Widgetized Section

Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone

5 septiembre 2016 • Guste o no, el único medio que tenemos los falangistas para hacernos visibles al ostracismo habitual en el que vivimos son las elecciones

Gabriel García

A las terceras elecciones generales

Por las armas la Patria el pan y la justicia_Cartel FalangeSalvo sorpresa tendremos otras elecciones generales en diciembre. La negativa del Partido Socialista a facilitar una investidura de Rajoy y los vaivenes de la negociación entre Partido Popular y Ciudadanos no invitan a pensar lo contrario. Tampoco la dificultad de un acuerdo entre Partido Socialista, Podemos, Izquierda Unida y separatistas varios. Es más, incluso los propios dirigentes de los partidos mayoritarios ya empiezan a buscar culpables del fracaso de las negociaciones y hablan sin tapujos de las próximas elecciones en diciembre (el 18 o el 25, según se aplique la ley). Mientras tanto, el Gobierno de Rajoy permanecería un año completo en funciones y a la espera de unos mejores resultados que les permitan gobernar en solitario de una vez a partir del 2017.

Escarmentados por la experiencia del último año, no podía faltar en el ámbito falangista las dudas sobre la conveniencia de concurrir a esas terceras elecciones generales consecutivas. Debo reconocer que comprendo las razones de quienes proponen la abstención activa. Otra tomadura de pelo, la tercera en un año, con la Navidad encima y con el correspondiente gasto económico y humano que conlleva presentarse a unas elecciones con la vigente ley electoral… Sin olvidar tampoco que los resultados, que a fin de cuentas es lo que se valora al día siguiente, no son todo lo positivos que desearíamos.

El problema es que si se desea proponer una abstención activa habrá que emplear medios económicos y humanos para que la gente conozca por qué proponemos no pisar el colegio electoral el 18 o el 25 de diciembre. Al final, el mismo dinero y tiempo que emplearíamos en pedir el boicot a las terceras elecciones generales podría ser el mismo que el de solicitar el apoyo a una alternativa realmente opositora al régimen de 1978. Y, siendo sinceros, ¿puestos a gastar el dinero y el tiempo no es preferible en pedir el voto a Falange que la abstención? Aunque sólo sea por el optimismo del discurso electoral frente al pesimismo del boicoteador.

La única ventaja que tendría ponerse del lado de quienes piden la abstención es que, con posterioridad a los comicios, el porcentaje de abstenciones ronda entre el 30 y el 40 % y siempre podrían sacarse comunicados aludiendo a que un porcentaje indeterminado de esas abstenciones correspondería a los falangistas. Lo malo es que ese discurso sólo se lo creerían los pocos que se molestan en visitar una web, una página o un grupo de Facebook de nuestro ambiente.

Guste o no, el único medio que tenemos los falangistas para hacernos visibles al ostracismo habitual en el que vivimos son las elecciones. Las candidaturas se publican en el Boletín Oficial del Estado y diversos medios, aunque sea muy por encima, hacen mención de las que concurren en cada provincia. Tampoco hay que olvidar que las papeletas de la candidatura deben estar presentes en todos los colegios electorales, lo que recuerda que seguimos existiendo a todo el que pase por la mesa y busque la que sea de su agrado. Y por si esto no pareciera suficiente, también nos permite comprobar cuál es el nivel real de apoyos con el que contamos. De nada sirve que muchas personas digan que se identifican con nosotros pero que no nos votan porque no vamos a ganar. Esa minoría de votos fieles a Falange es lo único que nos queda para hacernos una idea de cuántos españoles están dispuestos a confiar en nosotros y si estamos siendo capaces de mantener ese apoyo. Renunciar a ellos es hacerlo al único modo con el que contamos ahora para ser visibles. Los otros, los del voto “útil”, no deben valorarse como apoyo alguno porque difícilmente ayudarán de algún modo si no son capaces de echar un papel en una urna cada cierto tiempo.

Ahora cada cual que defienda la estrategia que le parezca. Pero no sería muy consecuente que quienes aplauden la representación institucional del Frente Nacional, de Amanecer Dorado o de Jobbik hablen de abstenerse para no hacerle el juego al Sistema (excusa absurda donde las haya, porque hoy en día cualquier cosa puede justificarse de ese modo) o de coger las ¿armas? contra el Estado.

Hacer política obliga a estar presente, aunque sea de manera testimonial, en las pugnas electorales; y, aunque existan vías alternativas y complementarias al electoralismo en la lucha contra el sistema liberalcapitalista, la presencia parlamentaria es imprescindible para influir en el rumbo de un país. Sin una presencia institucional mínimamente respetable, ¿qué credibilidad tiene una llamada a la revolución cuando ni siquiera se es una amenaza real para el Estado que pretendemos derribar?