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28 abril 2015 • "La vida solo merece vivirse cuando en ella se realiza o al menos se intenta una obra grande"

Angel David Martín Rubio

“Obreros, agricultores, clase media”: José Antonio en Don Benito (28-abril-1935)

Eduardo Ezquer al frente de las escuadras falangistas de Don Benito

Eduardo Ezquer al frente de las escuadras falangistas de Don Benito

Hace hoy ochenta años, el domingo 28 de abril de 1935, tenía lugar en la ciudad pacense de Don Benito un acto de propaganda organizado por Falange Española de las JONS. Por primera vez iba a dirigir la palabra a los escuadristas y simpatizantes de la provincia de Badajoz el fundador y jefe nacional José Antonio Primo de Rivera. De ahí la relevancia del hecho, que marco un hito en el historial de la organización falangista.

El contexto político de la primavera de 1935, a pocos meses de la fracasada insurrección socialista-separatista de octubre de 1934, estaba marcado por el progresivo descrédito de la coalición gubernamental conservadora, circunstancia que favorecía en el fondo a la Falange, acosada al mismo tiempo por la derecha y la izquierda, «la saña de un lado y la antipatía del otro», a la que se referirá el propio Primo de Rivera en su Testamento.

Origen y primeros pasos de la Falange de Don Benito

El sitio elegido para la realización del acto era una de las más importantes ciudades extremeñas, tanto por su población como por las actividades económicas que se concentraban en el núcleo urbano y en su extenso término municipal. Además, Don Benito era uno de los lugares en que se había consolidado un aguerrido grupo de militantes falangistas desde los primeros momentos[1], y ello a pesar de ser un núcleo de importante afiliación a los partidos y sindicatos de izquierdas, en especial los socialistas, y en el que Largo Caballero había pronunciado alguna de sus más inflamadoras soflamas:

«Vamos hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia… Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada… Se dirá «¡Ah, esa es la dictadura del proletariado!» Pero ¿es que vivimos en alguna democracia? Pues ¿qué hay hoy mas que una dictadura burguesa?… La clase obrera debe prepararse bien para todos los acontecimientos que ocurran y, el día que nos decidamos a la acción, que sea para algo definitivo que nos garantice el triunfo sobre la burguesía… Estamos en plena guerra civil. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista»[2].

Impreso de respuesta a Eduardo Ezquer firmado por José Antonio: 7-noviembre-1933

Impreso de respuesta a Eduardo Ezquer firmado por José Antonio: 7-noviembre-1933

Eduardo Ezquer Gabaldón, residente en Don Benito, se adhirió por escrito a la Falange después del acto en el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1933, y recibió contestación en un impreso firmado por José Antonio que le invitaba a ponerse en contacto con Carlos Pacheco.

El primer Delegado de Don Benito fue Eusebio Donoso-Cortés y el 29 de noviembre de 1933 ―ante las fuertes discrepancias surgidas entre éste y Ezquer― Arcadio Carrasco se trasladó a dicha localidad, por indicación de Carlos Pacheco, reunió a ambos y, de acuerdo con todos, designó Delegado Local a Leopoldo Nieto Martín-Romo, Capitán de Caballería retirado de 53 años que poco después dejó su cargo y fue sustituido por Eduardo Ezquer (quien ya aparecía como tal en el diario Hoy del 6 de marzo de 1934). Con fecha 28 de agosto, la Junta de Mando designaba a Ezquer como miembro del Consejo Nacional. En octubre del mismo año, Eduardo Ezquer asistió a la reunión de dicho organismo en el que desaparecieron los triunviratos y el 17 de noviembre, el diario Hoy publicaba que había sido nombrado Jefe Provincial de Badajoz

Durante mucho tiempo no cedieron los socialistas en su intento de ahogar en sangre cualquier brote falangista y los enfrentamientos sangrientos se reprodujeron a partir de 1934 entre miembros de la naciente organización y socialistas[3].

El mitin de Don Benito

Propaganda Don Benito_CompirmidaUna octavilla impresa en la vecina localidad de Villanueva de la Serena, nos da una idea de quienes eran los potenciales destinatarios del acto organizado en Don Benito así como de la procedencia socio-profesional predominante en las filas falangistas: empleados, obreros de distintos oficios, estudiantes, labradores y jornaleros.
[4].

