Widgetized Section

Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone

29 agosto 2015 • "Buscad, pues, primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura"

Marcial Flavius - presbyter

14º Domingo después de Pentecostés: 30-agosto-2015

Rito Romano Tradicional

Evangelio

Mt 6, 24-33: En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores: porque, o aborrecerá al uno, y amará al otro o al uno sufrirá, y al otro despreciará. No podéis servir a Dios, y a las riquezas. Por tanto, os digo: no os inquietéis por hallar que comer para sustentar vuestra vida, o por los vestidos para vuestro cuerpo. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo como no siembran, ni siegan, ni tienen graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. Pues, ¿no valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros, a fuerza de discurrir, puede añadir un codo a su estatura? ¿Y por qué andáis solícitos por el vestido? Considerad como crecen los lirios del campo: ellos no trabajan, ni hilan. Y sin embargo, yo os digo, que ni Salomón, en el apogeo de gloria, llegó a vestirse como uno de estos lirios. Pues, si el heno del campo, que hoy es, y mañana es echado al horno, así viste, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: «¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?» porque los gentiles se afanan por estas cosas. Ya sabe vuestro Padre que habéis menester de todas ellas. Buscad, pues, primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura.

Jesus predicando sermon de la montañaReflexión

El tema de la Providencia divina que se inclina con amor hacia las necesidades del hombre aparece en el Evangelio de este Domingo.

«No os inquietéis por hallar que comer para sustentar vuestra vida, o por los vestidos para vuestro cuerpo». Si Dios provee a las necesidades materiales de los hombres, más aún lo hace a las espirituales: «Ya sabe vuestro Padre que habéis menester de todas ellas. Buscad, pues, primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura».

Por fundamentarse el cristianismo en la caridad, con todas sus exigencias, no permite el aislamiento social de la conciencia egoísta. Hay problemas humanos de tipo social y material —planteados por el egoísmo y la injusticia de los hombres— que entran de lleno en la misión del Evangelio: tal es la cuestión social.

Jesús tropezó aquí con el eterno problema de que no hay lugar para la Religión cuando el estómago está vacío de que, cuando el hombre vive como los animales, necesariamente desprecia lo espiritual, peligran la moral y la conciencia. En otra ocasión, la trascendencia del problema la hizo patente con un milagro en el que el ofrecimiento de lo que tenían aquellos hombres, cinco panes y dos peces, representa el gesto de cooperación personal para la solución del problema.

La cuestión social no se soluciona ni con las recetas del capitalismo liberal, ni con las del socialismo, ni las del comunismo, ni siquiera repartiendo subvenciones que no hacen más que aumentar las avaricias, los descontentos y las inmoralidades. Principios básicos evangélicos:

Hoy no hace falta multiplicar milagrosamente los panes cuando bastaría no multiplicar paganamente los lujos y despilfarros.

  • Conciencia social cristiana: una fe real que arranque del concepto de “hermanos”, con los mismos sentimientos de Cristo que sentía compasión de las muchedumbres, eficiente y actuante con plena conciencia social.
  • Atención a la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales teniendo valor para afrontar los problemas existentes y buscando su solución con una caridad efectiva, sobrenaturalizando y completando las exigencias de la justicia.
  • Y, por último, lo más importante: no olvidar que con independencia de los bienes de que disfrutemos en la tierra, la muerte nos los arrebatará: «¿qué aprovechará al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?» (Mt 16,26).