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12 agosto 2015 • La Puerta de Alcalá, en cada uno de sus arcos, colocaron los rojos durante la Guerra Civil española, unas fotografías de esos tres ‘ejemplares’ personajes…

Eduardo Palomar Baró

Cuando la Puerta de Alcalá «fue roja»

Puerta_ de_ AlcaláEl hijo de Felipe V, Carlos III procedente de Nápoles, desembarcó en Barcelona para suceder en el trono a su hermano, el fallecido Fernando VI. Desde la Ciudad Condal realizó su primer viaje a la Villa, entrando en Madrid el 9 de diciembre de 1769 a través de la antigua Puerta, que no fue de su agrado.

Ya desde los inicios parecían existir tres diseños posibles de la Nueva Puerta: el del ingeniero militar José de Hermosilla y autor de las trazas del Paseo del Prado, el del arquitecto Ventura Rodríguez, y finalmente dos propuestas de diseño de Francisco Sabatini.

Carlos III decidió derribarla y construir una nueva, proyecto que se inscribía dentro de sus planes de mejora de la ciudad. Se convirtió en la entrada principal de la Villa y en uno de los monumentos más representativos de su reinado, eje de las reformas que llevó a cabo en toda la zona este de la ciudad: Jardín Botánico, Paseo del Prado, fuentes de Cibeles y Neptuno, entre otras.

El arquitecto Ventura Rodríguez presentó a concurso cinco proyectos numerados y datados el 16 de mayo de 1769. Todos ellos fueron evaluados por Carlos III en apenas un par de días. Los tres diseños de Sabatini, de estilo neoclásico, eran del mismo tamaño y poseían cerca de setenta pies de altura. El proyecto original ofrecía dos acabados distintos, uno con pilastras y otro con columnas adosadas. Finalmente se fundieron los dos en uno solo y por eso las fachadas son distintas. El diseño poseía influencias de la Fuente dell´Acqua Paola y de la portada del Palacio Barberini de Roma. Fue el primer arco de triunfo moderno erigido en Europa tras la caída del Imperio romano. El 18 de mayo de 1769 Carlos III decide que el proyecto de Sabatini es el que se llevará a cabo.

La construcción de la Nueva Puerta de Alcalá

Tras la elección por parte de Carlos III del diseño combinado de la Puerta, pocos días después (el 27 de mayo de 1769) se inicia la contratación de las obras y servicios para la que será la “Nueva Puerta de Alcalá”. Las bases que impuso Sabatini eran muy meticulosas y llegaban a precisiones como el tipo de material empleado, procedencia de canteras y calidades requeridas. El día 6 de junio se cerró la contratación en la Casa de la Villa. De las seis ofertas presentadas Sabatini se inclinó por la ofrecida por Francisco de la Fuente. A pesar de ello Sabatini exigió una rebaja en los costes que acabó en desacuerdo. Finalmente la obra recayó sobre Santiajo Feijoó y Cia, que fue capaz de hacer una rebaja de un ocho por ciento. Para el comienzo de la obra el Ayuntamiento de Madrid adelantó dinero, hipotecando el arbitrio de tabernas. Las obras comenzaron a comienzos de 1770. El arco se decidió construir en un lugar elevado, más arriba que las precedentes puertas de Alcalá. En aquella época era el límite exterior de Madrid, adosada desde sus comienzos a la cerca que rodeaba la ciudad. Habían pasado siete años desde el comienzo de las obras para la construcción de la Puerta de Alcalá cuando el mismo Sabatini dirigió quejas ante el nuevo Corregidor de la Villa debido a la lentitud de las mismas. Se convocó a los constructores para que se comprometieran a su finalización en el plazo de un año. Se inauguró la Puerta en 1778 como auténtica puerta y acceso de Madrid, ya que a ambos lados de ella seguía existiendo la cerca que delimitaba la ciudad por el este y que seguiría en pie hasta 1869, año en que se remodeló la plaza.

Monumento representativo de Madrid

De estilo neoclásico, similar a los Arcos de Triunfos romanos, ha sido restaurada en cinco ocasiones y es uno de los monumentos más característicos de Madrid. En su fachada interior, figuran las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza) talladas en piedra caliza, contrastando su estilo barroco con el neoclásico de la puerta.

Tan pronto se acabó la construcción la Puerta comenzó a ejercer su posición monumental en la ciudad. Sirviendo de paso y entrada triunfal, siendo decoro de fiestas y centro de diversas comitivas y festividades. En el año 1823 la Puerta de Alcalá recibió el impacto de varios proyectiles durante la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en apoyo de Fernando VII. Los efectos aún pueden contemplarse en su fachada exterior

La Puerta de Alcalá se moderniza, y se diseña un entorno más adecuado en forma de Plaza a su alrededor. Uno de sus primeros diseñadores de este espacio, el urbanista Ángel Fernández de los Ríos, decidió denominarla Plaza de la Independencia en honor a la independencia española y concretamente a los defensores de Zaragoza…

Época moderna. Siglo XX

Tras una semana de diversos atentados anarquistas en Barcelona, el 8 de marzo de 1921, junto a la Puerta de Alcalá, el Presidente del Consejo de Ministros y Alcalde de Madrid, Eduardo Dato, fue tiroteado desde una motocicleta con sidecar cuando viajaba en su coche después de salir del Senado en dirección a su vivienda en la calle Lagasca. El atentado ocurrió entre las calles de Olózaga y Serrano. El Presidente Dato recibió dos impactos de bala directos en el cráneo, ambos mortales de necesidad y el resto hirió levemente al conductor, así como al Sargento de Ingenieros Manuel Ros y a un ayudante: Juan José Fernández Pascual. Era esta toda la escolta que llevaba Dato. Los asesinos huyeron por la calle de Serrano. El ayuntamiento años después, mientras se construía el tercer tramo de la Gran Vía le dedicó su nombre cuando comenzaron en 1925 y finalizaron en 1931.

En la Guerra Civil Madrid fue leal a la República e hizo que la Puerta sufriera los efectos de la retaguardia en la denominada defensa de Madrid. La Puerta era un espacio ideal para la propaganda, es por esta razón por la que colgaron carteles con los retratos de diversos líderes de la Unión Soviética. Durante la defensa de Madrid y con motivo del 20 aniversario de la revolución de octubre la Puerta de Alcalá fue engalanada, con el consentimiento de las autoridades municipales republicanas, por la Asociación de Amigos de la Unión Soviética con retratos de los líderes soviéticos Litvinov, Stalin y Voroshilov, en los tres arcos de medio punto, el escudo de la Unión Soviética, por encima de la inscripción Real de Carlos III y ocultando la misma y un letrero con la leyenda «Viva la U.R.S.S.

Finalizando ya la Guerra Civil, entre el 8 y el 9 de marzo de 1939, la Plaza de la Independencia fue un casual campo de batalla debido a los enfrentamientos del golpe del coronel Casado con tropas comunistas que avanzaban por la calle de Alcalá hacia el Ministerio de Hacienda. Los comunistas llegarían a tomar por algunas horas el Palacio de Comunicaciones, mientras que los casadistas resistían en el Ministerio de la Marina, Ministerio de la Guerra y Banco de España.

Stalin en la Puerta de Alcalá madrileña: significativa expresión de la hegemonía comunista

La Puerta de Alcalá, en cada uno de sus arcos, colocaron los rojos durante la Guerra Civil española, unas fotografías de esos tres ‘ejemplares’ personajes…

La Puerta de Alcalá “ocupada” por los comunistas

MAKSIM MAKSÍMOVICH LITVÍNOV
Nació el 5 de julio/ 17 de julio de 1876. Revolucionario ruso y destacado diplomático soviético de origen judío que sirvió como ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética durante gran parte de los años treinta del siglo XX.

Litvínov se llamaba realmente Meir Henoch Mojszewicz Wallach-Finkelstein (acortado a Max Wallach) y nació en una acaudalada familia de banqueros judíos en Białystok, en la provincia de Grodno de la región de Podlaquia, parte de la antigua unión polaco-lituana, en aquel entonces parte del Imperio Ruso. Sus padres se llamaban Moses (Moisés) y Anna Wallach.

Se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) en 1898, en aquel tiempo ilegal, por lo que sus miembros acostumbraban a adoptar un pseudónimo, escogiendo Wallach el de Maxim Litvínov, aunque también se le conocía como Papasha y Maxímovich. En ciertos artículos usó también los nombres M.G. Harrison y David Mordecai Finkelstein.

Durante sus primeros años en el partido su principal tarea fue la de propagandista en la provincia de Chernigov. En 1900 pasó a formar parte del comité del partido en Kiev. Fue detenido junto al resto de sus compañeros del comité en 1901, pasando 18 meses de encarcelamiento hasta lograr huir de la prisión de Lukyánovskaya a la cabeza de otros 11 reclusos, exiliándose en Suiza. Allí trabajó como editor del periódico revolucionario Iskra (La chispa). En 1903 se unió al ala bolchevique del partido y regresó a Rusia. Tras la Revolución rusa de 1905 se convirtió en editor del primer periódico legal del partido, Nóvaya Zhizn (Nueva vida), en San Petersburgo.

