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10 junio 2015 • "Yo reinaré a pesar de mis enemigos"

Marcial Flavius - presbyter

Novena al Sagrado Corazón de Jesús. Día séptimo: Segunda parte de la consagración: ser apóstol

sagrado-corazon-jesusConsagrarse al Sagrado Corazón de Jesús es cosa fácil y al alcance de todos, cualquiera, en cualquier circunstancia de la vida en que se sienta movido a ello puede hacerlo pronunciando privadamente una fórmula de consagración.

Pero otra cosa es vivir la consagración, vivir entregado al Corazón Divino. El vivir plenamente entregado a Él supone estar pronto a dar más. A hacer más para transformarnos en Él. Esto se consigue practicando el apostolado de acuerdo con la segunda parte del pacto que supone la consagración: Cuidar del Corazón de Jesús y de sus cosas. Pero podemos preguntarnos, ¿Quién soy yo para hacer esto? ¿Cómo podré hacerlo? Las cosas del Corazón de Jesús todas se reducen a una: su Reinado.

1. EL REINADO UNIVERSAL DEL SAGRADO CORAZÓN

1.a. Lo afirma la Sagrada Escritura en numerosos pasajes: «Y dominará de mar a mar; desde el río hasta los confines de la tierra… Y doblarán sus rodillas ante Él todos los reyes de la tierra; todas las gentes le servirán» (Ps 71,8.11) «Y se convertirán al Señor todos los confines de la tierra; y se humillarán ante Él todas las familias de las gentes» (Ps 21, 28).

1.b. Es una de las peticiones del Padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino»

1.c. Lo afirma con gran alegría Santa Margarita: «reinará este amable corazón a pesar de Satanás». Y en una de sus cartas pone en boca del Corazón de Jesús estas palabras: «Yo reinaré a pesar de mis enemigos y de todos aquellos que se opusieran a ello».

«Cuántos corazones, oh Señor, te esperan. Cuántas almas se consumen por apresurar el día en que solo Tú vivirás y reinarás en los corazones. Ven ¡oh Señor Jesús! Hay tantos indicios de que tu vuelta no está lejana…» (Pío XII, Pascua 1957)

2. TRES MANERAS DE SER APÓSTOL

Además de la oración y la reparación, podemos fijarnos en otras tres maneras de ser apóstoles de este reinado: las buenas obras, la mortificación y el apostolado.

2.a. Las buenas obras

Ofreciendo uno al Señor por la mañana todo cuanto bueno piense, diga y haga y haciéndolo todo con la mayor perfección posible, como recreándose en hacerlo bien por que reine, no sólo es apóstol de su reinado, sino que continuamente le está dando culto, trabajando y orando para que reine el Sagrado Corazón.

2.b. La mortificación pasiva y activa

Diariamente se nos presentan a todos contrariedades penas, dolores y cruces, sin poderlas evitar y que hemos de llevar queramos a o no. Venido todo de la mano de Dios directa o indirectamente ¿por qué no lo aceptamos y soportamos con gusto, para que reine el Corazón Divino? Es de fe que nada sucede, excepto el pecado, sin la voluntad de Dios. Hagamos, pues, de la necesidad virtud.

Además, ¿quién no puede ofrecer diariamente al Señor para que reine, un gran número de mortificaciones pequeñas, sobre todo de los sentidos: de la vista, del oído, de la lengua, del gusto…?

2.c. El apostolado externo

Este debe ser del buen ejemplo, de la palabra y de la propaganda ¡Cuánto bien hacen, sin darse cuenta, las personas que obran con rectitud! Por el contrario, ¡cuánto mal hace a las almas el mal ejemplo!

«La fe nos entra por el oído» (Rom 10,17) ¡Cuánto bien, pues, se puede hacer hablando de cosas buenas, catequizando, instruyendo, promoviendo conversaciones piadosas… Una hoja, una estampa, asociaciones que promuevan el culto al Sgdo.Corazón….