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1 octubre 2017 • España como ente unitario, con un pasado fecundo y un destino coincidente en el firmamento

José Luis Jerez Riesco

José Antonio o el discurso de la unidad

Con motivo del LXXX aniversario del asesinato de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), y con el objeto de repensar, conocer y difundir la obra y doctrina del fundador de Falange Española, desde el Foro Historia en Libertad pedimos el pasado mes de noviembre su colaboración a una serie de filósofos, historiadores, periodistas, profesores… Dada la actualidad del tema tratado por JOSÉ LUIS JEREZ RIESCO en dicha ocasión.

Viva la unidad de España_Jose Antonio_Ramiro_Ruiz de AldaLa vigencia del pensamiento político de José Antonio Primo de Rivera no está presente, en el ochenta aniversario de su muerte tras un simulacro de juicio predeterminado, por mera invocación, sino por la rabiosa exigencia de la actualidad. España está hoy en trance de demolición. Ésta es una realidad innegable y evidente, un axioma inexorable, un peligro más o menos inminente, pero cierto. Determinados elementos disolventes periféricos corroen y cuestionan sin cesar, con desafíos y provocaciones constantes, con insidias y mendacidad, la indisolubilidad de la nación española como ente histórico monolítico, como integridad armónica de tierras y hombres, absolutamente compenetrados entre sí, con soldadura compacta y permanencia irrevocable de siglos.

El resquebrajamiento de España, su mutilación, la pérdida de su identidad propia, sólo puede ser obra vesánica a la que aspiran sus más perversos detractores, enemigos interiores y exteriores, que buscan afanosamente, por un complejo cainita manifiesto y por intereses inconfesables, la aniquilación de la Patria común fraguada sobre un solar consolidado por el acervo comunitario de voluntad y sentimiento, pertenencia y misión, sangre, cultura y destino del pueblo español en su conjunto.

El eje vertebrador, que sirve de soporte, categoría y basamento a la doctrina trazada por José Antonio, es la idea de España como ente unitario, con un pasado fecundo y un destino coincidente en el firmamento. En este tema esencial de la unidad de España, no pueden existir concesiones, ni componendas. Es un punto intangible de arranque y la meta de llegada.

La infatigable lucha y perseverancia de José Antonio fue en pos de la unidad de España, al constatar su pérdida de fortaleza, debido a la fractura de su unidad, por las severas divisiones y grietas fomentadas por los partidos políticos separatistas y por la inutilidad para enmendarles la plana en el bochornoso espectáculo de la farsa parlamentaria. Consideró siempre que el remedio más eficaz contra los males de la disgregación se encontraba en la búsqueda de un nuevo y renacido pensamiento de cohesión y de unidad, que concibiese a España como síntesis armoniosa colocada por encima de las pugnas entre las tierras, estando decididamente resuelto, al frente de sus escuadras, a abatir cualquier resistencia y destruir todo tipo de obstáculos con estilo revolucionario; para acometer esta magna empresa de ser los garantes de la unidad nacional, apelaba incesantemente José Antonio a sus seguidores a permanecer unidos en la tarea de salvaguarda.

Una y otra vez, José Antonio iba pregonando, por todos los rincones de España, que la esencia del movimiento que acaudillaba era, sin lugar a dudas, la UNIDAD y que su restablecimiento y firmeza era el primero de los imperativos, al contemplar, como sucede hoy en día, que en determinadas regiones y comarcas españolas, lejos de considerarse como partes de un todo, adoptaban una actitud independiente y secesionista, constatando su preocupación radicalizada por dotarse de un Estatuto autonomista específico propio, como vía de escape y respaldo indisimulado donde potenciar hechos diferenciales y derechos anacrónicos, para alejarse y quebrar la convivencia colectiva y fomentar el separatismo.

De su discurso aún resuenan aquellas palabras pronunciadas por el Jefe Nacional de la Falange, llenas de emotividad y acogimiento, cuando se debatía en el Parlamento la cuestión catalana, con su pensamiento puesto en España, donde exponía con meridiana claridad que España es más que una forma constitucional, porque España es más que una circunstancia histórica; porque España no puede ser nunca nada que se oponga al conjunto de sus tierras y cada una de esas tierras, sin agravios pero sin renuncias.

Desde el bautismo de los Puntos Iniciales, en la etapa fundacional, la primera consigna del esquema del discurso de José Antonio, que perdurará incólume durante toda su andadura, es la motivación de España como argumento, como “unidad de destino”, como realidad distinta y superior, con permanencia de magnitud, por lo que nada puede justificar que esa magnífica unidad creadora de un mundo se rompa, ni tan siquiera que se deteriore.

Doctrina incipiente, pero definitiva, que se reafirma y afianza en los Puntos Programáticos de la Falange, en los que, José Antonio, después de hacer una profesión de fe en la Nación española, enérgico y solemne, no vacila en plasmar en el frontispicio del ideario, de forma categórica, lo siguiente: Toda conspiración contra esa unidad es repulsiva. Todo separatismo es un crimen que no perdonaremos. La constitución vigente, en cuanto incita a las disgregaciones, atenta contra la unidad de destino de España. Por eso exigimos su anulación fulminante.

No se puede ser más explícito, ni más tajante. José Antonio marcó una estela que debe ser, por su validez perdurable, la fórmula de nuestro compromiso actual.

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