Tras la reanudación de los arrestos de bolcheviques por el gobierno ruso en 1906 Litvinov partió de nuevo al extranjero. Involucrado en el intento fallido de cambiar los billetes robados en el atraco al banco de Tiflis de 1907, fue detenido por la policía. En 1908, en Francia, fue detenido y expulsado a Gran Bretaña; residió en Londres durante diez años, participando en las actividades de la Oficina Socialista Internacional.

Tras la Revolución de octubre, la prensa británica y norteamericana lo consideró el representante del nuevo gobierno bolchevique en Gran Bretaña. Durante su estancia en Gran Bretaña conoció y desposó a Ivy Lowe, hija de una de las más distinguidas familias judías británicas. Los antepasados de Lowe habían emigrado de Hungría al Reino Unido tras el aplastamiento de la Revolución húngara de 1848. Su padre Walter Lowe era un destacado escritor. Durante un tiempo Litvínov residió en Belfast.

Tras la revolución

Al día siguiente del golpe de estado bolchevique y la formación de un nuevo gobierno, Litvínov fue nombrado por Lenin representante plenipotenciario del mismo en Gran Bretaña, cargo oficioso (como el de su homólogo británico en Rusia, Bruce Lockhart), ante la negativa del gobierno británico a reconocer el nuevo gobierno y establecer relaciones diplomáticas formales.

En 1918 fue arrestado e intercambiado por Lockhart, que había sido arrestado a su vez en Rusia. Al año siguiente escribió un libro sobre The Bolshevik Revolution: Its Rise and Meaning que distribuyó el partido socialista británico.

Litvínov pasó a desempeñar la función de embajador itinerante del gobierno soviético, ingresando inmediatamente tras su regreso en la Comisaría de Asuntos Exteriores. Expulsado de Suecia donde había realizado un infructuoso llamamiento a la paz en diciembre de 1918, volvió al extranjero donde logró una acuerdo de intercambio de prisioneros entre diversos países, incluidos Francia y Gran Bretaña, su primer logro en política internacional.

Comisario de Asuntos Exteriores

En 1930 fue nombrado comisario de Asuntos Exteriores, con el beneplácito de Stalin, que le prefería al anterior comisario, Georgi Chicherin, ya muy enfermo. Su cargo oficial no tuvo contrapartida en el Partido hasta enero de 1934, lo que debilitaba su posición dentro del mismo, eliminándolo como potencial adversario de Stalin. Este, por su parte, rara vez se entrometía en el cometido de Litvínov y sólo se comunicaba directamente con los diplomáticos en las cuestiones que consideraba de suprema importancia, dejando la gestión de la Comisaría en manos de Litvínov.

Durante los primeros años al frente del Ministerio la amenaza japonesa sobre el Extremo Oriente ruso tras su ocupación de Manchuria y la grave situación económica, social y militar de la región, que coincidía con la crisis de la industrialización acelerada del país, atrajo la atención principal de Litvínov, aconsejando una política conciliatoria en Europa para evitar una posible guerra en dos frentes.
Tras la llegada al poder de Hitler, su hostilidad hacia Francia (que había establecido sanciones económicas contra la Unión Soviética en 1930 avivando el temor de éstos por una posible intervención extranjera) disminuyó, intentando acercar las posturas de su país con la de Gran Bretaña y Francia. En 1933 logró el reconocimiento oficial del gobierno soviético por parte de los EE.UU.

Tras el ingreso de su país en la Sociedad de Naciones, lo representó en ese organismo entre 1934 y 1938.

Los acuerdos de Múnich

Tras los acuerdos de Múnich entre Italia, Alemania, Francia y Gran Bretaña en septiembre de 1938, a los que la Unión Soviética no fue invitada al igual que Checoslovaquia, y la falta de reacción de las potencias democráticas ante la infracción del mismo con la ocupación alemana de Bohemia y Moravia en marzo de 1939 hicieron que la Unión Soviética entendiese que Gran Bretaña y Francia no estaban dispuestas a colaborar con el estado soviético en el mantenimiento colectivo de la paz y la seguridad en Europa. Se impuso un cambio de política exterior, para la que Litvínov era un impedimento por su actitud ante Alemania durante gran parte de la década.

Los acuerdos supusieron una gran derrota para la política desarrollada por Litvínov a lo largo de la década y el NKVD arrasó la Comisaría de Asuntos Exteriores: en enero de 1939 nueve capitales relevantes se encontraban sin embajador y muchos puestos menores se hallaban sin cubrir; apenas un puñado de diplomáticos no pertenecían a los nuevos cuadros estalinistas y las sospechas sobre el personal dificultaban las tareas del ministerio. Litvínov, evitando la crítica directa a Stalin, sopesó la dimisión, que finalmente no presentó. Los acuerdos habían sido, sin embargo, sólo la culminación de una serie de reveses que, desde 1936, habían ido minando los sistemas de seguridad colectiva y que, tras los acuerdos, habían dejado a la Unión Soviética en una situación de aislamiento internacional que desde Moscú se tenía por peligrosa para el país. La defensa de esos sistemas. que Litvínov había defendido logrando gran simpatía internacional por la Unión Soviética,27 se habían convertido en entes sin poder político, que no satisfacían a Stalin. En el XVIII congreso del Partido a comienzos de marzo de 1939 declaró que, ante la postura de las potencias occidentales, la Unión Soviética no iniciaría nuevas acciones en defensa de la seguridad colectiva, quedando a la espera de las acciones de los demás países.

Últimas negociaciones con Occidente

En abril de 1939, Mólotov, Stalin, Voroshílov y parte de los miembros del Politburó, relevaron de hecho a Litvínov, al frente de la política exterior soviética

Tras la conferencia de Múnich, Stalin dio una última oportunidad a Litvínov para enderezar la situación, que consideraba desfavorable para la Unión Soviética. A partir del 18 de abril de 1939, las riendas de la política exterior pasó cada vez más a manos de los miembros del Politburó. La propuesta estalinista incluía la firma de una alianza formal entre las tres potencias con una duración de cinco a diez años y la promulgación de garantías a todos los países europeos con frontera con la Unión Soviética, incluyendo las repúblicas bálticas y Finlandia, incluso a los países que no las deseasen ni solicitasen.

El relevo

El 3 de mayo de 1939 Stalin sustituyó a Litvínov por Vyacheslav Mólotov al frente de la Comisaría de Asuntos Exteriores. La negativa franco británica a ofrecer a la Unión Soviética un puesto de igualdad en sus planes para frenar el futuro ataque alemán y su negativa a extender sus garantías a los países bálticos, aceptadas en principio por Litvínov pero rechazadas por Stalin, obligaron a la dimisión de aquel, frente al Politburó en la tarde del día 3. Esa noche tropas del NKVD rodearon las oficinas del ministerio. Se cortó la línea de la dacha de Litvínov y, a la mañana siguiente, Mólotov, Gueorgui Malenkov, y Lavrenty Beria llegaron al ministerio para anunciar a Litvínov su relevo. Una vez consumado el cambio muchos de sus antiguos ayudantes fueron arrestados y torturados, con la intención de arrancarles información que comprometiese a Litvínov.

Últimos cargos

Al igual que Churchill, Litvínov recelaba del acuerdo de Múnich. Tras la invasión alemana de la Unión Soviética el 22 de junio de 1941 Litvínov expresó, en un comunicado radiado para Gran Bretaña y Estados Unidos: Siempre fuimos conscientes del peligro que supondría para nosotros la victoria de Hitler en Occidente, que se consideró una crítica velada a la política de acercamiento a Alemania tras Múnich.

Durante la participación soviética en la guerra Stalin nombró a Litvínov vicecomisario de asuntos exteriores y sirvió como embajador en Estados Unidos entre 1941 y 1943, contribuyendo significativamente a lograr el acuerdo de la Ley de Préstamo y Arriendo que permitió a la Unión Soviética recibir ayuda norteamericana durante el conflicto. En febrero de 1941 dejó de pertenecer al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Su etapa como ministro coincidió también con uno de los momentos de mayor represión interna en el país, conocido como Gran Purga.

Tras su muerte, ocurrida el 31 de diciembre de 1951, su viuda regresó a Gran Bretaña, como le había sugerido Litvínov con sus últimas palabras: “Inglesa, vuelve a casa”.

Yalta: Churchill, Roosevelt y Stalin

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IÓSIF STALIN

Stalin fue una de las personalidades más destacadas del siglo XX. Hombre de hierro que llevó a la muerte a millones de personas, también fue un héroe para muchos en Rusia por convertir a la Unión Soviética en un país moderno, industrializado y en general en toda una superpotencia mundial.

