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5 noviembre 2021 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

XXIV Domingo después de Pentecostés: 7-noviembre-2021

Epístola (Col 3,12-17)

Así pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Evangelio (Mt 13, 24-30)

Les propuso otra parábola: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo lo ha hecho”. Los criados le preguntan: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”. Pero él les respondió: “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

TISSOT: El enemigo siembra cizaña

Reflexión

El Señor nos propone en el Evangelio de la Misa de este domingo la parábola del trigo y la cizaña.

El mismo Jesucristo explicó la parábola, diciendo que Él era el sembrador, cuyo oficio es sembrar en el campo del mundo la buena semilla, es decir toda clase de virtudes y de santidad. Y esto lo hace por medio de la palabra divina y de las inspiraciones de su gracia. Ahora bien, en medio de la semilla buena ha crecido la cizaña, o sea toda, clase de vicios y errores.

La cizaña es una planta que se en medio de los cereales y crece al mismo tiempo que éstos. Es tan parecida al trigo que antes de que se forme la espiga es difícil distinguirla de él. No sólo es estéril sino que después, mezclada con la harina buena, contamina el pan y es perjudicial para el hombre. En la cizaña vemos una imagen de la mala doctrina, del error, del pecado. Frente a la obra de Dios y de los que corresponden a las inspiraciones de la gracia, la actuación del demonio y de los que rechazan a Dios.

1. La parábola nos advierte que ambas realidades están en esta vida mezcladas, como la cizaña con el trigo en medio del campo. Basta que miremos a nuestro alrededor para comprobar con qué medios tan poderosos se siembra la mentira y el error en el que vivimos. Como se deforman unas noticias y se silencian otras; cómo se propagan ideas demoledoras sobre el matrimonio y la familia, se ridiculiza la pureza, se defiende el divorcio, el aborto o la eliminación de los ancianos, se siembra la desconfianza ante la Iglesia…

Quien dejara que su mentalidad estuviera dominada por estos criterios no podría, al mismo tiempo, mantener su condición de cristiano.

La abundancia de cizaña sólo puede contrarrestarse con abundancia de bien. No basta lamentarse ante los errores y ante sus medios tan poderosos sino que hay que poner, frente a ellos, todos los medios a nuestro alcance.

2. Pero la parábola también nos advierte de que esta situación no se prolongará indefinidamente.

Llegará el tiempo de la siega: particularmente al fin de la vida de cada uno y al fin de los tiempos. Entonces el que sea cizaña será segado y arrancado de la vida para el fuego del infierno y el que sea trigo puro y limpio será segado y cogido para el cielo.

Por eso, la parábola de la cizaña no es una invitación a la  transigencia cómoda con los que propagan la mentira y el pecado. La indulgencia misericordiosa de Dios será un día juicio irrevocable para los que se obstinaron en el mal. Entretanto los ciudadanos del Reino son invitados a imitar la misericordia del Padre, conscientes de las dificultades que se derivan de la convivencia con los malos, tratándolos con prudencia para evitar ser confundidos por sus falsos criterios pero también con la esperanza de que respondan a la gracia de Dios y cambien de conducta.

Con la ayuda de la Virgen María, hagamos el propósito de arrancar de nuestro corazón cualquier mala semilla y de hacer crecer todo lo bueno que en nuestra alma ha puesto el sembrador divino, Cristo-Jesús.