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25 julio 2018 • D.Eulogio Velasco Navarro, Párroco de San Sebastián en Don Benito (Badajoz)

Angel David Martín Rubio

80 aniversario del último sacerdote asesinado en la Extremadura roja

Don Eulogio Velasco Navarro

En la madrugada del 25 de julio de 1936 caía asesinado en Castuera el primero de los sacerdotes de la provincia de Badajoz víctima de la persecución religiosa iniciada por la Segunda República en 1931. Se trataba del coadjutor de la Parroquia de dicha población, don Bonifacio Camacho Caballero. Con pocas horas de diferencia, hacia las tres de la tarde del 24 de julio de 1938, a los dos años justos de aquel trágico día de Santiago, sufría el martirio la última víctima sacerdotal en Extremadura de dicha persecución. Don Eulogio Velasco Navarro, párroco de San Sebastián en Don Benito caía bajo las balas de los encargados de su custodia cuando era trasladado junto a otro grupo de presos procedentes de dicha población. Se ponía así fin a una vida sacerdotal fecunda y a los sufrimientos padecidos durante la dominación roja.

Don Eulogio Velasco había nacido en Tornavacas[1], provincia de Cáceres y diócesis de Plasencia el 11 de marzo de 1886. Sus padres le enviaron al Seminario, donde cursó los estudios eclesiásticos con notable aprovechamiento. Ordenado sacerdote el 19 de febrero de 1910, fue destinado como coadjutor a Malpartida de Plasencia y luego a su pueblo natal. Después fue designado capellán del Colegio de San José de Plasencia y de las Dominicas de la misma ciudad. Coadjutor de las parroquias de Santa María y, posteriormente, de San Juan en Béjar, fue nombrado por el Obispo diocesano director de Acción Social Católica.

El 2 de noviembre de 1917 fue trasladado como ecónomo de la parroquia de Cabezuela y el 16 de febrero de 1920, párroco de Oliva de Plasencia donde desplegó todo su celo sacerdotal y hubo de sufrir la persecución de los elementos revolucionarios en unos términos que determinaron el traslado de su domicilio a su pueblo natal hasta que el 4 de enero de 1932 fue designado como Ecónomo de la Parroquia de San Sebastián en Don Benito, «muy difícil por radicar en ella la Organización Socialista conceptuada la segunda de España; ardua por la indigencia de la mayoría de su numerosa feligresía e ingrata por su carencia de estímulo humano»[2]. Esta población, en efecto, era una de las más importantes ciudades de la provincia de Badajoz, tanto por su población como por las actividades económicas que se concentraban en el núcleo urbano y extenso término municipal. Era también un núcleo de importante afiliación a los partidos y sindicatos de izquierdas, en especial los socialistas, y en el que Largo Caballero había pronunciado alguna de sus más inflamadoras soflamas:

«Vamos hacia la revolución social. Y yo digo que la burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que expropiarla por la violencia… Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada… Se dirá «¡Ah, esa es la dictadura del proletariado!» Pero ¿es que vivimos en alguna democracia? Pues ¿qué hay hoy mas que una dictadura burguesa?… La clase obrera debe prepararse bien para todos los acontecimientos que ocurran y, el día que nos decidamos a la acción, que sea para algo definitivo que nos garantice el triunfo sobre la burguesía… Estamos en plena guerra civil. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución socialista»[3].

En esta Parroquia, y a pesar del contexto hostil, don Eulogio desplegó toda su capacidad para el apostolado en el cumplimiento de sus deberes y en la defensa de los derechos de la Iglesia.

«Hermoseó el templo parroquial, reorganizó y dio impulso grande a la Catequesis; asiduo al confesionario, consiguió ver aumentado considerablemente el número de almas que a diario se acercaban a la Sagrada Mesa; esmerado en la preparación de sus sermones y homilías, porque decía “la palabra de Dios debe ser presentada y expuesta como de Quién es”, era escuchado con verdadera religiosidad y fe; moderado y discreto en el consejo cuantas veces se lo pedían, acertado en la orientación; paciente con los que sufrían y preocupado por los necesitados más que por sí propio, supo conquistarse el corazón de cuantos le trataron. De lo que es prueba palmaria la estima y el concepto que de él tenía –y no se recataba en publicar- el elemento obrero de la ciudad»[4].

Lo peculiar en el caso del párroco de San Sebastián es que por dos años logró sobrevivir a las matanzas de decenas de vecinos de Don Benito, tanto de condición sacerdotal como religiosa y seglar, que se iniciaron el 28 de julio de 1936 y se prolongaron hasta el final de la dominación roja en 1938, que fue la ocasión de su martirio.

Cabecera del periódico publicado en Cabeza del Buey (Badajoz) por el Partido Comunista

A partir del 20 de julio, cuando sufrió el primer registro e incautación de cosas de su vivienda, sufrió continuos acosos por parte de los miembros del comité y de los que actuaban como “policía” siendo obligado, incluso, a trabajos forzados en las trincheras en dos ocasiones. Desde el primer momento fue recluido en la casa parroquial sin que le permitieran ni abrir la puerta. Que su casa fue su verdadera prisión lo prueba el hecho de que en marzo de 1937 el comité local instaló allí una barbería viéndose obligado a permanecer en una habitación aneja a la misma, escuchando las blasfemias, amenazas y planes siniestros de los que por allí pasaban. Durante estos dos años, don Eulogio pasaba el tiempo en su casa, dedicado a la oración y al estudio, llegando incluso a atender a penitentes que acudían clandestinamente en busca de su ministerio. Una de sus prácticas religiosas constantes era la aceptación de la muerte o el ofrecimiento de la vida, en caso de sobrevivir, «para extender el conocimiento del Sacratísimo Corazón de Jesús bajo el Título de Cristo-Rey»[5].