Iósif Vissarionovich Djugashvili, nació 18 de Diciembre de 1878 junto al Río Kura en Gori, Georgia, por aquel entonces en manos de Rusia. Siendo el menor de cuatro hermanos, su padre era un zapatero llamado Visarion Djugashvili y su madre una ama de casa radicalmente practicante de la Iglesia Ortodoxa que se llamaba Ekaterina Djugashvili. La familia Djugashvili era de lo más pobre. Su vivienda de Gorki no era más que una cabaña que tenía un único salón y una cocina. Para vivir allí la familia pagaba un rublo y medio al mes, pero el oficio de zapatero no le bastaba a su padre para costearse aquello, por lo que su esposa Ekaterina se tuvo que poner a trabajar de costurera y lavandera para familias acomodadas.

Iósif creció en un ambiente muy difícil, aunque notablemente influido por el amor de su madre, que le llamaba cariñosamente “Soso” o “Soselo”. Su padre Vissarion sin embargo era todo lo contrario porque maltrataba y daba palizas a su esposa y a su hijo Iósif. Fue en este contexto cuando Iósif comenzó a odiar toda autoridad que le reprochase. Esa misma autoridad también la veía en los niños de las clases altas, que jugaban con unos lujos que él y otros no tenían, algo normal en la Rusia del Zar Alejandro III. Estos antecedentes cambiarían completamente su personalidad hacia alguien al que no le gustaba que le mandasen, sino que le gustaba mandar él.

Seminarista

Cuando murió su padre, resultó un gran alivio para él, que por aquel entonces tenía 11 años. Pero la alegría se esfumó al cumplir los 15 años, porque su madre, profundamente seguidora de la Religión Cristiana Ortodoxa, lo inscribió en el Seminario Teológico de Tblisi, capital de Georgia. Allí marchó Iósif, siendo recluido en el seminario casi como en una prisión, sin ninguna libertad y sometido a una estricta disciplina de los sacerdotes. A pesar de que Iósif detestaba estar en el seminario, era uno de los alumnos modélicos en su promoción porque sacaba las mejores notas, algo que hizo creer a los sacerdotes que haría una gran carrera en el sacerdocio.
Pero Iósif, harto de la religiosidad extrema en el seminario, empezó a frecuentar movimientos políticos nacionalistas georgianos en sus ratos libres, además de leer libros prohibidos como la obras de Vladimir Lenin o Georgi Plejanov. Rápidamente, dentro del seminario y en la clandestinidad, se empezó a formar como marxista y cada vez más su animosidad a los sacerdotes aumentó, mientras sus notas decrecían. En 1898 ingresó en una asociación social-demócrata llamada Tercer Grupo, en la que comenzó a militar. A menudo provocaba charlas políticas, ya fuera en la calle o entre los mismos seminaristas. En cuanto se enteró la dirección del seminario, fue expulsado del colegio religioso en 1899, algo que para él fue una gran liberación.

Político en el Cáucaso

Sin estudios ni trabajo, Iósif logró ser aceptado en el Observatorio de Tblisi como empleado. Al tener tiempo suficiente para compaginar su trabajo con la política, se convirtió en un orador, aunque nunca el discurso fue su punto fuerte, más bien la dedicación. Pronto Iósif sería elegido líder de un grupo de obreros industriales y ferroviarios que por primera vez en Georgia celebraron el Día del Trabajador, el 1 de Mayo de 1900. Allí conoció a su mejor amigo que le acompañaría toda la vida, un revolucionario llamado Kliment Voroshilov.

Un año exactamente después, el 1 de Mayo de 1901, cosacos y policías rusos cargaron contra los manifestantes en una de las concentraciones por el trabajo en las que participaba Iósif. La policía secreta rusa, la “Okhrana” registró el lugar laboral donde trabajó Iósif, aunque se salvó de ser capturado porque en el último momento se ausentó. Obligado entonces a ir a la clandestinidad, tuvo que alojarse en casa de sus compañeros.

Cansado de Tbilisi, Iósif se trasladó a Batum, cerca de la frontera con Turquía bajo el seudónimo de “Koba” o “Indomable” en idioma turco. A escondidas formó células marxistas y organizó manifestaciones entre los trabajadores de las plantas petrolíferas del Mar Negro. Sin embargo en una protesta fue detenido por la “Okhrana” y condenado a su primera pena de prisión.

Con la Guerra Ruso-Japonesa entre Japón y Rusia, más la posterior derrota de esta última, tuvo lugar la Revolución de 1905 contra el Zar Nicolás II. A Iósif los sucesos le abordaron en Tblisi. Así pues, dirigiendo algunas células marxistas, organizó manifestaciones y huelgas contra la guerra, además de asaltar bancos y transportes monetarios para recaudar dinero a la fuerza.

El Partido Bolchevique

Fracasada la revolución, Iósif ingresó en el Partido Bolchevique de Vladimir Lenin. Gracias a su labor en Georgia, en donde no se desmoronó el partido tras las últimas represiones zaristas, Iósif fue enviado a Azerbayán en 1907 para mantener los principios revolucionarios, algo que hizo a la perfección con los trabajadores petrolíferos, y en especial con las minorías de Armenia, Turquía y Persia.

Paralelamente a la vida política, Iósif inició una vida familiar. La realizó con Ekaterina Svanidze, una joven georgiana con la que se casó y tuvo un hijo varón llamado Yakov. Sin embargo el matrimonio duró cinco años, pues pasado ese tiempo Ekaterina falleció en Bakú a causa de tifus. Según Iósif llegaría a afirmar que ella fue a la persona que más quiso en su vida.

Por segunda vez Iósif fue detenido por la “Okhrana” en Azerbayán y encerrado en la prisión en el que dormía apretujado con decenas de personas en una misma celda. Al ser liberado fue a San Petersburgo, pisando por primera vez la capital de Rusia en donde conoció a Lenin. Pero su inestabilidad social hizo que fuera arrestado y en esta ocasión deportado a un área de colonización en Solvychegodsk, concretamente en la provincia de Vologda. Recuperada la libertad, apenas le duró porque cuando salió en 1911, fue de nuevo apresado y enviado a Solvychegodsk.

Mientras Iósif se encontraba deportado, Lenin propuso su nombre como candidato al Comité Central en la Conferencia de Praga de 1911, aunque sus compañeros la rechazaron. Pero esa fama que fue ganando, le permitió que tras ser liberado, Lenin lo designara para viajar al Imperio Austro-Húngaro con el fin de estudiar el desarrollo marxista en ese país, que en el futuro podía ser clave. Así pues, Iósif fue a Cracovia y luego a Viena, redactando un valioso informe y conociendo por vez primera a León Trostsky.

A su regreso a Rusia, Lenin felicitó a Iósif por su labor y le ofreció trabajar para el diario Pravda junto a Jacob Sverdlov. Sin embargo, las posturas de Iósif y Sverdlov, activaron a la “Okhrana” que los detuvo y deportó como castigo a Siberia, exactamente a Kureika en 1913, región de intenso frío. La estancia de Iósif allí fue relajada, pues se dedicó a la lectura, a redactar un ensayo, a la caza o a la pesca. Una calma que precedería a la tempestad.

Revolución

La Primera Guerra Mundial, que estalló en 1914, Iósif la vivió ausente a causa de su deportación en Kureika. Fuera de allí los acontecimientos se desarrollarían con las derrotas militares de Rusia y las conquistas de Alemania, Austria-Hungría y Turquía dentro del territorio ruso. Todo eso sumado al hambre, la falta de abastecimiento y las revueltas sociales, terminaron con la abdicación del Zar Nicolás II en la Revolución de Febrero de 1917; instaurándose en su lugar un Gobierno Provisional del Príncipe Georgi Lvov cuya finalidad era llevar a la nueva República Rusa a un proceso democrático. Coincidiendo con este suceso, todos los presos políticos fueron liberados, entre ellos Lev Kámenev y Iósif que llegaron a Petrogrado el 14 de marzo para hacerse cargo provisionalmente del Partido Bolchevique hasta que Lenin regresara del exilio. Fue en este momento cuando Iósif adoptaría la designación de “Stalin” que le acompañaría el resto de su vida.
Durante la ausencia de Lenin, tanto Trotsky, como Kámenev y el propio Stalin, actuarían bajo sus propios intereses, especialmente este último, intentando pactar con el Gobierno Provisional y con el Partido Menchevique con el fin de integrarse en la vida democrática. Pero a su vuelta, Lenin montó en cólera y acusó de traidores a todos, pues según él la Revolución sólo podía darse de manos de los Soviets de obreros, soldados y campesinos, descartando al resto, tal y como lo dejó reflejado en sus Tesis de Abril, propuesta que inmediatamente Stalin aprobó pocos días más tarde con su artículo en el diario “Pravda” llamado “Tierra para los campesinos”.

