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30 abril 2018 • Esas monjas destrozan cualquier sentido de la palabra libertad • Fuente: Dichos, Actos y Hechos

Pío Moa

Bajo el imperio de las manadas

Escriben las monjas carmelitas de Fuenterrabía: “Nosotras no vamos a fiestas, no ingerimos alcohol y hacemos voto de castidad. Es una opción que no nos hace mejores ni peores qua nadie, aunque paradójicamente nos haga más libres y felices que muchxs. Porque es una opción LIBRE, defenderemos con todos los medios a nuestro alcance (este es uno) el derecho de todas las mujeres a hacer LIBREMENTE lo contrario” Y añaden “tenemos responsabilidad con nuestras palabras y nuestro silencios”. Este mensaje les ha valido muchas felicitaciones de los enemigos de la Iglesia.

Empecemos por los silencios: ¿han dicho algo, por poner un ejemplo, sobre los asesinatos de la ETA, sobre los homenajes a los asesinos, sobre las dos mujeres de guardias civiles apaleadas recientemente por proetarras, sobre la lenidad con que son tratadas las violaciones en varios países de Europa cuando las cometen musulmanes, sobre el asesinato de Alfie, sobre las leyes totalitarias de género, etc., etc.? No se les conocen opiniones al respecto. Y sí, todo eso las hace muy responsables, ya lo creo. Las hace corresponsables además, de la ruina en que se halla la Iglesia en Vascongadas, de donde antaño salían tantas vocaciones religiosas. Ese silencio las hace cómplices también de los crímenes terroristas. A última hora, algunas autoridades eclesiásticas han pedido perdón por las colaboraciones del clero vasco con la ETA. Que continúan. Claro que, ¿quién puede reprocharles nada después de la colaboración mucho más delictiva de Zapatero y Rajoy?

Y vamos con las palabras. Esas monjas destrozan cualquier sentido de la palabra libertad equiparando a las conductas decentes las borracheras, las drogas, las orgías sexuales de las que a menudo salen embarazos y luego abortos… siempre que se practiquen “con libertad”. Es difícil una mayor degradación moral, precisamente en quienes se supone que deberían dar ejemplo. Y volviendo a los silencios, ¿no tendrían que decir algo sobre esas conductas “libres” cada vez más extendidas entre las jóvenes y que traen los peores efectos no solo morales también físicos, degradantes, incluido el crimen del aborto?

Y un poco más: ¿han leído estas necias redomadas la sentencia del caso? Es evidente que no, como la casi totalidad de las y los que chillan demencialmente porque no se hayan considerado violación unos actos que resultan muy dudosos, dada la incoherencia y contradicciones de la supuesta violada. Aquí sí que les correspondería guardar silencio a esas degeneradas, tan deseosas de hacer el juego a la histeria desatada de las feministas, tan bien explotada por los partidos infectos que están destrozando el país.

Porque lo único claro en todo este asunto es el intimidador griterío para sustituir cualquier noción de justicia por la presión histérica sobre los jueces aprovechando una sentencia dudosa. Lo único claro es el ataque desaforado al estado de derecho, ya prácticamente desarbolado desde que el PSOE rescató a la ETA de la ruina para premiar sus asesinatos y convertirla en una potencia política. Un ataque en que participan, significativamente, Otegui y los etarras junto con los separatistas catalanes, la anglómana Ana Botín, la Cospedal, el Rivera y tantos politicastros más de los cuatro partidos, no criticando una sentencia judicial, sino intimidando a los jueces y amenazándoles directa o indirectamente. Parte esencial de esta campaña es la actitud manipuladora de la mayor parte de los medios de masas, que degradan el periodismo al mismo nivel que esas repulsivas “monjitas”. Hoy, presumir de periodista es peor que presumir de prostituta, tristemente.

Las feministas y compañía se han declarado ellas mismas “manada”, igual que los supuestos violadores. Y son manadas, efectivamente, unos y otras. En una sociedad cada vez más animalizada e histérica, que corre hacia el totalitarismo. Pero cuanto más intentan imponerse, con mayor energía hay que hacerles frente. Porque atacan las propia existencia de una sociedad libre. la libertad de todos.