Widgetized Section

Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone

24 abril 2015 • Prefiero al comunista travestido de socialdemócrata

Gabriel García

El desplome de «Podemos» y el auge de «Ciudadanos»

Perro flautaDe aquí a un mes nos veremos saturados con las noticias de la campaña electoral. Sé que ahora es habitual encender un televisor y encontrarnos con un ascendente Albert Rivera o con un cada vez más alicaído Pablo Iglesias, pero a este paso nos acabarán resultando unos miembros más de nuestras respectivas familias (es más, estoy convencido de que muchos españoles verán y sabrán más sobre esos dos señores que de algunos de sus familiares más cercanos). Es lo que tiene aparecer en las televisiones, que un día te elevan al cielo (ése que, al parecer, ya no podrá tomar Pablo Iglesias por asalto) y al siguiente te hunden en la miseria (lo que debería ocurrirle a Albert Rivera cuando deje de resultar útil a los medios neoliberales). Lo que sí parece seguro a corto plazo es que nuestro régimen político pasará del bipartidismo PP-PSOE al cuatripartidismo con los complementos de Podemos y Ciudadanos (a la espera del posible batacazo de Izquierda Unida).

De lo que puede estar tranquila la ultraderecha sociológica es de que Podemos no gobernará. Su enésima visión sobre Satanás y el Armagedón bolchevique, esta vez con coleta y con los bolivarianos en el papel que antaño encarnaba los soviéticos, empieza a difuminarse y tiene síntomas de desaparecer en cuanto Podemos se dé otro batacazo electoral como el de Andalucía. Pero debe reconocerse que esta vez la película iba para Oscar, ya que además de ese hortera en chándal que dice ser presidente de un Estado también figuraba como Anticristo una República Islámica de Irán que iba a llenar nuestro país de integristas. Esta pesadilla de la ultraderecha sociológica con Podemos ha sido hasta digna de una producción hollywoodiense… imagino que algo habrá influido el hecho de que estos personajes crean todo lo que aparece por la televisión y la prensa de quienes realmente gobiernan el mundo.

Al ser parte del régimen y moverse dentro de los intereses de este orden económico, político y moral, no es sorprendente que Ciudadanos se convierta de pronto en una opción electoral a tener en cuenta por eso que llaman ciudadanía. Como le está sucediendo a Rosa Díez y a su partido, Albert Rivera desaparecerá en cuanto deje de resultar útil para dar una imagen de pluralismo político o en cuanto no gane unas elecciones y sus colaboradores y votantes quieran apostar y formar parte de un proyecto ganador. En este país, si no tienes unos grandes intereses personales y económicos creados en torno al partido, el éxito sólo es efímero y aparente; es más, me atrevería a decir que tanto el Partido Popular como el Partido Socialista sobrevivirán a sus crisis actuales mientras que Ciudadanos habrá desaparecido dentro de unos años si no es capaz de crear una red clientelar similar. Podemos, en cambio, surge de la casta universitaria que lleva años parasitando el comunismo (o, mejor dicho, eso en lo que ha quedado convertido el comunismo ideológicamente) y supongo que se verá obligado a reinventarse, al estilo del Partido Comunista de España con Izquierda Unida, o a fusionarse con la actual Izquierda Unida.

Y ahora, para terminar, quiero poner la nota extravagante. Puestos a elegir entre Albert Rivera y Pablo Iglesias, prefiero al comunista travestido de socialdemócrata. El líder de Ciudadanos ha reconocido sin complejos que apuesta por un modelo económico neoliberal donde se imponga un único modelo de contrato (una medida que entre los actuales gobernantes peperos no ha pasado de ser algo similar a una fantasía erótica) y que hasta apoyaría la legalización de la prostitución y de algunas drogas. El “bolchevique” Pablo Iglesias, al menos, se ha pronunciado en contra de las medidas neoliberales que ha aplicado el Gobierno de Rajoy y que nos condenan a los trabajadores y a la juventud a un futuro incierto e inestable. Siendo sinceros, el voto útil a Ciudadanos o al Partido Popular para asegurar por cuatro años más una frágil unidad estatal (y no nacional) no vale la pena si nos condena a un futuro de salarios reducidos, condiciones laborales deficientes e inestabilidad personal.