Las Tesis de Abril obligaron a Lenin, aconsejado por Stalin, a marchar al exilio de Finlandia de nuevo ante los intentos del Gobierno Provisional por capturarle. Durante esta ausencia Stalin dirigió el Partido Bolchevique unas semanas, que ahora se llamaba Partido Comunista, hasta que se produjeron los “Días de Julio” en que miles de manifestaciones bolcheviques fueron frustradas. Stalin pasó a la clandestinidad, mientras que Trotsky, Kámenev y Grigori Zinoviev fueron apresados. Entonces tuvieron un golpe de suerte cuando el Presidente de Rusia, Alexander Kerensky, llamó a filas a los bolcheviques para organizar el Soviet de Petrogrado, con la finalidad de detener el golpe de Estado del general zarista Lavr Kornilov. Stalin pudo salir de su escondite y unirse a los apresados que fueron liberados. Juntos con sus revolucionarios pasaron al ataque y vencieron a Kornilov.

Gracias al Soviet de Petrogrado (1) que se volvió con mayoría bolchevique, junto al de Moscú y otros, los comunistas ganaron una inmensa fama, acrecentada por sus promesas de sacar a Rusia de la Primera Guerra Mundial. A partir de aquí Stalin pasó a un segundo plano en el partido con la vuelta de Lenin, quedando relegado a miembro del Comité Militar Revolucionario, que con su voto fue de los que se decantaron por boicotear el Parlamento que el Gobierno Provisional quería instaurar.

Fue en este contexto prerrevolucionario donde conocería a quién sería su futura segunda esposa, una mujer de 16 años llamada Nadyja Alliluyeva. Poco después sería testigo de la Revolución Bolchevique de Noviembre de 1917, pero no tomó parte en ella más que como un mero administrador de oficinas. Marginado en uno de los momentos decisivos de la Historia de Rusia, aprovechó para casarse con Nadyja, con quién tuvo un hijo e hija, Vasily y Svetlana respectivamente.

Guerra Civil Rusa

Con la Revolución de Octubre, los bolcheviques se habían hecho con el poder y Lenin se convertía en Presidente de la República Rusa, a la que dirigiría con mano de hierro. Pero él y los comunistas sólo administraban algunas ciudades como Moscú, Bakú y Petrogrado, esta última bajo competencia de Stalin. En el resto de zonas el Ejército Blanco del general Anton Denikin se levantaba contra los bolcheviques, apoyado por Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y los Aliados; mientras que para defenderse los bolcheviques solo contaban con el recién creado Ejército Rojo que Trotsky comandaba. Lenin comprendió que para ganar la guerra a los blancos, era preciso firmar la paz cuanto antes con los Imperios Centrales (Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria) y salir así de la Primera Guerra Mundial. La mayoría de comunistas se mostró en contra, sin embargo Stalin le ofreció todo su apoyo y aprobó su propuesta. De este modo Lenin se decidió y firmó el Tratado de Brest-Litovsk con los Imperios Centrales, cediéndoles Polonia, Ucrania Occidental, Letonia, Estonia, Lituania y zonas del Cáucaso, además de reconocer la independencia de Finlandia.

Como muestra de agradecimiento a Stalin por su apoyo, Lenin le nombró Comisario de las Nacionalidades. Este cargo que desempeñaba consistía en ofrecer referéndums a todas las nacionalidades y etnias del Imperio Ruso para que aceptasen o rechazasen su independencia.

Tanto Lenin como Stalin preveían que se independizarían y a continuación se impondrían partidos bolcheviques como en Rusia. Pero la cosa no salió según lo esperado, porque efectivamente se independizaron Ucrania, Finlandia, Georgia, Armenia y Azerbayán, pero ganaron las elecciones gobiernos nacionalistas de derechas en cada nuevo país. Furiosos, Lenin y Stalin ordenaron al Ejército Rojo invadir de nuevo esos países, estallando diversas guerras internas. Stalin, ubicado en el Cáucaso por aquel entonces, alentó a georgianos, azerís, armenios y ciscaucásicos a enfrentarse a sus respectivos gobiernos. Fue en este contexto, dentro de las guerrillas del Cáucaso, cuando Stalin por órdenes expresas de su boca, mandó asesinar adversarios enemigos.

Para 1918 la situación para los bolcheviques en la Guerra Civil Rusa era realmente crítica. Petrogrado y Moscú se habían quedado desabastecidas a causa del asedio que el Ejército Blanco había sometido a Tsaristyn, única fuente de grano para los revolucionarios. Lenin entonces envió a Stalin allí para poner fin a la disensión entre los revolucionarios, quienes no sabían si proseguir la lucha o rendirse. Nada más llegar Stalin escoltado por guardias armados, hizo callar a los mencheviques de Tsaristyn, partidarios de abandonar la ciudad e irse. A continuación organizó a la industria y los transportes ferroviarios, castigando a todos los que se habían negado a combatir. Rápidamente se hizo cargo de la administración y se unió a su amigo Kliment Voroshilov, que se había enemistado con Trotsky por incluir a ex-oficiales zaristas en el Ejército Rojo. La negativa de Stalin de emplear antiguos zaristas entre sus hombres, enfadó tanto a Trotsky que solicitó a Lenin su destitución. Pero en esta ocasión Lenin otorgó plenos poderes a Stalin con tal de que liberara Tsaristyn y llegase el grano. Finalmente Stalin cumplió con su deber, enviando los víveres vía ferrocarril a Moscú y Petrogrado, y resistiendo a los blancos y cosacos en la ciudad hasta que un contraataque expulsó al Ejército Blanco de Denikin con 130.000 bajas, quedando de nuevo Rusia abastecida. Aquel triunfo político y militar catapultó a Stalin a la fama, convirtiéndose en héroe de los bolcheviques por toda Rusia. Años más tarde, la ciudad de Tsaristyn cambiaría su nombre por el de Stalingrado en su honor, la cual nuevamente sería épica por la batalla que se libraría en la Segunda Guerra Mundial.

En 1920 Stalin fue nombrado por Lenin comisario y enviado a Polonia para participar en la Guerra Polaco-Soviética. Encargado del área de Lvov, Stalin se negó a avanzar con sus revolucionarios sobre Varsovia cuando Trotsky fue detenido frente a la capital por el general Jozef Pilsudski. Los polacos lanzaron una contraofensiva y destruyeron casi enteramente al Ejército Rojo. Ante este inesperado revés, Rusia se vio obligada a firmar la paz con Polonia y ceder a este país gran cantidad de territorio. Stalin que fue el culpable de aquel desastre militar con más de 200.000 bajas, supo excusarse ante Lenin, haciendo que la responsabilidad cayese en su mayor parte sobre Trotsky. El suceso polaco partiría cualquier forma de entendimiento entre Stalin y Trotsky para siempre.

Otras de las funciones de Stalin durante la Guerra Civil Rusa fue dirigir las últimas operaciones contra el Ejército Blanco del general Piotr Wrangel. Una de estas campañas fue cuando tuvo que diseñar el plan para la Batalla del Istmo de Perekop, antes de que el Ejército Rojo invadiera exitosamente la Península de Crimea.

Llegada al poder

Gracias a la actuación durante la Guerra Civil Rusa, y en especial a la acción de Tsaristyn, Stalin ascendió meteóricamente. Fue elegido diputado del Politburó (Parlamento Soviético) y mantuvo al mismo tiempo su puesto de jefe en el Comisariado de las Nacionalidades. Pero su mayor suerte fue el ser elevado a Comisario de Inspección de Obreros y Campesinos, una especie de policía secreta para Rusia, pero también para el propio Partido Comunista y sus fuerzas de seguridad. Tantos ascensos le hicieron prácticamente intocable y muy fuerte a la hora de actuar contra otros, algo en lo que Lenin se equivocó enormemente.

El 3 de abril de 1922, Stalin fue proclamado Secretario General del Comité Central del Partido Comunista, cargo que mantendría en la recién fundada Unión Soviética ese mismo año. Tal nombramiento le convertía prácticamente en el segundo hombre con más poder tras Lenin.

Cuando Lenin se quedó paralítico a causa de su enfermedad, todos los antiguos camaradas se plantearon que en caso de que falleciese, alguien habría de ser el sucesor. Stalin se puso a trabajar en ello antes que nadie. Con su puesto de Secretario General colocó en los organismos estatales a sus hombres más fieles como Voroshilov, despidió a los funcionarios que no pensaban como él y controló a la mayor parte de la prensa, incluyendo el “Pravda”.

Repuesto Lenin de su enfermedad, se quedó boquiabierto con el Politburó que encontró, lleno de cambios y atestado de los amigos de Stalin. Viendo que aquello derivaba hacia una corrupción dentro del Partido Comunista, convocó a Trotsky y a sus compañeros para advertirles del peligro que suponía Stalin. Lo cierto era que Lenin nunca había desconfiado de Stalin a quién tenía gran aprecio y por eso aquella situación supuso una desagradable sorpresa para él. Desde entonces intentó convencer a todos de que era necesario deshacerse de Stalin. Sin embargo, antes de lanzar el comunicado ante el Politburó, Lenin sufrió otro ataque en su salud y falleció el 21 de enero de 1924. El propio Stalin organizó cínicamente el funeral de Lenin y leyó un discurso en su honor.

