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1 agosto 2016 • Belloc se cuenta entere los promotores del “distributismo”, es decir, la Doctrina Social de la Iglesia aplicada al orden político, social y económico

Juan Pablo López Torrillas

El viejo trueno

El Viejo Trueno_BellocAcaba de ver la luz El Viejo Trueno. Biografía de Hilarire Belloc, de Joseph Pearce (Palabra, 2016), un recorrido trepidante por la vida y la obra de éste intelectual colosal al servicio de la Iglesia de finales del siglo XIX y primera mitad del XX.

Apodado como el Viejo Trueno –tal era su carácter-, Hilaire Belloc (1870-1953) fue uno de los más grandes y prolíficos historiadores y escritores reaccionarios de su tiempo. Gran desconocido en nuestra patria, aquél para quien “la fe es Europa y Europa es la fe”, hizo de la defensa de la fe católica su modus vivendi, blandiendo su pluma contra los enemigos de la Iglesia, escribiendo libros, pronunciando conferencias o asistiendo a múltiples debates, lo que le acarreó un sinfín de problemas y envolvió en no pocas controversias.

Dotado de una memoria, una capacidad de trabajo y una cultura admirables, combatió sin cuartel a los hipócritas y a los falseadores de la historia. Sus más de 150 obras, repartidas entre ensayos, biografías, novelas y poemas, dan buena cuenta de ello. Junto a G. K. Chesterton, nacía así el “Chesterbelloc”, batalló también en un buen número de empresas periodísticas, desmantelando la corrupción política del parlamento británico o denunciando los efectos perversos –¿hay otros?- tanto del capitalismo como del comunismo; sistemas a los que se opusieron con lo que dieron en conocer como “distributismo”, es decir, la Doctrina Social de la Iglesia aplicada al orden político, social y económico, a partir de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII.

Un buen puñado de sus obras han sido traducidas al castellano: El camino a Roma, Europa y la fe, Las cruzadas, La prensa libre: ensayo sobre la manipulación de las noticias y de la opinión pública y sobre como contrarrestarla, Cómo aconteció la Reforma, Las Grandes Herejías o El estado servil, harán el deleite del lector en general, y del lector católico en particular. Pero cuidado, pues son muchas las personas que se convirtieron a la fe católica gracias a los escritos de Belloc.

Concluimos con una muestra de su honorabilidad e integridad personal. Cuando Belloc se presentó a las elecciones inglesas de 1906, sus enemigos lo atacaron con el slogan: “No vote por un francés católico”. Belloc respondió iniciando su primer mitin así: “Caballeros, soy católico. En la medida de lo posible, voy a misa todos los días. Esto es un Rosario –sacándolo del bolsillo-. Siempre que me resulta posible, me arrodillo y rezo con él cada día. Si me rechazan por mi religión, agradeceré a Dios que me haya librado de la indignidad de ser su representante”. Tras unos minutos de silencio el público rompió en un atronador aplauso, y el Viejo Trueno ganó su escaño.