«¡Obreros!

¡Agricultores!

¡Clase media!

Si queréis saber la verdad sobre España y las causas de vuestra tragedia, acudid el próximo 28 de abril a oír a

JOSE ANTONIO PRIMO DE RIVERA

En el gran mitin que se celebrará en Don Benito, a las once de la mañana.

¡Oíd y contrastad!¡Que en algún sitio está el camino!»

Gracias al Semanario falangista Arriba disponemos de una crónica del acto y de la transcripción o resumen de los discursos pronunciados por el jefe provincial Eduardo Ezquer, Antonio Parejo, de la organización local de Don Benito, Virgilio Viniegra, jefe provincial del S.E.U. y los dirigentes nacionales Manuel Mateo, Raimundo Fernández-Cuesta, Julio Ruiz de Alda y José Antonio Primo de Rivera.

«El domingo 28, correspondió a las tierras extremeñas escuchar la voz de la Falange, cada vez más llena de claridad y precisión.

Don Benito (Badajoz) fue el sitio elegido para celebrar el acto de propaganda, al que asistieron los camaradas de todas las J.O.N.S. de Badajoz y Cáceres a más de muchos que llegaron de Madrid. El mitin tuvo lugar en el campo de deportes de la Falange, el cual no obstante su gran capacidad, estaba completamente lleno de un público formado en gran parte por gentes extrañas a nuestras filas y que acudían ansiosas de oír directamente la explicación de nuestras doctrinas y la voz de nuestros oradores.

A la entrada de la población y del Campo de Deportes, las precauciones eran extraordinarias; numerosas fuerzas de Asalto cacheaban uno por uno a todos los camaradas, mientras que el resto del público, en el que seguramente había personas hostiles o enemigas no era molestado para nada. Parecía una medida encaminada a atemorizar y retraer concurrencia, pero que no dio resultado, ya que ésta no pudo ser mayor ni más entusiasta y trascurriendo el acto sin el menor incidente.

A las once en punto dio comienzo el mitin, levantándose a hablar primeramente el Jefe Provincial de Badajoz, camarada

Eduardo Ezquer

Aquí nos encontramos –comienza diciendo- en la áspera Extremadura, en estas tierras bermejas en las que se afanan tristemente, en un destino material que no llega ni a lo humanamente indispensable, la mayoría de sus hijos, bronceados y exhaustos, entonando entre sol y sol, luna y luna, el canto de un mejor mañana que les haga salir de la angustia en que viven.

Porque esta es la provincia de la perpetua angustia, de la lucha constante, pero donde puede afirmarse no se ha perdido la sensibilidad, ni el decoro, ni la vergüenza ya que en estas tierras, con frío o con calor, con sol o con lluvia, los hombres de la Falange, bastantes de ellos venidos del socialismo, donde fueron en busca de unas reivindicaciones que no encontraron, salen por esas tierras para decir a los angustiados campesinos: basta de política, basta de promesas incumplidas, basta de odios de clase y basta de caciques; organizaros sindicalmente, sacrificando el individualismo al bien común, defender vuestros intereses, defendiendo los intereses nacionales, haced una Patria grande, próspera y fuerte y dejaros gobernar por quien únicamente salvará a España, sin pugnas, sin intereses de partido, sin pactos, sin claudicaciones ni componendas, con un programa que no es de unos cuantos, sino que es de todos.

A continuación, el camarada Parejo, de la J.O.N.S. de Don Benito, pronunció elocuentes palabras llenas de brío y espíritu jonsista, que fueron acogidas con los aplausos y muestras de aprobación que merecían, levantándose después a hablar el jefe provincial del S.E.U.