Muerto Lenin, comenzaba la guerra dentro del Partido Comunista, aunque Stalin tenía la ventaja de haber hecho los deberes previamente colocando en cada puesto a quién le iba a ser leal. Hubo dos alas distintas: la de Trotsky que preveía una revolución mundial que llevara el marxismo al resto de países; y la de Stalin denominada “Socialismo en un sólo país” que defendía el comunismo únicamente para Rusia. La oposición fue liderada por Trotsky, pero cautamente Stalin hizo coalición con Zinoviev y Kámenev para dejarlo en minoría, algo que consiguieron en 1925, haciendo que fuera expulsado del Partido Comunista y desterrado de la URSS. Sin Trotsky, el Ejército Rojo quedó sin mando, así que inteligentemente Stalin incorporó como comandante en jefe a su mejor amigo Voroshilov. A continuación Stalin hubo de sacrificar a sus dos socios, por ello pactó con una rama más moderada del partido formada por Nikolai Bujarin, Aleksei Rykov y Mihail Tomsky, los cuales lograron derrotar a Kámenev y Zinoviev, siendo expulsados de sus puestos y declarados “burgueses encubiertos”.

Entonces por fin Stalin repartió su último gran golpe, echando del partido a Bujarin, Rykov y Tomsky. Todos los seguidores de los expulsados también fueron sacados del Politburó y las administraciones públicas. De este modo Stalin se convirtió en el único e indiscutible Secretario General de la Unión Soviética y en el supremo Jefe de Estado.

El Zar Rojo

Siendo el líder de todas las Rusias, Stalin se convirtió en el nuevo “Zar Rojo”, como muchos se atrevieron a denominarle. Su primera medida fue convertir a la URSS en un país absolutamente industrializado para que pudiera convertirse en una superpotencia. Esta etapa de transición rural a industrial fue conocida como el “Gran Cambio” o “Segunda Revolución”.

Desgraciadamente para la mayoría de campesinos de la URSS, el proyecto de industrialización significó una catástrofe. Para Stalin lo prioritario para poder dedicarse a levantar industrias en las ciudades fue colectivizar el campo a marchas forzadas. Sin embargo como el ámbito rural no dio más de sí, Stalin inició la “Deskulakización”, una represión contra los que consideraba campesinos acomodados “kulaks”, quienes constituían más del 90% de la población del mundo agrario, lo que derivó en gran genocidio en forma de terribles matanzas y deportaciones a campos de concentración. Tampoco las fábricas en las ciudades se salvaron de este terror desatado, ya que cualquier queja de los obreros, en una situación esclavista peor que con los zares, era penada con la muerte o la deportación. Uno de los sistemas de asesinato en masa fueron los llamados “gulags” consistentes en inmensos campos de concentración que podían abarcar millas en Siberia, Kazakhstán o las islas del Océano Glacial Ártico, en los que millones de presos trabajaban y morían en condiciones climáticas y salubres adversas, al tiempo que incrementaban el porcentaje industrial y colonizaban áreas despobladas.

Una de las mayores tragedias de la administración de Stalin fue la colectivización de la República Soviética de Ucrania en 1932. En esta región la mayoría de campesinos eran anti estalinistas y se negaban a entregar todo el grano porque de lo contrario morirían de hambre. Furioso Stalin, ordenó bloquear Ucrania mediante el Ejército Rojo y a través de sus comisarios eliminar cualquier ucraniano opositor mientras todo el grano de las granjas era requisado. La consecuencia de esto fue una hambruna que se extendió por toda Ucrania, Kazakhstán, el Río Volga y Asia Central que se cobraría la vida de unos 9 millones de personas en un suceso conocido como el “Holodomor” (Gran Hambre).

A pesar de todas las catástrofes humanas de la política de Stalin, los objetivos fijados inicialmente resultaron un éxito. El país quedó completamente industrializado, casi al nivel de Estados Unidos o Alemania, al multiplicarse por diez las fábricas en toda la geografía. Solamente el acero y la metalurgia aumentaron la producción un 10%, mientras que el mundo rural por primera vez se mecanizó con tractores y nuevas tecnologías. Gracias a todos estos logros industriales, acompañados de una hábil propaganda y el culto a su personalidad con la construcción de estatuas y calles o avenidas con su nombre, la popularidad de Stalin ascendió sin parar, considerándole muchos como el gran padre que había llevado a Rusia a ser una gran potencia de orden a mundial. De hecho, tras el suicidio de su esposa Nadya en el año 1932 que tantísimo le afectó, no impidió que tras un voto de confianza hacia su persona que él mismo presentó en el Politburó, la mayoría fuera favorable a su continuidad como Secretario General.

Como causa de la industrialización y la teoría del “Socialismo en un sólo país”, la URSS pudo abrirse al extranjero e ingresó en 1934 en la Sociedad de Naciones. Firmó acuerdos con varios países como la Francia de León Blum, Presidente que el Komintern dirigido por Stalin siempre intentó controlar; incluso se relacionó con Benito Mussolini, el Duce de la Italia Fascista, con quién hizo pactos comerciales. En el caso de China, los comunistas de Mao Tse-Tung se sintieron traicionados por Stalin, ya que este priorizó ayuda a los nacionalistas del Kuomintang de Chiang Kai-Shek contra la invasión japonesa, que no a los de su ideología propia. Por último fuera del ámbito nacional, autorizó la participación de una misión militar en la Guerra Civil Española ayudando al Partido Comunista Español e inició purgas dentro de Mongolia Exterior.

Acusadas de nacionalistas y de trabajar para el extranjero, decenas de etnias de la Unión Soviética fueron represaliadas o deportadas por Stalin. El indiscutible jefe siempre mostró una actitud xenófoba a todos los pueblos no rusos, a pesar de que él mismo era georgiano. Los primeros fueron los inmigrantes coreanos de Yakutia, luego los finlandeses de Carelia, los polacos de Ucrania Occidental, los chechenos de Ciscaucasia y los gitanos de las ciudades. Al quedar recluidos estas etnias, la lista de disidentes era ya tan amplia que Stalin tuvo que crear su propio ejército represor al que llamó NKVD, primeramente dirigido por Nikolai Yezhov y luego por su fiel e inseparable colaborador Lavrenti Beria.

Organizada la NKVD al mando de Beria, Stalin, ávido de poder, pudo pasar a la acción y depurar por vez primera al Partido Comunista de todos aquellos que en el futuro podían disputarle el liderazgo. El asesinato del Gobernador de Leningrado, Sergei Kirov, a manos de un trotskysta exaltado, más el descubrimiento de un futuro golpe de Estado contra él, aportó a Stalin la excusa perfecta para desencadenar la Gran Purga en 1937. Primero fueron ejecutados los miembros más antiguos del Partido Comunista y ex-compañeros de Stalin como Kámenev, Zinoviev o Bujarin. Luego se procedió a limpiar el Politburó con los diputados Pavel Postyshev, Janis Rudzutak, Stanislaw Kossior, Vlas Chubar y Rober Eije; seguido por la eliminación de 98 miembros del Comité Central, 213 generales del Ejército Rojo y 8 almirantes de la Marina Roja, entre ellos históricos como Mihail Tujachevsky, Aleksandr Yegorov o Vassili Blücher. Por último se procedió a depurar a la sociedad, ya fueran miembros el Komintern (Internacional Comunista), los intelectuales, religiosos, comerciantes, empresarios, etcétera. Libre de cualquier enemigo nunca más nadie se le opondría en secreto. La Gran Purga costó 1 millón de vidas a toda la URSS.

La agresión soviética

El Pacto de Munich de 1938 a favor de la partición de Checoslovaquia, dejó a la URSS en una posición solitaria. Sintiéndose desechado por Gran Bretaña y Francia, Stalin decidió iniciar conversaciones con la Alemania de Adolf Hitler, algo contradictorio a su ideología. Para ello expulsó como Ministro de Asuntos Exteriores a Maxim Litvinov que era judío, y puso a Viacheslav Molotov. Al principio Hitler no creyó a Stalin, pero luego, cuando el Führer comprendió que la guerra era inevitable y necesitaría aliviarse de un frente en el este de Europa para concentrarse en el oeste, empezó las negociaciones con el oso ruso. Gran Bretaña y Francia, con sendas misiones militares se sintieron engañadas por Stalin y abandonaron Rusia.

