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16 mayo 2015 • "Llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios"

Marcial Flavius - presbyter

Domingo despues de la Ascensión: 17-mayo-2015

Rito Romano Tradicional

Evangelio

Jn 15, 26-27; 16, 1-4: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el defensor, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Y vosotros también lo daréis, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No os dije esto desde el principio porque estaba yo con vosotros.

Reflexión

Ultima CenaEl día de la Ascensión nos llenábamos de alegría por el triunfo de Cristo, que es también el nuestro; pero hoy su ausencia arroja sobre nosotros un velo de melancolía. Él ha subido a los Cielos, y, aunque es verdad que prometió no dejarnos huérfanos, el Espíritu Consolador no ha venido todavía. Llena de nostalgia, la Iglesia «eleva su voz hacia Él y busca su rostro» (Introito). Antiguamente le buscaba hasta de una manera sencilla, reuniéndose como lugar de estación en la iglesia de Santa María «ad Mártyres», en el viejo Panteón de Agripa, donde se guardaba el lienzo de la Verónica. Es una Misa llena de calor, de añoranza y de esperanza. San Pedro nos habla del poder de la caridad (Epístola), que realiza la unidad de los que creen en Cristo. El Evangelio nos prepara a recibir el Espíritu Santo, que es el que ha de infundir en nosotros el temple viril de los mártires. La Iglesia ama y padece. En el amor se verá si vive en nosotros el Espíritu de Dios; pero el amor se prueba en las contradicciones y en los sufrimientos. En la prueba recordemos las palabras de Cristo: «Padre: cuando estaba con ellos, Yo los guardaba; pero Yo vuelvo a Ti. No te ruego que los saques del mundo, sino que los libres del mal».

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«Escucha, oh Señor, mis voces, con qué te he invocado, contigo ha hablado mi corazón; en busca de Ti han andado mis ojos. El señor es mi luz y mi salvación». Estas son las palabras con que empieza la celebración del Santo Sacrificio en el Introito, y esta voluntad y buen deseo que nos hará dignos de ver a Jesús, es lo que nos hace pedir la Iglesia en la Colecta. Pero como no basta la buena voluntad si no va acompañada de las correspondientes palabras y obras, San Pedro, en la Epístola, nos explica ampliamente cuáles han de ser éstas, y con ellas, dice, será en nosotros honrado Dios por Jesucristo Señor nuestro. Reinara así en nosotros nuestro divino Maestro (versos del Aleluya), y con el Espíritu Santo, cuya venida nos promete (Evangelio), se gozara nuestro corazón, y se animará a la práctica de la virtud. Esta misma gracia que vigoriza el alma, que la Iglesia en la Secreta, y se nos recuerda (en la antífona Comunión) que el mismo Jesucristo se encargó de pedirla por nosotros, con lo cual debe aumentarse nuestra confianza de poderla conseguir. Llenos de esperanza y con esta seguridad de la gracia de Jesucristo, pedimos que siempre aquí en la tierra, mientras dure nuestra peregrinación, y después en el cielo, a donde esperamos reunirnos con nuestro Redentor permanezcamos continuas acciones de gracias (Poscomunión).

Publicado en El Rincón Litúrgico