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25 septiembre 2015 • Es imprescindible contar con un Gobierno que no permita que se cuestione la unidad de España

Gabriel García

A dos días del 27 S

Viva la unidad de España_Jose Antonio_Ramiro_Ruiz de AldaHasta ahora había evitado pronunciarme sobre la situación de Cataluña y no sólo por falta de tiempo, también por mi desconocimiento sobre lo que allí sucede, más allá de los medios informativos. Veo que la opinión pública se ha dividido en torno al separatismo y a las fuerzas constitucionales, con la marca de Podemos, las Candidaturas de Unidad Popular y Uniò Democràtica de Catalunya por en medio y con un papel que podría resultar decisivo el 27 de septiembre. La lamentable ruta del régimen constitucional (porque no sólo de Artur Mas es la responsabilidad de haber llegado a esta situación) ha terminado por convertir a la región catalana en un campo de enfrentamiento entre los separatistas amparados por el Estado del que se quieren secesionar y las fuerzas constitucionales que defienden un orden político corrupto y una política económica y laboral repugnante bajo la bandera rojigualda. No me gustaría estar en el pellejo de los catalanes ahora mismo y no parecerá reprochable que en estas circunstancias den su apoyo desesperado a personajes que no se merecen ninguna confianza, aunque van a tener que taparse muchísimo la nariz si, haciendo de tripas corazón, echan un voto a las gaviotas azules y a su marca naranja (y hasta, ¿por qué no?, a los socialistas y a la marca podemita, porque si el voto acaba sirviendo para pactar con el separatismo es indiferente dárselo a ellos que a los peperos que ahora se dan tantos golpes en el pecho).

Quizá lo más lamentable de todo sea la actitud con la que el Gobierno de España ha llevado este asunto durante toda la legislatura. Hace poco volvían a superarse en su peligrosa estupidez propagandística al anunciar que una nueva ley obligaría al cumplimiento de las sentencias del Tribunal Constitucional. Cualquier estudiante de Derecho sabe que el Tribunal Constitucional no es un órgano judicial, sino político, aunque sus sentencias tienen efecto de cosa juzgada igual que las emitidas por las instituciones del sistema judicial. Pues bien… ¡el Gobierno presidido por Mariano Rajoy y el Partido Popular, con una legión de abogados a sus servicios, vuelve a tomar el pelo a todos los españoles y a presentar como una gran acción por su parte algo que ya existía y que en cuatro años no han sido capaces de hacer cumplir cuando tenían todos los medios para ello! Todos sabemos que con la ley en la mano se hubiera solucionado este problema hace mucho. Pero para aplicar el artículo 155 de la Constitución primero debe saberse para qué se aplica y el Partido Popular (como también les ocurre al Partido Socialista, a Izquierda Unida, a Podemos y a tantos otros) es incapaz de concebir a España como algo más que un mercado, unas instituciones políticas y una Carta Magna. Sin saberse para qué podría servir el artículo 155, ¿cómo lo va a aplicar el Gobierno?, si hasta la fecha su mayor argumento ha sido la hipotética salida de los catalanes de la Unión Europea.

Creo (y deseo) que no se va a producir ninguna declaración unilateral de independencia. Las contradicciones y los pragmatismos a los que obliga la política profesional del demoliberalismo, junto con unos resultados contrarios a la aventura de Mas, mantendrían la situación como hasta ahora. Bueno no es, desde luego; y tampoco es un mal menor. Pero en un sistema de sobrerrepresentación deficiente como el nuestro (porque las elecciones, autonómicas o generales, sólo sirven para representar a sectores concretos de la población en lugar de representar fielmente los intereses y necesidades de la población en su conjunto) no se puede pretender que la unidad de España y la representación popular sean defendidas y amparadas estando en el poder sus mayores detractores. El tiempo nos ha demostrado que algunos tenían y teníamos razón sobre a dónde ha llevado este régimen político a los españoles; es más urgente que nunca un cambio radical de régimen y sistema que devuelva las competencias educativas a un Gobierno que sepa realmente qué hacer con ellas, igual que es imprescindible contar con un Gobierno que no permita que se cuestione la unidad territorial, política y social de España.

En esta ocasión no concurre ninguna candidatura falangista y hay quien lo ha utilizado como reproche contra los grupos existentes (lo más curioso y trágico es que, de haber participado, otros tantos protestarían no sólo por acudir a unas elecciones autonómicas, sino encima por haber acudido a unas presentadas por el gobierno autonómico como una consulta secesionista). No quiero terminar estas líneas sin mandar mi apoyo moral a los falangistas de Cataluña y a todos los españoles que, al margen de su ideario, sufren cada día el desprecio de las instituciones adeptas al secesionismo. En una sociedad de locos y en un país que ha perdido casi por completo el sentido común, ellos son el vivo ejemplo de que la resistencia es posible. No nos queda más remedio que procurar ser dignos compatriotas suyos.

¡Viva la unidad de España! ¡Arriba España!