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5 junio 2020 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

Fiesta de la Santísima Trinidad: 7-junio-2020

Evangelio

Mt 28, 18-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»

Reflexión

Desde que comenzamos el Año Litúrgico en Adviento, la Iglesia ha ido celebrando y proponiendo a nuestra consideración los misterios de la salvación: desde el nacimiento de Cristo, pasando por su muerte y resurrección hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, el pasado Domingo.

Y, aunque honra a la Santísima Trinidad todos los días del año, y principalmente los domingos; le hace una fiesta particular en este primer domingo después de Pentecostés para darnos a entender que el fin de los misterios de Jesucristo y de la venida del Espíritu Santo ha sido llevarnos al conocimiento de la Santísima Trinidad y a su adoración en espíritu y verdad.

I. Conocimiento de la Santísima Trinidad

A lo largo de la historia, poco a poco, Dios fue manifestando su realidad, nos ha ido revelando cómo es Él. Y así ya en el Antiguo Testamento se da a conocer sobre todo la Unidad del Ser de Dios y su completa distinción del mundo. Pero es Cristo quien nos revela la intimidad del misterio trinitario y la llamada a participar en ese misterio.

Santísima Trinidad quiere decir: Dios uno en tres Personas realmente distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y así confesamos nuestra fe en un solo Dios, un solo Señor; no en la singularidad de una sola Persona, sino en la Trinidad de una sola naturaleza. De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna Divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en dignidad (Prefacio de la Santísima Trinidad).

– El Padre es la primera Persona de la Santísima Trinidad porque no procede de otra persona, sino que es el principio de las otras dos Personas, que son el Hijo y el Espíritu Santo.

– La segunda Persona se llama Hijo porque es engendrada del Padre por vía de entendimiento desde toda la eternidad, y por esto se llama también Verbo eterno del Padre.

– La tercera Persona de la Santísima Trinidad se llama particularmente con el nombre de Espíritu Santo porque procede del Padre y del Hijo por vía de espiración y de amor .

II. Adoración en espíritu y verdad

La Fiesta de hoy nos invita a alabar y ensalzar a la Trinidad Santísima sobre todo por sí misma. Por su Ser supremo, sus perfecciones infinitas y sublime fecundidad de vida. Ante un misterio tan sublime solo podemos adorar en silencio.

Pero Dios lo ha revelado también en favor nuestro, por eso debemos recordar como ese misterio es la fuente de donde procede la vida sobrenatural y a donde nos encaminamos: somos hijos del Padre, hermanos y coherederos del Hijo, santificados continuamente por el Espíritu Santo para asemejarnos cada vez más a Cristo.

Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) habita en nuestra alma en gracia no sólo con una presencia de inmensidad, como se encuentra en todas las cosas, sino de un modo especial, mediante la gracia santificante, con una forma de presencia que los teólogos llaman inhabitación. Es decir, si estamos en gracia de Dios somos templos vivos de la Santísima Trinidad. «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5, 5).

Cuando estamos bien asentados en esta realidad sobrenatural -Dios, Uno y Trino, habita en mí- podemos introducirnos en la intimidad de Dios y conocer y amar la vida divina, de la que ya nos hacemos partícipes y que llegará a su plenitud en la vida eterna que esperamos alcanzar un día. A esta luz adquiere sentido toda la vida incluso a través de sus dificultades y contrariedades: «en virtud de la fe, hemos obtenido asimismo el acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios» (Rom 5, 1).

*

Unidos a nuestra Madre Santa María -Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo- alabemos a Dios Uno y Trino. Amemos a Dios y cumplamos sus mandamientos para que Él venga a habitar en nuestras almas en gracia y podamos contemplarle por toda la eternidad en la Gloria del Cielo.