Widgetized Section

Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone

16 marzo 2020 • Afirma que el general Balmes era «el confidente íntimo del general Franco».

Moisés Domínguez Núñez

Versión del accidente del general Balmes realizada por Marchel Chaminade

No dejan de aparecer nuevos documentos sobre las circunstancias en las que se produjo la muerte del general Balmes el 16 de Julio de 1936 en el polígono de la Isleta de las Palmas de Gran Canarias y que viene a completar los parcos datos que tenemos de este hecho luctuosos que quieren convertir en el primer asesinato de Franco algunos “evangelistas” de la verdad oficial, a saber, el economista Ángel Viñas y los “mariachis” que le aplauden con las orejas.

Como quizás sea una de las últimas oportunidades de escribir sobre este asunto, sin recibir la sanción coercitiva (administrativa o penal) correspondiente del nuevo Ministerio de la Verdad orweliano -que quizás presida este adalid de los historiadores de combate- nos adelantaremos a la jugada maquiavélica y lo daremos a conocer. La red se convierte en este caso en un buen arcón donde guardar esta «evidencia primaria relevante de época» (EPRE).

Presento el trabajo que realizó a los efectos oportunos el gacetillero francés Marchel Chaminade y que salió publicado en la portada y en la página doce del vespertino parisino Candide del 1 de marzo de 1939.

Lo relevante de este artículo es que afirma que el general Balmes era «el confidente íntimo del general Franco». La declaración es importante pues viene de una mano inocente e imparcial que no ganaba nada al decir que Balmes «se encargaría del mando de las Islas Canarias» a la marcha del general Franco.

Otro dato enigmático es lo que nos dice sobre el día anterior a la muerte del general Balmes «en condiciones igual de misteriosas y en el mismo campo de tiro, un proyectil que no se sabe de dónde salió le había rozado el vientre, diciéndole a su esposa, sin querer dar muchas explicaciones, que estaba vivo de milagro». ¿Quién realizó ese disparo desafortunado? Viñas estará aterrorizado si se descubriera que fue algún anarquista, comunista o algún miembro de la masonería quien hizo este primer disparo de la Guerra Civil.

Aquí presentamos un párrafo de este artículo, que ha sido traducido por el dicente y que por lo tanto si contiene alguna imprecisión es solo imputable a este manirroto investigador.

Fuente: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k4689367f/f1.highres

Una muerte providencial

Por los mensajes y las conversaciones radiofónicas en lenguaje acordado, de los cuales sólo unos pocos oficiales seguros de su entorno tenían la llave, el general Franco sabía que en Marruecos todo estaba preparado y que los oficiales de la Legión habían aprovechado de las grandes maniobras que se desarrollaban unas semanas antes en la región de Ketama, (la región de los cedros del Rif), para tomar sus últimas disposiciones. El movimiento debía estallar simultáneamente en todos los acuartelamientos importantes de Marruecos. La fecha ya había sido cambiada varias veces. Fijada en primer lugar para el 15 de agosto (1936), después para el 21 (de Julio), y finalmente para el 19 de Julio. Ante la inminente revolución comunista y después del asesinato de Calvo Sotelo no había la menor duda que había que adelantarse al golpe de izquierdas. El levantamiento estaba ya decidido para la noche del 17 al 18 y es en Melilla donde debía iniciarse.

Por lo tanto, no había más tiempo que perder para llegar a tiempo. ¿Qué hacer? Pasaron horas sin proporcionar una solución.

Ya eran las tres de la tarde cuando, de repente, el teléfono sonó en la Comandancia. Desde Las Palmas se anuncia que el general Amado Balmes, que estaba al mando de esta ciudad, acababa de recibir un disparo mortal. Según la versión oficial, resultó herido mientras manejaba un arma en el campo de tiro. Pero ya la víspera, en condiciones igual de misteriosas y en el mismo campo de tiro, un proyectil que no se sabe de dónde salió le había rozado el vientre, diciéndole a su esposa, sin querer dar muchas explicaciones, que estaba vivo de milagro.

Era el confidente íntimo del general Franco, que había acordado con él que se encargaría del mando en jefe de las Islas Canarias inmediatamente después de su partida y proclamaría el estado de sitio. Su muerte inesperada privaba al mismo tiempo al general Franco de uno de sus colaboradores más valiosos y trastornaba todos los planes que se habían realizado.

Pero también le proporcionó el pretexto plausible y apropiado que se había buscado hasta entonces para ir a Las Palmas. Inmediatamente fue informado del acontecimiento, el subsecretario de Estado para la guerra, en nombre del Ministro, concedió al general Franco y a su familia el permiso para asistir a los funerales del general Balmes.