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13 enero 2018 • “Hace todo lo que Él os diga"

Marcial Flavius - presbyter

2 Domingo después de Epifanía: 14-enero-2018

Rito Romano Tradicional

Evangelio

Jn 2, 1-11: En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice: −No les queda vino. Jesús le contesta: −Mujer, déjame: todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dice a los sirvientes: −Haced lo que Él os diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: −Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les manda: −Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.

Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al novio y le dice: −Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el malo; tú, en cambio, has guardado el vivo bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en Él..

Bodas de Caná (Murillo)

Reflexión

Cerrado el ciclo de la infancia de Jesús en el Tiempo de Navidad, la sagrada liturgia comienza a hablar de su vida pública evocando su primer milagro que tenía por finalidad, al igual que la Epifanía y el Bautismo, manifestar al mundo su gloria de Hijo de Dios: <<este fue el primer milagro que hizo Jesús, en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y creyeron en Él sus discípulos>> (Jn 2, 11).

1.   El milagro de Caná

Jesús realiza este milagro para remediar la necesidad y evitar la angustia de unos recién casados al encontrarse sin vino en el banquete de bodas. Lo realiza a ruegos de su Santa Madre y los discípulos, que ha comenzado a reunir en torno suyo, contemplan su gloria: ven en el hombre la oculta divinidad; en lo frágil de su naturaleza humana ven la fuerza de su naturaleza divina; en lo débil de su apariencia externa contemplan la omnipotencia de Dios. Jesús ha convertido el agua en vino con todo sigilo, sin necesidad de pronunciar una palabra, y los discípulos creen en Él y le siguen. El prodigio realizado en Caná, les convenció instantáneamente

2.   Dos transformaciones

Cada día ocurren en medio de nosotros dos transformaciones aún más admirables:

―    En Caná, el agua se transformó en vino. El prodigio se renueva sobre nuestros altares de un modo mucho más admirable cada vez que se celebra la Sta.Misa: el pan y el vino se cambian en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y ese Cuerpo y esa Sangre se nos dan como alimentos de nuestras almas.

―    Pero también podemos pensar en otra maravillosa transformación que realiza Jesús en nuestras almas por medio de la gracia: el agua de nuestra pobre naturaleza humana es hecha partícipe de la naturaleza divina y, por así decirlo, cambiada en el vino nobilísimo de la vida del mismo Cristo. El hombre se convierte así, por la gracia, en miembro de Cristo, hijo adoptivo de Dios, templo del Espíritu Santo.

Cuando un cristiano vive la vida de los Sacramentos, la vida de la gracia, ambas transformaciones se unen admirablemente: lo que se realiza en la Sta.Misa es un símbolo de la transformación del hombre viejo en el hombre nuevo; del hombre pecador esclavo de las pasiones y sujeto a toda clase de imperfecciones en el hombre de vida santa, verdaderamente cristiana. Cada vez que asistimos a la Sta.Misa y recibimos la Comunión se va operando en nosotros esa honda transformación.

La Virgen María nos enseña el modo de acelerar esta honda transformación: “Hace todo lo que Él os diga”, nos repite también a nosotros lo mismo que a los servidores del banquete de Caná. María nos invita a seguir y a poner en práctica todas las enseñanzas y los preceptos de Jesús que nos muestran el camino para llegar a una total transformación en Él. Entreguémonos, pues, a Jesús por manos de María, con un corazón humilde y una fe viva y llena de confianza.