Al mismo tiempo que se formalizaban las relaciones germano-soviéticas, estallaba la Guerra del Khalkin-Gol a causa de una agresión de Japón y Manchukuo contra Mongolia Exterior, país títere de la URSS, que obligó a intervenir a Stalin. El Ejército Rojo atacó a los japoneses en Mongolia, naciendo un nuevo mito militar llamado Georgi Zukhov, general soviético que Stalin no tardó en convertir a la calidad de héroe tras conseguir expulsar a los nipones. Mientras la lucha continuaba, el mundo se sobresaltó al firmarse el Pacto de No Agresión Germano-Soviético. Stalin en persona recibió al Ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich, Joachim Von Ribbentrop. La alianza preveía un ataque a Polonia con ambas potencias desde dos direcciones para repartírsela, además Alemania autorizaba a la URSS a invadir Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía, siempre que Moscú reconociera su presencia en Memel. Aquello fue una gozadapersonal para Stalin, quién por fin iba a poder crear un Imperio.

El 1 de Septiembre de 1939 Alemania y Eslovaquia invadieron Polonia. Como la Guerra del Khalkin-Gol no terminó hasta el día 16 con un acuerdo de paz entre Japón y la URSS para volver a las fronteras anteriores a la guerra, Stalin hubo de retrasar su ataque sobre territorio polaco. Hasta el 17 de septiembre de 1939 el Ejército Rojo no invadió Polonia, un hecho clave porque anteriormente Gran Bretaña y Francia ya habían declarado la guerra a Alemania, lo que hizo que Moscú se salvara de enfrentarse a estas dos potencias. Sin embargo durante dicho conflicto Stalin hizo el ridículo ante Hitler por vez primera, pues derrotados los polacos, estos consiguieron vencer a una división soviética en Brest-Litovsk, motivo por el cual los alemanes acudieron en su ayuda venciendo a la resistencia polaca. Para octubre toda Polonia había sido ocupada, recibiendo Stalin la mitad oriental tras el Río Bug de la llamada “Línea Curzon”.

Con las manos libres, mientras Alemania y los Aliados se entretenían en el oeste, Stalin inició sus conquistas. Estonia, Letonia y Lituania fueron invadidas por el Ejército Rojo, lo mismo que la Besarabia y Bukovina en Rumanía. No obstante cuando a finales de 1939 inició la invasión de Finlandia, Stalin hizo el más completo ridículo al ser derrotado por los finlandeses, quienes prácticamente liquidaron al Ejército Rojo. Aquella agresión conllevó a Stalin a que la URSS fuese expulsada de la Sociedad de Naciones y a que Hitler creyese que Rusia era una potencia débil. Al final lo cierto fue que los rusos derrotaron a Finlandia, pero no pudieron invadirla ante la resistencia que presentó el pueblo finés, por lo que en la paz Stalin se hubo de conformar con solicitar bases en Carelia y Péstamo.

Entre 1940 y 1941, Hitler había conquistado Polonia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia, además de tener como aliados a Italia, Japón, Rumanía, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, Croacia y Manchukuo. Mientras tanto, Stalin y Beria habían perdido el tiempo represaliando a los pueblos bálticos, liquidando 25.000 oficiales polacos en la Matanza de Katyn y asesinando a Trotsky en México mediante un sicario que contrataron. Todo indicaba que Hitler iba a traicionar su alianza con Stalin y a golpearle por la espalda, pero ingenuamente el líder soviético pensó que el Führer no se atrevería. Ante esta negativa a ver la realidad, apenas se tomaron medidas más que levantar un débil tendido defensivo llamado “Línea Stalin” y a formar un Pacto de No Agresión entre la URSS y Japón. Todo eso al mismo tiempo que las divisiones alemanas se concentraban en Polonia, Rumanía y Prusia Oriental, y los servicios secretos de Gran Bretaña le avisaban una y otra vez de que el ataque era inminente.

La Gran Guerra Patria

El 22 de Junio de 1941, Alemania, Rumanía, Finlandia, Hungría, Italia, Eslovaquia y Croacia, declararon la guerra a la Unión Soviética e iniciaron la invasión de Rusia en la llamada “Operación Barbarroja”. El silencio de Stalin en las siguientes horas y días fue algo decisivo para el desastre que se iba a producir. Creyendo que Hitler estaba enfadado por algo, Stalin suplicante intentó conseguir su perdón y frenar aquella guerra. Pero el Eje durante esas tres semanas trituró al Ejército Rojo provocándole más de 3 millones de bajas y conquistando 756 kilómetros tierra adentro. Ni siquiera la captura de su hijo Yakov, que moriría a manos de las SS, le hizo ver la realidad. Para cuando Stalin reaccionó ya era demasiado tarde, pues el Ejército Rojo no tenía capacidad para hacer frente a Hitler. Stalin llamó entonces al sacrificio de todos los ciudadanos, a luchar a obreros y campesinos, a los soldados y marineros, a las mujeres y niños, a que los habitantes de las zonas conquistadas organizaran guerrillas y a que las tropas en retirada quemaran los campos y granjas. Aquella llamada nacionalista a la lucha fue bautizada por Stalin como la “Gran Guerra Patria”.

Pero en 1941 todo fueron desgracias para Stalin. Los alemanes conquistaron la Polonia Soviética, Lituania, Letonia, Estonia, Bielorrusia y Ucrania, obteniendo una gran victoria militar en Kíev, mientras que Finlandia volvió a recuperar Carelia. Leningrado quedó asediada y los germanos se situaron a sólo 34 kilómetros de Moscú. Como allí se hallaba el 75% de la industria pesada, Stalin la trasladó a los Urales, lo mismo que el Gobierno, aunque él prefirió permanecer hasta el final en el Kremlin, lo que supuso un golpe de moral favorable a la población moscovita. Sin duda aquel fue el momento más difícil y depresivo de su vida, sobre todo al saber que el Ejército Rojo había encajado más de 5 millones de bajas. Sin embargo, con la llegada del invierno a finales de 1941 y un contraataque que protagonizaron las tropas siberianas del general Zukhov, los alemanes fueron expulsados de Moscú. Con esta victoria inesperada, Stalin había salvado a la URSS temporalmente.

Stalin comprendió que para ganar la guerra era necesario cooperar con los Aliados y por tanto sortear todas las diferencias pasadas con los países capitalistas. Por eso mismo, el Primer Ministro británico y conservador, Winston Churchill, formalizó una alianza con Stalin a pesar de la diferencia abismal de pensamiento. Gracias a ello, tanto tropas soviéticas como británicas invadieron Irán en una breve guerra con la finalidad de que Stalin pudiera aprovechar dicho territorio para recibir los suministros necesarios en su lucha contra Hitler. Poco después, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos y su Presidente Franklin Delano Roosevel, se unieron a la Gran Alianza Churchill-Stalin, lo mismo que la China de Chiang Kai-Shek o la Francia Libre de Charles De Gaulle.

Una nueva ofensiva del Eje se desató en 1942, conquistando los alemanes Crimea, la Rusia Suroccidental y parte de Ciscaucasia, prendiéndose simultáneamente una rebelión nacionalista antisoviética en Chechenia, Calmucia y otros lugares del Cáucaso. Desbordado Stalin por los acontecimientos solicitó a Churchill y Roosevelt la apertura de un segundo frente en Europa que aliviara la ciudad de Stalingrado, antigua Tsaristyn, que era asediada por los alemanes, rumanos, húngaros, italianos y croatas. Pero los Aliados únicamente respondieron con un desembarco en Marruecos y Argelia, que poco solucionaba la crisis soviética. Viendo que Stalin se quedaba sólo, arengó al pueblo ruso, pidiendo el mayor sacrificio que jamás hubiera hecho. Cientos de miles de soldados soviéticos fueron lanzados a la muerte dentro de las ruinas de Stalingrado. Para evitar cualquier deserción Stalin ordenó crear batallones de la NKVD con el único fin de impedir que los soldados huyesen. Ametrallados por desertores murieron 13.000 soldados soviéticos acusados de traición. Su lema más escuchado era “¡En nombre de Stalin, ni un paso atrás!”. Mientras tanto Hitler se obsesionó con Stalingrado por llevar el nombre de su oponente, y Stalin se obcecó en defenderla hasta el final. Pero la mortal resistencia generó sus frutos porque en noviembre de 1942, el Ejército Rojo dirigido por Zukhov y Vasily Chuikov lanzó la contraofensiva, eliminando a los rumanos en los flancos y cercando la ciudad con el VI Ejército Alemán en su interior. A diferencia de Hitler, Stalin escuchó las opiniones de sus generales, lo que le permitió desarrollar las campañas de forma más exitosa. Para febrero de 1943, los alemanes fracasaron en sus intentos de romper el cerco y los ejércitos italianos y húngaros fueron destruidos. Von Paulus derrotado, se rindió con 90.000 hombres. La Batalla de Stalingrado costó a los soviéticos 2 millones de bajas y unas 400.000 al Eje, aunque en el caso de estos últimos, no podían reponerlas. Ante aquella victoria que cambió la Segunda Guerra Mundial, Stalin se autoproclamó “Mariscal de la Unión Soviética”.