El 25 de noviembre de 1937 fue detenido por guardias de asalto y permaneció en prisión hasta el 28 de diciembre del mismo año. Del control de las autoridades rojas sobre estas actividades represivas dan idea los siguientes informes, redactados por las mismas. Leyendo estos datos así como los relativos a otros vecinos de Don Benito, se puede comprobar cómo los considerados desafectos no lo eran por ninguna actividad de tipo subversivo sino por sus ideas religiosas o políticas, en su caso.

«EULOGIO VELASCO NAVARRO.- De 51 años, natural de la provincia de Cáceres, domiciliado en la calle de Cecilio Gallego nº 32. Sacerdote. Éste individuo se le considera desafecto al Régimen por su propaganada antes del movimiento.

EULOGIO VELASCO NAVARRO.- De cincuenta y un años de edad, sacerdote, natural de Tornavacas (Cáceres), hijo de Pedro y Aquilina, con domicilio en la calle Cecilio Gallego nº 32 en Don Benito, por su profesión se le considera desafecto, por no haberse ofrecido expontáneamente [sic] a la República»[6].

El 19 de junio de 1938, grupos de escopeteros y milicianos fueron recorriendo los domicilios y conduciendo a la cárcel a un grupo de personas que figuraban en una lista. En los días siguientes se sucedieron nuevas detenciones y puestas en libertad hasta que, finalmente, un grupo numeroso fue evacuado el día 23 de julio, un día antes de producirse el cierre de la Bolsa de La Serena en las inmediaciones de Campanario y Castuera. Acerca de las circunstancias acaecidas en dicha expedición remitimos a los artículos publicados por Historia en Libertad[7].

Entre los detenidos el día 19 figuraba don Eulogio Velasco, quien ejercería su labor sacerdotal confortando y asistiendo al resto de los detenidos con él en la cárcel de Don Benito. Una vez producida la saca de la prisión e iniciado el traslado, cuando ya habían sido asesinados algunos de los presos y el resto esperaba un destino que se preveía fácilmente, casi todos se confesaron con él, dándoles a besar el crucifijo y ayudándoles a prepararse para la muerte.

En el molino situado a orillas del Guadalefra, extenuado y agotado por la caminata reciente, don Eulogio sufrió un colapso o ataque. Pronto recobró el conocimiento pero, como no podía andar, quedó allí junto a otros cuatro presos: Francisco Javier Santamaría Cabanillas, Agustín Cerrato Crespo, Juana Ortíz Dávila y Santiago Arias Alonso. Todos ellos fueron asesinados mientras el resto de la expedición continuaba la marcha cuyo desenlace ya se ha expuesto en los artículos antes citados.

Molino del Guadalefra (Foto Alfonso Martínez)

Todo se ignora acerca de los últimos momentos del grupo encabezado por don Eulogio. El cadáver del sacerdote apareció a los veinte días a unos 300 metros del molino, tendido en tierra, un poco separado de los restantes y atado a ellos por un cordel en la cintura. El cuerpo presentaba numerosas heridas, prueba del ensañamiento de que fue objeto y en la mano izquierda empuñaba el crucifijo.

Uno de los miembros del comité local de Don Benito había dicho: «Es muy bueno, pero es sacerdote y de valía, por lo que no se lo dejaremos a los fascistas».

Las reliquias de don Eulogio Velasco Navarro esperan la resurrección de la carne en Don Benito. Que nuestra oración y recuerdo suplan en la medida de lo posible a la glorificación que tanto a él como al resto de víctimas de la persecución religiosa en Extremadura, se les sigue negando ochenta años después de su martirio.


[1] Tomamos los datos biográficos de: Bernardo GARCÍA RAMOS, Don Eulogio Velasco Navarro, in: Flores de Martirio. Los sacerdotes inmolados en la Diócesis de Plasencia, Plasencia, s.a., 43-48.

[2] Ibíd., 44.

[3] “Un magnífico discurso de Caballero. No debemos cejar hasta que en las torres y edificios oficiales ondee la bandera roja de la revolución”, El Socialista, Madrid, 9 de noviembre de 1933, 6.

[4] Bernardo GARCÍA RAMOS, o.c., 44-45.

[5] Ibíd., o.c., 46-47.

[6] Cfr. Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca), Sección Político-Social (Extremadura), 18-7/10.

[7] Alfonso MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, “La cuerda de presos”: 23 y 24 de julio de 1938, [en línea] html [ref. de 24 julio 2018] Disponible en Web <http://desdemicampanario.es/2018/07/23/la-cuerda-de-presos-23-y-24-de-julio-de-1938-1-4/> y Moisés DOMÍNGUEZ NÚÑEZ, “¡No nos matéis milicianos, que no hemos hecho nada!”, [en línea] html [ref. de 24 julio 2018] Disponible en Web: <http://desdemicampanario.es/2018/07/23/no-nos-mateis-milicianos-que-no-hemos-hecho-nada-2/>.