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11 noviembre 2019 • Quienes protagonizan y dirigen el caos en Cataluña son sencillamente intocables

Manuel Parra Celaya

Intocables

Esta semana pasada, en coincidencia con el puente de Todos los Santos, los CDR recibieron instrucciones de ese poder secreto -que tanto cuesta localizar a los Servicios de Inteligencia del Estado- para cortar el Túnel del Cadí, que abre paso a la Cerdaña y a Andorra; en consecuencia, algunos tuvimos que soportar largas caravanas en nuestros desplazamientos familiares.

Pero nuestro estado de ánimo, que íbamos expresando de forma escasamente académica, no era nada en comparación con era nada comparado con el de los hosteleros y comerciantes de las zonas afectadas; y doy fe de ello porque tuve la oportunidad más tarde de escuchar las maldiciones y denuestos que proferían en contra de los autores del desaguisado y de sus supuestas ideas, entre las que no quedaba precisamente en buen lugar la república catalana de sus ensueños.

El corte del Túnel del Cadí se une a los que llevan sufriendo, apenas sin pausa, las principales vías de accedo a Barcelona (AP-7, A-2, Av. Meridiana…), sin contar los embotellamientos de tráfico en el interior de la ciudad cuando los indepes sacan a pasear su furia vandálica o su espurio pacifismo. En reñida competición con los mencionados de las comarcas del norte, su léxico ya ha superado con creces el que cabría asignar a un veterano sargento legionario en momento de malhumor…

Y la cosa va a seguir, no lo duden. El motivo es que quienes protagonizan el caos en Cataluña (y quienes lo dirigen, más o menos en la sombra) son sencillamente intocables; no hablemos siquiera de una intervención de las autoridades autonómicas ( perdonen, pero no puedo aguantar la risa…), sino de las estatales:  nadie se atreve a tomar decisiones con los medios necesarios y legales para que nuestras carreteras y calles respiren normalidad. No olvidemos que, junto a la cobardía, la dejación o la complicidad, se añade ahora el interés previsor y partidista, ya que estamos en período electoral para variar.

Otra de las muestras de este abandono de funciones lo podemos encontrar en la curiosa acampada que supuestos universitarios vienen celebrando en la Plaza de la Universidad, en pleno centro, llevando sus expansiones campamentales de manera aleatoria a la calzada de la Gran Vía barcelonesa.

No crean que se trata de un remarque de aquel 15M, que desembocó en la posterior frustración podemita; en este caso, un tráiler contratado por una empresa desembarcó e instaló el material (tiendas de campaña nuevecitas, pabellones, etc.), para mayor comodidad de los acampados intocables. Y allí siguen a día de hoy, cuando se escriben estas líneas, y seguirán en tanto los políticos se aseguren de que un posible desalojo no va a restarles votos o a obstaculizar, pasado el domingo día 10, el necesario apoyo de los separatistas moderados -y perdonen el eufemismo-, si es necesario para la investidura.

Es la misma táctica que han venido utilizando tanto el PP como el PSOE desde que se instauró el alucinante experimento autonómico en España: un laissez faire, laissez passer ante todo tipo de tropelías, económicas y políticas, incumplimientos de sentencias judiciales…y siempre sin cerrar el grifo de las dádivas. No olvidemos que el padre de la criatura, el jefe del clan y autor del Proyecto 2000 sigue gozando de plena libertad de movimientos y apenas es señalado por la prensa, ni la propia ni la teóricamente ajena y adversaria. Otro intocable.

Volviendo a la acampada de la Plaza de la Universidad, los señoritos que gozan allí de la buena temperatura otoñal de Barcelona han pedido a los vecinos a través de carteles que les ayuden en sus necesidades: lámparas (led y no de butano, no vayan a pensar), mobiliario de campin, alimentos, bebidasy preservativos; creo que me voy a mostrar solidario con esta última petición; no, no se confundan los lectores: es una manera de conseguir, a corto y medio plazo, que no se reproduzca esta tropa.

Si alguien, además, fuera capaz de revertir las competencias educativas, tan irresponsablemente cedidas al secesionismo en su día, seguro que una nueva generación de catalanes no se dejaría abducir por las prédicas de los dogmas de esa pseudorreligión que es el nacionalismo.

Entretanto, los provenientes de las aulas autonómicas, ahora en las Universidades también controladas, figuran -como sus mentores- en la lista de intocables. Y esto ocurre en el marco de un Estado de Derecho, según dicen.