Virgilio Viniegra

Estudiantes, obreros, intelectuales de Extremadura, a vosotros, muy singularmente, voy a dedicaros mis palabras. La masa estudiantil no podía asistir indiferente, sin vergüenza y sonrojo, al desastre del Estado español, y por eso se ha alistado bajo la bandera roja y negra del nacionalsindicalismo, movimiento salvador de España, provisto del caudal inagotable de heroísmo y juventud necesario para toda empresa de grandeza. Hay que dar la batalla a todos los enemigos de España, ya la estamos dando, y muy pronto la victoria será nuestra, porque la Falange, como antes os decía, posee las armas necesarias para el triunfo, ya que tiene un entusiasmo y una vitalidad de la que carecen todos los partidos políticos hoy en día en franca decadencia. Por eso el Sindicato Español Universitario, formado por una juventud trabajadora y nacional, labora afanosamente, sin tregua ni descanso, por sacar a España de la vida chata y sin ambición alguna en que hoy se encuentra.

Manuel Mateo

Procedo del comunismo –comienza diciendo-y como yo habrá aquí seguramente muchos camaradas que creíamos que en él estaba la verdad, ellos sin embargo, como yo lo he hecho, pueden ingresar en las filas de Falange sin dejar sus ansias de justicia social. Con nosotros podrán satisfacerlas completamente, el estado adquirirá un sentido profundo, permanente, total y dejará de variar de aspecto y tono como ahora lo hace, según el partido político que predomina en su dirección.

Con frase dura y palabra acerada ataca por igual a todos los partidos políticos, que llamándose unos revolucionarios y otros contrarrevolucionarios, aspiran a sostener la actual organización del Estado para beneficio exclusivo de los intereses de clase que representan, dejando sin resolver aquellos problemas verdaderamente vitales para la nación y que afectan de manera directa su economía.

Combate al gran capitalismo internacional y judaico que está invadiendo nuestra Patria con daño de la industria y el comercio. A tal fin cita el ejemplo de una serie de empresas que existen en España y que han sometido al capital extranjero la economía nacional.

No es cierto –añade- como con cierta ligereza se dice que los movimientos revolucionarios fracasen todos, fracasan cuando como ha ocurrido en Grecia carecían de un arraigo popular, pero en cambio ahí están los ejemplos de Italia y Alemania con sus revoluciones triunfantes. Por consiguiente, lo que hay que oponer a la revolución sangrienta e infecunda no es la contrarrevolución sino otra nacional y constructiva.

Raimundo Fernández Cuesta

Los que como nosotros estamos recorriendo España en viajes de propaganda, vemos que en todas partes, lo mismo en las grandes capitales que en los pueblos más chicos, nuestra semilla va a dar fruto mucho antes de lo que esperábamos, pero estos frutos no serán cargos ni ventajas, sino una vida dura, disciplinada y de sacrificio con la recompensa única, pero suficiente, de haber creado una España grande, fuerte y unida en la que todos los españoles trabajen y se encuentren amparados por una verdadera justicia social. Porque ya estamos hartos de ver como antes las izquierdas, ahora las derechas, invocando aquellas unos principios y éstas otros, las primeras con sus odios y rencores, las segundas con sus egoísmos y comodidades, han destrozado a España y hecho imposible la convivencia de varios millones de hombres que, en lugar de odiarse mutuamente, debían trabajar porque su Patria volviera a ocupar en el mundo el puesto de preeminencia a que tiene derecho y al que nosotros, con nuestro esfuerzo y nuestro sacrificio la hemos de llevar, porque tenéis que desengañaros, la salvación de España no está en los republicanos ni en los monárquicos, ni en las derechas ni en las izquierdas, ni en el proletariado ni en la burguesía, la salvación está en que todos nosotros abandonando esas diferencias de partido, de grupos y clases, nos acordemos que antes que nada somos españoles, uniéndonos en un solo haz y sometiéndonos al yugo de la disciplina y del sentido nacional. Por eso la Falange Española de las J.O.N.S. quiere acabar con los partidos políticos, con las clases, con los separatismos locales, es decir, con todos aquellos obstáculos que se oponen a que se restablezca la unión de los españoles y la unidad entre todas las tierras de España, que hoy se consideran extrañas unas a otras y que se desentienden de los problemas que no les afectan a cada una de ellas directamente.

