sancionen económicamente por exponer unos datos que contradicen lo dicho por cierto “gurú” de la Memoria Histórica.

En octubre de 2015 me escribió a mi correo electrónico un señor que decía ser el hijo del médico militar que atendía regularmente al general Balmes mientras estuvo destinado en Las Palmas de Gran Canarias. Me expresó que su padre había fallecido hacía más de veinte años, era médico militar y en los últimos años de su vida, escribió una serie de reflexiones y recuerdos de su vida que se constituyeron en dos tomos, el primero de los cuales fue publicado (Desde el último recodo. Recuerdos y vivencias, Sevilla: Imp.Galán, 1990). No así el segundo, debido a que su enfermedad estaba ya bastante avanzada y su contenido era bastante inconexo e ininteligible, por lo que sus hijos decidieron no publicarlo, aunque guardaron algunos ejemplares. En este segundo tomo, figuraba un relato de las vivencias de su padre con el general Amado Balmes que, a su juicio, desmontaban las teorías del profesor Ángel Viñas en cuanto a la supuesta participación del general Franco en la muerte de Balmes.

Disponía este señor de un escaneado de las páginas del libro no publicado en las que relataba estos acontecimientos que por otra parte, están narrados de forma perfectamente explícita y que amablemente me remitió.

También me dijo que en su momento, a través de amigos historiadores, se lo envió al profesor Viñas. Ignoro si le llegó o no, pero, desde luego, no se dio por enterado. Desde luego este insigne profesor nunca ha hecho uso de este testimonio.

En dichos papeles, el médico militar relata un encuentro con el general Franco en el palacio del Pardo en la década de los 70 del siglo pasado. En el despacho, frente a frente con Franco, recordaron cómo se conocieron en la primavera de 1936.

José Arriaga Cantullera

El relato del joven médico militar se iniciaba en octubre de 1935 cuando acabó la Academia de Sanidad Militar y fue destinado, con el grado de Teniente Médico, a Las Palmas de Gran Canarias.

Compartió destino con tres Capitanes Médicos con los que sintonizó inmediatamente. Mandaba la plaza el general Amado Balmes, al que tenía un grandísimo respeto y devoción por ser un hombre educadísimo y amable.

Nos cuenta cómo le conoció y entabló amistad con él, al realizar unas conferencias sobre Guerra Química en el mes de Febrero de 1936, en las cuales el joven médico, actuaba como ponente. El general Balmes se quedó prendado de la elocuencia del galeno, pues al acabar la disertación se dirigió a él y le felicitó. Desde entonces, cada vez que necesitaba asistencia médica le hacía llamar.

Uno de esos días encontró al General Balmes limpiando una de sus pistolas y le llamó mucho la atención la forma de hacerlo, sentado en su sillón e inclinado hacia delante con la punta del cañón apoyada en su estómago. Tras una breve conversación el general le dijo y esto es textual “Nada que estoy limpiando mi pistola”, el teniente médico le preguntó “¿Y para eso hace falta poner el cañón en la boca del estomago?” El General le respondió lacónicamente “Por supuesto que no, pero así estoy seguro que he comprobado que no hay bala en la recamara”.

En el mes de marzo de 1936, el general Balmes convocó a la oficialidad para recibir en su patio al general Franco, amigo intimo de Balmes. Entre esos oficiales estaba este joven teniente.

En el mes de abril de 1936, el teniente médico fue destinado al Grupo de Regulares nº 4 de Larache. En la cena de despedida sus compañeros le encargaron que fuera a ver al general Balmes al Gobierno Militar, como había ya un clima de autentica confianza entre los dos, invitó al General a asistir al ágape. El General le contestó que no podía ir a la cena pero que sí iría a los cafés porque tenía otros compromisos. El 24 de abril de 1936 al filo de las diez y media de la noche apareció el General. En el café se habló de todo y en especial de la situación tan trágica por la que pasaba España. El General hablaba animadamente con la oficialidad. Sobre las once de la noche, el teniente medico y el feneral Balmes marcharon al vapor correo “Dómine” que hacía el trayecto entre Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. El general pidió a los compañeros del teniente “Bueno, señores, despedirse del Teniente, que tengo que hablar con él. Empezaron a desfilar amigos y uno de ellos le dijo: “No sabes cómo te envidio .Te vas de esta ratonera, yo llevo más de 12 años sin salir de aquí”.

Por fin, se quedaron solos y el general Balmes le dijo que debían ir al camarote. El General cerró la puerta y le dijo: “Te voy a encomendar una misión y del buen resultado de ella, me respondes con tu cabeza… Mañana llegas a Tenerife a las seis de la mañana, pero no dejan desembarcar hasta las ocho. A las nueve estás en el Gobierno Militar y le entregas este sobre al General Franco en propia mano. Si no puedes entrevistarte con él por lo que sea quemas el sobre, como es natural sin haberlo leído”.

El anonadado teniente le pregunto al general como podría ponerse en contacto con él. Éste le respondió “En el caso de que todo vaya bien, no tienes que comunicarme nada. En caso de que haya sido imposible la entrega, me pones un telegrama que diga: todo negativo”.

Finalizó el encuentro con un fuerte y sentido abrazo. También le advirtió que cerrara bien la puerta y que no saliera del camarote hasta que llegase a Santa Cruz de Tenerife. Temía por su vida y le expresó que tuviera su arma reglamentaria dispuesta para disparar a quien quisiera entrar en su camarote.

El joven teniente médico no pegó ojo en toda la travesía. A la mañana siguiente y como había acordado estaba a las nueve en el Gobierno Militar de Tenerife. Le condujeron al despacho del general Franco y fue recibido por Pacón Franco. Quería entregar la carta en persona, como le había indicado el general Balmes, pero el ayudante del general Franco le expresaba por activa y pasiva que no era necesario. En un momento dado el general Franco se interesó por lo que acontecía e hizo entrar al joven que se cuadró y le entregó en persona los documentos, examinándolos detenidamente. Franco, después de darle la mano, le dijo una frase que no olvidaría en su vidaFranco.- ¿Dónde está Usted destinado? El teniente respondió: en el grupo de Regulares de Larache núm. 4. Franco.- Buen cuerpo, PRONTO NOS VEREMOS.

Este testimonio, desmonta mucho de lo que se ha escrito sobre Balmes, pues demostramos que Balmes era conocedor de las intenciones de Franco desde al menos el mes de abril de 1936. Que de haber estado al lado del gobierno del Frente Popular hubiera denunciado la actividad golpista de Franco. Que Balmes estuvo en contacto con Franco a través de unos enlaces seguros y que después todos ellos hicieron la Guerra en el bando nacional. Evidentemente c.

Por cierto, el joven teniente-médico se llamaba José Arriaga Cantullera, pasado el tiempo fue un prestigioso oculista.