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10 noviembre 2016 • Con Trento más vigente que nunca, nada que celebrar. • Fuente: La Tribuna de Albacete

Juan Pablo López Torrillas

La vigencia de Trento

Concilio de TrentoLa Iglesia Católica, a lo largo de sus más de XX siglos de existencia, ha tenido que enfrentarse a no pocas ideas contrarias a la Verdad de Cristo. A ello dediqué un artículo, Las Grandes Herejías. Sin embargo, no hablé entonces de la Reforma Protestante iniciada con Lutero.

Veamos algunas consecuencias del protestantismo, todas ellas nefastas.

Primera: provocó la ruptura de la civilización cristiana y su unidad, que existió, y durante varios siglos. Segunda, la religión se retiró a la conciencia secreta de cada uno y dejó de ejercer una influencia sobre el orden político y social, es decir, creó una mentalidad en la que lo religioso y lo moral se divorciaron. Tercera, la que el filósofo Frederick D. Wilhelmsen denominó “su esterilidad cultural e histórica”, Lutero basaba la fe exclusivamente en la Biblia y rechazó tanto la autoridad de la Tradición de los Santos Padres, como el Magisterio de la Iglesia. Al respecto, el Concilio Vaticano II confirma lo ya dicho en Trento y que recoge nuestro Catecismo, a saber: “La santa Tradición, la sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (Constitución dogmática Dei Verbum, 8). Cuarta, el modo de entender la libertad como la absoluta y sola afirmación del querer. Con Lutero ya no es la Verdad la que nos hará libres (Jn 8, 32), sino la libertad en sí misma considerada, y esta es la causa de muchos de los males que atañen a la sociedad de nuestros días, sobre todo en el plano del conocimiento, de la moral y de la política.

Fueron los dominicos, principalmente, los que se opusieron “dialécticamente” a Lutero, y los que se encargaron de sacar a la luz los errores de su doctrina. Pero también y sobre todo fue la Bula Exsurge Domine del papa León X (15 de junio de 1520) la que refutó con firmeza gran parte de las proposiciones de Lutero, algunas de las cuales se juzgaron heréticas, otras escandalosas o falsas, y otras ofensivas sobre todo para las almas de los sencillos, ¡ay, los sencillos! Y como ya saben, la doctrina luterana fue refutada después de forma contundente por la Iglesia en el Concilio de Trento (iniciado en el 1545).

Coincido pues, con el cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “Nosotros los católicos no tenemos ningún motivo para festejar el 31 de octubre de 1517”, y con el obispo Schneider: “Ya hemos tenido una respuesta infalible a los errores de Lutero: el Concilio de Trento”. Ya ven, con Trento más vigente que nunca, nada que celebrar.

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