Julio Ruiz de Alda

Comenzó dirigiendo un vibrante saludo a la concurrencia. Añade que los pueblos deben huir de la influencia perniciosa de las capitales, viviendo con independencia de ellas por lo mismo que son las auténticas fuerzas productoras de la nación y la base de su riqueza. Dice que los campesinos deben ser ante todo optimistas, abandonando el pesimismo, decadente que hoy domina a los españoles, haciéndoles creer en nuestra falta de potencia creadora, cuando lo que realmente ocurre es que las mezquinas luchas políticas desgastan e inutilizan la enorme fuerza vital española. Esa es la causa de que en España esté todo por hacer. Si nos unimos firme y desinteresadamente y no aflojamos la voluntad, el triunfo es nuestro y habremos realizado la empresa noble y leal de salvar a la Patria siguiendo así el verdadero camino que la Historia nos señala.

José Antonio Primo de Rivera

Es preciso venir a hablaros –comienza diciendo- y ponerse en contacto con los pueblos para aprender lo que es esta España tal olvidada y maltratada por muchos y que sin embargo vosotros lleváis metida muy hondo, defendiendo con amoroso afán su nombre y su grandeza. Nuestra tierra -añade- es muy tica, nuestra tierra es capaz de proporcionar una vida digna y humana a doble número de españoles de los que hoy día viven en ella, la mayor parte de las veces en condiciones miserables, infrahumanas, peor que la de los animales. Nuestra tierra, además, fue en otros tiempos dueña del mundo y dio vida y espíritu a otras muchas tierras. Hoy, por el contrario, lleva una vida lánguida, pobre y desfallecida, falta de toda ambición de gloria y de todo afán de justicia. Ello proviene de que hemos dejado de ser una unidad para convertirnos en una serie de fragmentos, de divisiones, con ventaja tan solo para unos cuantos políticos que han acaparado la vida nacional. Pues bien, con nosotros esa unidad de España tendrá que restablecerse y tener la seguridad de que si ésta no se convertirá en el paraíso, porque esto en la vida no es posible, todos viviréis mejor porque habremos limitado las acumulaciones de riqueza inútiles y perjudiciales para la nación que sólo sirven para satisfacer deseos del poder particular, porque habremos suprimido una serie de organismos financieros que quitan todo calor de humanidad a la economía y porque el esfuerzo de todo un pueblo se dirigirá, no a defender los beneficios de unos pocos, sino a mejorar la vida de todos. Nosotros no podemos estar conformes con la actual vida española, hemos de transformarla totalmente cambiando no solo su armadura externa sino el modo de ser de los españoles. Nosotros no queremos que triunfe ni un partido ni una clase sobre las demás, queremos que triunfe España como una unidad, con una empresa futura que realizar en la que se fundan todas las voluntades individuales.

Esto hemos de conseguirlo aún a costa de los mayores sacrificios, pues es mil veces preferible caer en servicio de tal empresa que llevar una vida lánguida, falta de ideal, sin otra meta ni ambición que llegar al día de mañana. La vida solo merece vivirse cuando en ella se realiza o al menos se intenta una obra grande y nosotros no comprendemos otra mejor que la de crear la nueva España»[5].

Lo Femenino y la Falange

Revista "Actualidad Española": 8-mayo-1969

Revista «Actualidad Española»: 8-mayo-1969

Terminado el acto, unos quinientos asistentes participaron en una comida popular. A los postres entraron una veintena de muchachas de Don Benito para escuchar, si se pronunciaban, los discursos, y, aunque se había pensado que no los hubiera, José Antonio les dirigió unas palabras.

«Habéis querido, mujeres extremeñas, venir a acompañarnos en nuestra despedida. Y acaso no sabéis toda la profunda afinidad que hay entre la mujer y la Falange. Ningún otro partido podréis entender mejor, precisamente porque en la Falange no acostumbramos a usar ni la galantería, ni el feminismo.

La galantería no era otra cosa que una estafa para la mujer. Se la sobornaba con unos cuantos piropos para arrinconarla en una privación de todas las consideraciones serias. Se la distraía con un jarabe de palabras, se la cultivaba una supuesta estúpida, para relegarla a un papel frívolo y decorativo. Nosotros sabemos hasta donde cala la misión entrañable de la mujer y nos guardaremos muy bien de tratarla nunca como tonta destinataria de piropos.

