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6 julio 2022 • Es preciso declarar la rebeldía e inaceptación radical de esa ley, y la denuncia de sus autores • Fuente: Más España y más democracia

Pío Moa

Desafiar la ley de la cheka

La ley de memoria histórica, rebautizada democrática para mayor sarcasmo, revela perfectamente, en tres aspectos básicos, la situación de democracia fallida en la que se encuentra hoy España.

En primer lugar, es una ley totalitaria. En ninguna democracia puede un gobierno permitirse dictar a los ciudadanos lo que deben creer o dejar de creer sobre el pasado de su nación. Esta ley ataca las libertades básicas de opinión, investigación, expresión, asociación y cátedra, y debe reconocerse como una gravísima amenaza a la convivencia en libertad de los españoles.

En segundo lugar, la versión de la historia que tratan de imponer es evidentemente falsa. Si no lo fuera, dejaría el problema al debate intelectual democrático en la sociedad. Pero es indudable que esa versión no puede sostenerse en un debate libre, por lo que necesita respaldarse en  una ley tiránica y delictiva.

En tercer lugar, al prohibir y amenazar con gruesas multas lo que llama “exaltación del franquismo”, sigue los dictados de los sectores más peligrosos para la continuidad de España y la democracia. Pues, en efecto, quienes muestran tal odio liberticida y evidentemente enfermizo –pues el  franquismo dejó de existir hace más de cuarenta años–  son precisamente los asesinos de la ETA y sus simpatizantes; los socialistas, conocidos ante todo por  su corrupción y complicidad con los primeros; los comunistas, a los que cabe definir como demócratas de la opresión y el  genocidio;   los separatistas, empeñados en destruir España en función de delirios racistas; y los políticos del PP, que solo quieren entender de dinero y su “gestión” de acuerdo con los socialistas, con quienes comparten la corrupción. Estos partidos son sembradores profesionales del odio y de la mentira, que está llevando al país al fracaso de la democracia y de la convivencia en paz y libertad.

Esa gente tiene sin duda derecho a sus opiniones en democracia, pero de ningún modo a imponerlas tiránicamente, como pretenden y vienen haciendo. En el pasado se ha visto a partidos totalitarios imponer leyes liberticidas utilizando los formalismos democráticos. Así obraron los nazis y así obran sus actuales imitadores. Pues al margen de cuál sea su ideología concreta, los métodos son los mismos e igualmente sus resultados: la abolición de la democracia.

Por todo ello es preciso declarar la rebeldía e inaceptación radical de esa ley, y la denuncia de sus autores que, si la democracia se impone como seguramente lo hará, deben terminar en el banquillo. Porque o la democracia los pone en su sitio, o ellos destruirán la democracia y a la propia España.