Con la victoria en Stalingrado, Stalin podía priorizar sus opiniones sobre los Aliados, ya que ellos no habían cosechado un éxito militar tan grande, teniéndose que conformar con la derrota de Italia. A partir de 1943 los triunfos del Ejército Rojo se sucederían en la Batalla de Kursk, la liberación de Ucrania y la resistencia en Leningrado. Sin embargo al mismo tiempo que se producían victorias, Stalin inició operaciones de castigo contra las minorías nacionales a las que falsamente acusó de traición. Entre las víctimas perseguidas y deportadas a gulags estaban los inmigrantes alemanes del Volga, habitantes griegos, los chechenos, ingusetios, calmucos, balkares, kabardinos, armenios o tártaros de Crimea; incluso también hubo matanzas aisladas en Georgia, Azerbayán o Ucrania; además de los castigos a los rusos pro-alemanes del general Andrei Vlasov.

Entre el 28 y 1 de diciembre de 1943 se realizó la Conferencia de Teherán, en la cual Stalin se mostró amistoso con Churchill y Roosevelt, brindando en honor del primero por su cumpleaños. Pero lo mejor que sacó de Teherán fue la aprobación de presionar a Roosevelt en contra de Churchill para efectuar el Desembarco de Normandía en lugar de una invasión a los Balcanes como sugirió el primero. Stalin cumplió con lo prometido, y tras el Día D en Francia, lanzó la “Operación Bragation” en la que el Ejército Rojo derrotó a los alemanes con más de 200.000 bajas, liberando toda Bielorrusia y Ucrania. Como Stalin había recuperado sus fronteras de antes de la guerra, ordenó la conquista de Europa Oriental. El Ejército Rojo invadió Rumanía y violó a la neutral Bulgaria, colocando a un gobierno títere comunista bajo mando de Georgi Dimitrov. Luego les tocó el turno a Lituania, Letonia y Estonia con la consiguiente represión; logrando también sacar a Finlandia del conflicto a cambio de obtener Carelia. Respecto a los Balcanes, Stalin puso bajo su control a Yugoslavia con el Mariscal Josip Tito a la cabeza y a Albania con Enver Hoxa.

La cuestión polaca fue la más polémica de todas porque Stalin siempre había querido tener a Polonia bajo su influencia tras la derrota soviética, de la que él fue en parte responsable, durante la Guerra Polaco-Soviética de 1919-1920. Por eso mismo en agosto de 1944, para evitar los polacos ser dominados por Stalin, se sublevaron en el “Levantamiento de Varsovia”. Stalin ordenó entonces detener al Ejército Rojo frente a la capital polaca con la intención de que los alemanes derrotaran a los polacos para luego lanzarse él contra ambos. De hecho Stalin negó cualquier tipo de ayuda a Varsovia, contemplando satisfecho como la oposición polaca era exterminada por las SS desde el otro lado del Río Vístula. Churchill furioso, solicitó intervenir a favor de los polacos, pero Roosevelt más proclive a Stalin, otorgó la razón al soviético y reconoció a un gobierno pro-comunista, en lugar del legal ubicado en Londres que dirigía Wladyslaw Sikorski. Finalmente los alemanes derrotaron a los polacos y a continuación se retiraron de Polonia, cediéndola casi gratuitamente a los rusos. Checoslovaquia sufrió el mismo destino que Polonia, instaurándose un gobierno bolchevique controlado por Stalin, pero no ocurrió lo mismo en Grecia, porque Churchill se anticipó a los rusos desembarcando a tropas británicas que impidieron a los comunistas llegar al poder. Así pues, los casos polaco y checoslovaco, pudieron considerarse el primer paso de Stalin hacia la Guerra Fría.

La Conferencia de Yalta fue un último intento de Churchill para aplacar a Stalin, aunque una vez más Roosevelt se impuso a su compañero británico, obedeciendo al líder soviético, ya que a cambio de ingresar en la Organización de Naciones Unidas (ONU), la URSS recibiría bajo su órbita a Polonia, Rumanía, Hungría, Bulgaria, Yugoslavia y Albania, acordándose también que en cuanto acabase la guerra en Europa, los soviéticos debían atacar a Japón. Sin saberlo y para vencer a Hitler, los Aliados prácticamente estaban entregando el mundo a Stalin.
Durante la primavera de 1945, los rusos entraron en Alemania, siguiendo la orden de Stalin de saquear todo a su paso y lanzándose a una auténtica orgía de sangre mediante la violación de millones de mujeres. En este proceso Stalin no dudó en enfrentar a Zukhov con el mariscal Konstantin Rokossovsky, por ver quién de los dos iba a ser el primero en tomar Berlín, para asegurarse de que ninguno de los dos se convirtiese en un héroe a ojos del pueblo soviético que pudieran hacerle sombra. Así pues la capital de Berlín, asediada y convertida en ruinas, Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945. Una semana después, el día 8 de mayo, Alemania se rindió incondicionalmente a los Aliados.

Terminada la guerra en Europa, la Segunda Guerra Mundial continuaba en Asia y Stalin estaba dispuesto a sacar tajada. En la Conferencia de Potsdam en junio de 1945, Stalin se encontró con dos caras nuevas: el Presidente estadounidense Harry Truman y el nuevo Primer Ministro Clement Attle, ya que Roosevelt había muerto y Churchill había perdido las elecciones. Como los dos líderes eran novatos, Stalin supo obtener la autorización para legalizar sus conquistas en Europa y además obtener territorios en Asia y el Océano Pacífico tras su inminente declaración de hostilidades a Japón. Así pues, poco después de la bomba atómica de Hiroshima, el 8 de agosto de 1945, la URSS declaró la guerra a Japón, Manchuria y Mongolia Interior. La campaña fue rápida y en cuestión de un mes el Ejército Rojo conquistó Manchuria, Corea, las Islas Kuriles y los antiguos territorios perdidos en la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, curiosamente de la cual se mostró en contra en su juventud, que incluían la Isla de Sajalín y Port Arthur.

El 2 de septiembre de 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial y Stalin quedó como el gran vencedor, aunque a costa de 27 millones de muertos. La victoria de Stalin había logrado crear uno de los Imperios más grandes de la Tierra con 800 millones de habitantes, ampliando la Unión Soviética que extendió sus dominios a Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Rumanía, Moldavia, Bulgaria, Albania, Yugoslavia, Hungría, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Carelia Finesa, Isla de Péstamo, Prusia Oriental, Norte de Persia, China, Corea del Norte, Manchuria, la Islas Kuriles y la Isla Sajalín.

Telón de Acero

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el desfile de la Victoria fue multitudinario, siendo Stalin considerado un héroe cuando se asomó a las masas desde el palco del Kremlin. No obstante Stalin sentía envidia de los norteamericanos por su posesión de la bomba atómica, lo que le hizo comprender que tendría que explotar hasta el límite a su pueblo una vez más para colocarse a la altura de Estados Unidos si quería que la ideología comunista sobreviviera. Así pues, de nuevo los “gulags” de Siberia comenzaron llenarse de disidentes como en tantas otras ocasiones, Ucrania volvió a padecer una hambruna con medio millón de muertos, se hicieron pogromos contra los judíos y se empleó como esclavos a los prisioneros del Eje capturados durante la Segunda Guerra Mundial.

Inevitablemente la expansión estalinista generó en una ruptura entre la Unión Soviética de Stalin y los Aliados Occidentales. Separados por el “Telón de Acero”, Stalin bloqueó la zona ocupada de Berlín, obligando a los Aliados a abastecerla por aire. Fue entonces cuando el líder soviético presionó mediante la fuerza a todos los países ocupados en la Europa Oriental para que pusieran al servicio de Rusia sus industrias y ciudadanos con la finalidad de hacer la competencia a Occidente, algo lo que no le salió tan bien porque en 1948 la Yugoslavia de Tito, sin querer rendir cuentas a nadie, se marchó del bloque soviético para fundar un “comunismo titista” de no alineación. Por lo menos en 1949 las cosas mejoraron porque Stalin consiguió la bomba atómica para la URSS y contribuyó a la victoria comunista de Mao Tse-Tung sobre la República Popular de China. Incluso en 1950 Stalin envió a 26.000 tropas soviéticas a la Guerra de Corea con la intención de ayudar a Kim II-Sung de Corea del Norte contra la Corea del Sur patrocinada por Estados Unidos.

