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17 marzo 2018 • "En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy"

Marcial Flavius - presbyter

I Domingo de Pasión: 18-marzo-2018

Rito Romano Tradicional

Evangelio

Jn 8, 46-50: En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas de los judíos: «¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.» Los judíos le respondieron: «¿No decimos, con razón, que eres samaritano y que tienes un demonio?» Respondió Jesús: «Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. Pero yo no busco mi gloria; ya hay quien la busca y juzga. En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás.» Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: “Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás.” ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?». Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: “El es nuestro Dios”, y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró. Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.» Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Reflexión

Desde este Primer Domingo de Pasión, empieza la Iglesia a llenar nuestro espíritu de los preparativos de la muerte de Jesucristo por la consideración particular de los misterios de su Pasión.

Éste fue con poca diferencia el tiempo en que los pontífices y doctores de la ley, confundidos y desconcertados por la resurrección de Lázaro, empezaron a preparar su muerte y como se cree fue decretada este día, la Iglesia toma hoy el luto, quita de sus oficios todo cántico de alegría, cubre sus cruces y altares para manifestar su tristeza y todas sus oraciones indican el dolor y aflicción de que está penetrada.

Hoy se lee el Evangelio de San Juan en el que se ve que, cuanto más se empeñaba el Salvador en probar a los judíos con sus palabras y obras que era el Mesías, tanto más aumentaba el odio y malicia contra el Salvador. Esto nos recuerda las palabras del santo anciano Simeón: “Este Niño está en el mundo para la caída y la resurrección de un gran número en Israel, y para ser un signo de contradicción”. La posición en pro o en contra de Jesús será el último factor de la única legítima discriminación de los hombres.

Jesús es signo de contradicción, y todo su Evangelio y la historia de la Iglesia por Él fundada son una demostración de ello.

La paz del mundo, como en las familias y en los individuos, será siempre proporcional a la sumisión al orden, será siempre proporcional al grado de unión con Dios; rechazado el suave yugo de Nuestro Señor Jesucristo, la realeza de Cristo, es decir, repudiando hasta la noción misma de cristiandad, nuestro mundo ha entrado en revuelta, en rebelión, en revolución; ha caído bajo el poder del príncipe de este mundo, Satán, que como decía Cristo, es homicida desde el comienzo. Aquí se ve la importancia central que tiene todo ordenamiento político, tanto nacional como internacional, la noción de cristiandad, noción que envuelve la del sometimiento de las naciones y del mundo al suave yugo de Jesucristo.

Por ello, es necesario que el mundo se someta a Jesucristo no solo como verdad religiosa sino como verdad política. Y la Iglesia debe proclamar la necesidad absoluta para el hombre -creatura y pecador- de encontrar su salud total y temporal en Jesucristo, el Unigénito del Padre que ha tomado nuestra humanidad en el seno de la Virgen Madre.