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2 febrero 2024 • Rito Romano Tradicional

Marcial Flavius - presbyter

Purificación de Nuestra Señora: 2-febrero-2024

Rito Romano Tradicional

Epístola (Mal 3, 1-4)

1Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí. De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo. 2¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego de fundidor, como lejía de lavandero. 3Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas. 4Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño.

Evangelio (Lc 2, 22-40)

22Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, 23de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», 24y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». 25Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. 26Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. 27Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, 28Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29«Ahora, Señor, según tu promesa, | puedes dejar a tu siervo irse en paz. 30Porque mis ojos han visto a tu Salvador, 31a quien has presentado ante todos los pueblos: 32luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo Israel». 33Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 34Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción 35—y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». 36Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, 37y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. 38Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. 39Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Editorial BAC

Luis de Morales: "Presentación de Jesús en el Templo"

Luis de Morales: «Presentación de Jesús en el Templo»

Reflexión

I. La Ley de Moisés prescribía la ofrenda del primogénito, y también la purificación de la madre. Esta ley no obligaba a María, que es purísima y concibió a su Hijo milagrosamente virginalmente. Sin embargo, como en tantas ocasiones, la Madre de Dios quiso ser ejemplo de obediencia y de humildad. Con sus privilegios y dignidad de ser la Madre de Dios, se presentó aquel día, acompañada de San José, como una mujer más.

Vemos a María, purísima, someterse a una ley de la que estaba exenta… Nos miramos a nosotros mismos y vemos tantas manchas, ingratitudes, omisiones tan numerosas en el amor a Dios como las arenas del mar. ¡Nosotros sí que necesitamos purificación!

II. La Liturgia de hoy presenta y actualiza este misterio de la entrada de Cristo en el templo que años más tarde habrá de purificar con un látigo y que reconstruirá con su Resurrección («Él hablaba del templo de su cuerpo»: Jn 2 21). Jesucristo viene a purificamos de nuestros pecados por medio del perdón y de la misericordia.

Esta fiesta, nos alienta a purificar el corazón para que la ofrenda de todo nuestro ser sea agradable a Dios, para que sepamos descubrir a Cristo, nuestra Luz, en todas las circunstancias.

III. En cada momento de la vida, pero particularmente cuando no nos hemos comportado como Dios esperaba, nos dará gran paz pensar en los medios sobreabundantes que Él nos ha dejado para purificar y recomponer la vida pasada cuando sea necesario:

  • se ha quedado en la Sagrada Eucaristía como especial fortaleza para el cristiano;
  • nos ha dado la Confesión sacramental para recuperar la gracia, si la hubiéramos perdido, y para aumentar la resistencia al mal y la capacidad para el bien;
  • contamos con la ayuda de nuestros hermanos en la fe, a través de la Comunión de los Santos… De modo especialísimo contamos con la ayuda de Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, a la que hemos de acudir siempre, pero con mayor urgencia cuando nos sintamos más cansados, más débiles o se multipliquen las tentaciones y, sobre todo, en las caídas si, para nuestra humildad, Dios las permitiera.

«Dios había prometido a Simeón que no había de morir antes de ver al Mesías […]. Pero esta gracia la alcanzó solo por medio de María, porque solo en sus brazos halló al Salvador. Por consiguiente, el que quiera hallar a Jesús, debe buscarlo por medio de María. Acudamos a esta divina Madre, y acudamos con gran confianza, si deseamos hallar a Jesús» (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Las glorias de María, II, 6).

A la Virgen le pedimos hoy que limpie y purifique nuestra alma y nos ponemos en sus manos para ser ofrecidos con Jesús.

Fuente: https://www.mercaba.org/FICHAS/ORACION/HABLAR/02-02_purificacion.htm