Mientras Stalin se entretenía en el extranjero, dentro de la URSS comenzó a ver conspiraciones por todos sitios, motivados en parte por la caída de su salud. En su locura llamó a su siempre fiel Beria de la NKVD para que le hiciese el trabajo sucio. Comunistas históricos fueron detenidos y también a determinadas minorías étnicas se las envió a “gulags”. El líder había perdido completamente la cabeza y apenas salía del Kremlin. A finales de 1952 tuvo lugar la “Conspiración de la Batas Blancas”, una invención del diario Pravda, alentada por Stalin con la intención de acusar a los judíos de querer entregar la URSS al capitalismo. Fue entonces cuando Stalin preparó una Gran Purga como la de 1937, acompañada por un 2º Holocausto de los judíos de Europa a los que iba a deportar a campos de concentración. A raíz de esta obsesión, todos los allegados a Stalin vivían aterrados ante la perspectiva de venganza por parte de su líder, llegando incluso sus mejores amigos a sentirse inseguros. Sin embargo y contra todo lo esperado, un acontecimiento inesperado los salvaría a todos.

Muerte

Sobre las 10:00 horas del 1 de marzo de 1953, el criado de Stalin entró en su habitación y lo encontró tendido en el suelo, aquejado de apoplejía a causa de hipertensión. Finalmente, a las 22:10 del 5 de marzo de 1953, la vida de Iósif Stalin se apagó para siempre a la edad de 74 años.

Oficialmente el entierro se realizó en Moscú por todo lo alto. Millares de ciudadanos acudieron a llorar frente a la capilla ardiente de su líder. Poco después sería enterrado en el Mausoleo de la Plaza Roja de Moscú, precisamente donde descansaba la momia de Vladimir Lenin.

Legado

Nada más producirse la muerte de Stalin, sus más cercanos colaboradores comenzaron a disputarse su puesto. Beria que era el más peligroso, además del más sanguinario, fue el primero en caer, ser detenido y ejecutado por sus crímenes. Los partidarios reformistas comenzaron una purga de todos los estalinistas para evitar que alguien como Iósif volviera a dirigir el país. El nuevo Presidente, Nikita Kruschev denunció los crímenes de Stalin ante el Politburó y rehabilitó a todas sus víctimas, poniendo en libertad a los millones de presos políticos, minorías étnicas y prisioneros de guerra del Eje que todavía se repartían por los “gulags” y campos de concentración de Siberia. Los símbolos de Stalin fueron suprimidos y se retiró su cuerpo del Mausoleo de la Plaza Roja, el cual fue posteriormente fue incinerado. Sin Stalin, la Unión Soviética entró en un proceso político mucho más moderado que acabaría hasta la caída del comunismo en 1991.
Iósif Stalin se convirtió dentro del ideal mundial en uno de los mayores responsables de genocidio de la Historia Universal. Alrededor de 20 millones de personas murieron bajo la hoz y el martillo de la Unión Soviética que él mismo dirigió.

KLIMENT EFREMOVICH VOROSHILOV

Nació en Verjneye, en 1881). Fue uno de los más estrechos colaboradores de Josif Stalin, tras cuya muerte en 1953 pasó a ocupar la presidencia, puesto que ocupó hasta 1960. Durante su época en la clandestinidad fue conocido con el sobrenombre de Vorlodik.
Era hijo de un ferroviario y de una asistenta, y debido a la pobreza de su familia tuvo que comenzar a trabajar en las minas Golubav cuando contaba con siete años. A los 16 años se sintió atraído por los diferentes grupos rebeldes que surgieron en Rusia, y fundó una célula revolucionaria entre los trabajadores de la planta metalúrgica de Alchevsk donde trabajaba. Promovió en 1899 la celebración de una huelga, lo que provocó su primera detención. En 1903, tras trasladarse a Lugansk, se afilió al partido bolchevique, motivo por lo que fue arrestado varias veces por la policía zarista.

Durante la revolución de 1905 fue el encargado de organizar el levantamiento de los trabajadores de Lugansk. Fue elegido al año siguiente presidente del soviet de dicha ciudad, en cuya condición participó como delegado en el 4º Congreso de su partido celebrado en Estocolmo, donde empezó a colaborar con Lenin. Fue detenido de nuevo en 1907 y deportado a Archangelsh, lugar del que se escapó para continuar con su actividad revolucionaria. Poco tiempo después acudió al 5º Congreso bolchevique. Allí conoció a la que con el paso del tiempo se convertiría en su mujer, Iakaterina Davidovna Gorbran.

Al estallar la Primera Guerra Mundial se trasladó a Petrogrado, donde tomó parte activa en la Revolución de febrero. Ingresó en el soviet de la ciudad como representante del Regimiento Izmailovsky. En agosto de 1917 regresó a Lugansk, donde fue elegido jefe del soviet y jefe de la duma. Estas responsabilidades le impidieron acudir al 2º Congreso de los soviets de todas las Rusias; sin embargo, su ausencia fue elegido miembro del Comité Ejecutivo Central.

Tras la Revolución de Octubre, en la que los bolcheviques tomaron el poder, Lenin le envió a Ucrania con el grado de comandante para que dirigiese las tropas anti bolcheviques. Organizó varios grupos de guerrillas y el embrión de lo que se convertiría en el Ejército Rojo. Llegó a reunir una fuerza de 15.000 hombres, que recibió el nombre de 10º Ejército. Durante la defensa de la ciudad de Tsaritsyn, en el verano de 1919, comenzó su estrecha colaboración con Stalin, quien era el comisario político de la región. Se opuso a la opinión de Lenin de formar un ejército regular con la ayuda de antiguos oficiales zaristas, ya que era partidario de construir una milicia de partisanos y guerrillas.
En mayo de 1920 pasó a ocupar el puesto de Comisario Político del Frente Sudoeste, donde el ejército polaco había avanzado hacia el interior de Ucrania y sitiado la ciudad de Kiev. Gracias a sus éxitos militares fue ascendido a general; en 1921 nombrado miembro del Consejo de Guerra de Moscú y pasó a ocupar un puesto en el del Comité Central del Partido Comunista Soviético. Acudió como representante del Primer Ejército al 10º Congreso del partido Comunista.

En mayo de 1924 reemplazó a Trotsky como comandante del Distrito Militar de Moscú. Al producirse el fallecimiento de Mijail Vasilievich en 1925, asumió la presidencia del Consejo Militar Revolucionario y el cargo de Comisario del Defensa. Un año después fue nombrado miembro del Politburó del Comité Central del Partido Comunista. Bajo las órdenes de Stalin inició una purga en las filas del ejército, con el fin de eliminar cualquier oposición al jefe de Estado, e hizo desaparecer a dieciséis mil oficiales. Durante el 17º Congreso del partido en 1934, la ciudad de Lugansk fue rebautizada como Voroshilovgrad. Fue ascendido por Stalin en 1935 a mariscal como premio a su fidelidad. Efectuó una segunda purga en 1937, la que acabó con el fusilamiento de ocho tenientes generales.

En 1939 fue encargado de dirigir las tropas durante la campaña de Finlandia, pero sus fracasos iniciales provocaron su sustitución por el mariscal Timoshenko. Cuando los alemanes atacaron la Unión Soviética en junio de 1941, fue nombrado comandante de las fuerzas del Ejército del Norte. Voroshilov no logró evitar que las tropas alemanes cercaran la ciudad de Leningrado. Su fracaso hizo que en septiembre de 1941 fuera cesado como comisario de Defensa, y se le desplazara al frente septentrional. Al finalizar la guerra, supervisó como representante personal de Stalin la firma del armisticio con Finlandia, tras lo que se trasladó a Hungría, país en el que dirigió hasta 1947 el establecimiento del régimen comunista.

A su regreso a Moscú fue nombrado por Stalin viceprimer ministro, y pasó a ocupar un puesto en el Politburó como experto en temas militares. Su prestigio y su influencia disminuyeron poco a poco hasta que, a principios de 1953, cayó en desgracia a los ojos de Stalin. Cuando en marzo de ese año se produjo la muerte de Stalin, Voroshilov se convirtió en el presidente del Presidium del Soviet Supremo, lo que le convertía en el jefe del Estado de la Unión Soviética. En 1957 se unió a otros miembros del Presidium para evitar el acceso al poder de Kruschev, por lo que fue vuelto a llamar a Lugansk.

Fue sustituido por Leónidas Breznev en 1960 dentro de la política iniciada por Nikita Kruschev con el fin de alejar a los políticos implicados en el régimen de Stalin. Volvió a la vida pública en 1964, al producirse la muerte de Kruschev. Aunque sus apariciones eran simbólicas, era reelegido anualmente cono miembro del Soviet Supremo. Tras su muerte, ocurrida el 2 de diciembre de 1969, Lugansk volvió a denominarse Voroshilovgrad. Durante su vida recibió numerosas condecoraciones: dos veces Héroe de la Unión Soviética, ocho órdenes de Lenin y seis órdenes de la Bandera Roja.

La Puerta de Alcalá: en cada uno de sus arcos, colocaron los rojos durante la Guerra Civil española, unas fotografías de esos tres ‘ejemplares’ personajes…

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(1) Se llamó Petrogrado del 31 de agosto de 1914 hasta el 24 de enero de 1924. Luego Leningrado hasta la muerte de Lenin hasta el 8 de noviembre de 1991, como San Petersburgo desde esta última fecha.