Tampoco somos feministas. No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva –entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos- todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas.

Pero por lo mismo que no somos ni galantes ni feministas he aquí que es sin duda nuestro Movimiento aquel que en cierto aspecto esencial asume mejor un sentido femenino de la existencia. No esperaríais sin duda esta declaración en boca de quien manda –inferior en esto a cuantos le obedecen- tantas filas magníficas de muchachos varoniles.

Los movimientos espirituales, del individuo o de la multitud, responden siempre a una de estas dos palabras: el egoísmo y la abnegación. El egoísmo busca el logro directo de las satisfacciones sensuales; la abnegación renuncia a las satisfacciones sensuales en homenaje a un orden superior. Pues bien: si hubiera que asignar a los sexos una primacía en la sujeción de esas dos palancas, es evidente que la del egoísmo correspondería al hombre y la de la abnegación a la mujer. El hombre –siento muchachos contribuir con esta confesión a rebajar un poco el pedestal donde acaso lo teníais puesto- es torrencialmente egoísta; en cambio la mujer, casi siempre, acepta una vida de sumisión, de servicio, de ofrenda abnegada a una tarea.

La Falange también es así. Los que militamos en ella tenemos que renunciar a las comodidades, al descanso, incluso a amistades antiguas y afectos muy hondos. Tenemos que tener nuestra carne dispuesta a la desgarradura de las heridas. Tenemos que contar con la muerte –bien nos lo enseñaron bastantes de nuestros mejores- como con un acto de servicio. Y, lo que es peor de todo, tenemos que ir de sitio en sitio desgañitándonos, en medio de la deformación, de la interpretación torcida, del egoísmo indiferente, de la hostilidad de quienes no nos entienden y porque no nos entienden nos odian y del agravio de quienes nos suponen servidores de miras ocultas o simuladores de inquietudes auténticas. Así es la Falange. Y como si se hubiera operado un milagro, cuanto menos puede esperar en ella el egoísmo, más crece y se multiplica. Por cada uno que cae, heroica, por cada uno que deserta, acobardado, surgen diez, cien, quinientos para ocupar el sitio.

Ved, mujeres, como hemos hecho virtud capital de una virtud, la abnegación, que es sobre todo vuestra. Ojala lleguemos en ella a tanta altura, ojala lleguemos a ser en esto tan femeninos, que algún día podáis de veras considerarnos ¡hombres!»[6].

José Antonio en Badajoz

Como hemos apuntado con anterioridad, la iniciativa socialista contra la naciente organización falangista había generado una serie de represalias que se mantuvo ininterrumpida durante mucho tiempo. Ahora, y probablemente bajo el influjo de la imponente demostración de fuerza del 28 de abril, se iban a reproducir episodios trágicos que obligaron a José Antonio a personarse de nuevo en Badajoz.

En efecto, en la noche del 12 de mayo tenía lugar en la misma localidad una nueva colisión entre elementos falangistas y socialistas y resultaba muerto uno de estos últimos, Manuel Durán Morcillo[7]. Como imputados por el hecho figuraron Luis Carmona Mateos, Gregorio Núñez Morillo, Antonio Bravo Mateos, Alfonso Expósito Rodríguez, Antonio Parejo Bravo y José González Conde a los que se acusaba de un delito de asesinato y, a dos de ellos, además, de tenencia ilícita de armas y, a defenderlos ante la Audiencia de Badajoz, acudió José Antonio Primo de Rivera, quien llegaba a la ciudad al atardecer del 14 de junio. Aquella tarde, frente al hotel donde se iba a hospedar, una escuadra uniformada le rindió honores y fue recibido por el jefe provincial Arcadio Carrasco y otros mandos de la ciudad y provincia que le acompañaron y escoltaron durante su estancia en Badajoz.

