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28 marzo 2018 • Que el sistema de pensiones corre peligro en España es algo que veíamos venir

Gabriel García

El futuro de las pensiones

A medida que el vendaval secesionista amaina en Cataluña a la espera de una ocasión más propicia para retomar su campaña de agitación, los pensionistas toman su testigo mediático. El futuro del sistema público de pensiones se ha convertido en el tema estrella por excelencia de telediarios y tertulias, como si previamente no se hallara amenazado y el problema hubiera surgido de la noche a la mañana. Ahora todo el mundo tiene algo que decir al respecto: los neoliberales, que el sistema público es insostenible y que, además de importar más inmigración, tendremos que recurrir a planes privados; los presuntos progresistas, además de importar más inmigración, que la generación que trajo a España la Transición y el Estado del Bienestar sale ahora en defensa de los pensionistas y sus familias.

No es que Pablo Iglesias y compañía se hayan convertido en admiradores de Juan Carlos de Borbón, Adolfo Suárez y demás dirigentes del fenecido Movimiento Nacional que liquidó el Régimen del 18 de Julio y homologó a España con las democracias liberales europeas, o de los falangistas que construyeron el Estado Social que socialistas y populares llevan décadas desmantelando, sino que su sectarismo ideológico deconstructor de la Historia ahora impone alabar a los mismos ancianos que despreciaban hasta hace nada por ser un colectivo generacional poco proclive a identificarse con Podemos. Otros, véase Pedro Sánchez, tienen la poca vergüenza de presentar como una gran propuesta que el sueldo del Gobierno, diputados y senadores aumente un 0,25 % en solidaridad con los pensionistas, cuando incluso los pensionistas votantes de su partido preferirían que los salarios del Gobierno, diputados y senadores fueran reducidos hasta el nivel del resto de los españoles.

Que el sistema de pensiones corre peligro en España es algo que veíamos venir incluso los poco instruidos en economía. Si cada año disminuye el número de nacimientos y aumenta el de jubilados, era obvio que en algún momento no se podría mantener. Hay quien propone blindarlo como un derecho fundamental de la Constitución, en lugar de la buena declaración de intenciones sobre política económica donde figura en estos momentos. Eso puede sonar muy bien, pero por mucho que así se reformara poco se podría hacer si el número de trabajadores y cotizaciones no fuera el suficiente para pagar la pensión de todos los jubilados. Lo que ningún representante político o sindical de los que acostumbran a salir en los medios de masas ha tenido el valor de apuntar es que España necesita aumentar su población demográfica y eso pasa por políticas natalistas. Desmantelar el Estado de las Autonomías, como propone el economista Roberto Centeno, también es una solución que no contemplan en ningún partido parlamentario.

Defender el futuro de las pensiones es responsabilidad del pueblo español en su conjunto. Que sindicatos mayoritarios, organizaciones de extrema izquierda, feministas institucionales y demás títeres del capitalismo pretendan monopolizar la protesta social con su discurso sólo denuncia su cortedad de miras y la nula preocupación que tienen por los pensionistas. La transversalidad se demuestra con hechos, no con frases bonitas escritas en pancartas de cartón.

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