Eduardo Ezquer en Badajoz con los procesados, abogados y simpatizantes

Eduardo Ezquer en Badajoz con los procesados, abogados y simpatizantes (Fuente: Historia de la Cruzada Española, Tomo IV)

 

A la mañana siguiente, su primera visita fue para los procesados y en la cárcel conversó con ellos breves momentos, confortándoles con palabras de esperanza y optimismo. Con Primo de Rivera, asumieron la defensa los abogados Manuel Giménez Ciena y José Sanz del Campo y la vista tuvo lugar en una Sala de la Audiencia Provincial llena de público, pues la presencia de José Antonio había despertado gran interés. Alfonso Expósito y Antonio Parejo fueron condenados a catorce años, ocho meses y once días por homicidio simple; a cuatro años, once meses y diez días por tenencia ilícita de armas y a dos meses y un día por lesiones, más de diez mil pesetas de indemnización, siendo absueltos los restantes[8]. El día 16 después de la comida, José Antonio abandonaba la ciudad para dirigirse al Parador de la Sierra de Gredos, donde estaba convocado el Consejo Nacional. De nuevo una escuadra uniformada le rindió honores y los mandos le acompañan hasta más allá del límite de la provincia[9].

*

Sería ésta la última vez que José Antonio estuvo en tierras pacenses, aunque todavía visitó Extremadura en la campaña electoral de febrero de 1936, en vísperas de escribirse los días más duros para la Falange de Don Benito, marcados con la sangre gloriosa derramada en la retaguardia y los frentes a partir de julio de 1936.

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[1] Sobre la Falange extremeña y de Don Benito en particular, cfr.: José Luis JEREZ RIESCO, La Falange en la cuna de los conquistadores. Historia de Falange Española en Extremadura. Volumen I: Los orígenes: bajo el tiempo difícil, Barcelona: Ediciones Nueva República, 2013; Volumen II: La Cruzada: bajo el tiempo de furia, Barcelona: Ediciones Nueva República, 2014.

[2] El Socialista, Madrid, 9-noviembre-1933.

[3] Cfr. Francisco de Asís de la VEGA GONZALO, Aniquilar la Falange. (Cronología persecutoria del Nacionalsindicalismo), Oviedo: Tarfe, 2001; Cristóbal CÓRDOBA, De cada cuatro, cayeron tres (Persecución y muerte de la Falange fundacional), Madrid: Barbarroja, 2010.

[4] Cfr. Ángel David Martín Rubio, “Aproximación a la estructura sociológica de la Falange de Badajoz antes de la Guerra Civil”, El Rastro de la Historia, nº 11.

[5] Arriba, Madrid, 2-mayo-1935; José Antonio PRIMO DE RIVERA, Obras Completas. Escritos y Discursos (vol. 2), edición de Rafael Ibáñez Hernández, Madrid: Plataforma 2003, 2007, págs. 973-974.

[6] Arriba, ibid.; José Antonio PRIMO DE RIVERA, ob. cit., págs. 975-976.

[7] Cfr. ABC, Sevilla, 15-mayo-1935. «Por esta época y en el pueblo de Don Benito, se dio respuesta adecuada a una agresión de las huestes marxistas de aquel pueblo. Fue en la noche del 12 de mayo… El balance de aquella jornada fueron un muerto y un herido por parte de los marxistas. Por la nuestra cinco detenciones que más tarde se convirtieron en las siguientes peticiones fiscales. Para Alfonso Expósito y Antonio Parejo, veinte y veinticinco años de reclusión; para Luis Carmona, Antonio González Bustamante (¡Presente!) y “El Fiti” (¡Presente!) la pena de seis años» (Afán, Badajoz, 20-diciembre-1937).

[8] Cfr. Afán, Badajoz, 20-junio-1938 y Francisco de Asís de la VEGA GONZALO, ob. cit., pág. 45. En carta a Manuel Jiménez Ciena acompañando al recuso de casación, José Antonio calificaba de injusta la sentencia y agradecía las atenciones recibidas por parte de los Abogados pacenses: «Puede creer que yo sí que recuerdo con el mayor afecto estos días tan llenos de intensidad que he pasado entre los compañeros de Badajoz. No olvidaré nunca las consideraciones y benevolencia que han tenido para mí, desde el Decano —que me hizo el honor de sentarse conmigo— hasta el más joven de los compañeros» (José Antonio PRIMO DE RIVERA, ob. cit., pág. 1052).

[9] Cfr. Afán, Badajoz, 20-junio-1938.

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