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22 febrero 2018 • La barbarie roja en Don Benito

Alfonso Martínez Rodríguez

«La cuerda de presos»: 23 y 24 de julio de 1938 (3)

Continuación de: «La cuerda de presos»: 23 y 24 de julio de 1938 (1) y «La cuerda de presos»: 23 y 24 de julio de 1938 (2)

Los prisioneros comentan entre ellos que quizás han desistido de matarles. Pero media hora más tarde, se escucha el galope de unas caballerías que se acercan y pensando que se trata de tropas del Ejército Nacional, el Sargento ordena a todos parapetarse entre las rocas que rodean la charca, resto de las aguas que en otras épocas del año corren por el Arroyo del “Campo del Toro”. Pero no, se trata de fugitivos marxistas al galope en dirección a Puebla de Alcocer.

Entonces se acerca un individuo montado en un caballo blanco, desconocido para todos hasta ése momento, y hace un aparte con el Sargento Eusebio Jiménez Herrera “El Sargentillo”. Le está diciendo que las tropas nacionales están ya muy cerca de ésa posición, aproximadamente a 10 kilómetros de distancia, y que están entrando en Campanario. Está claro que para poder continuar la huída deben aligerar su “carga”.

Descompuesto, manda a todos que se levanten y se concentren en la falda de un cerrito próximo al arroyo. Ordena al soldado José Agustín Paredes Díaz, que separe a las 14 mujeres que aún sobreviven y las ponga en la otra orilla. Son momentos de mucha tensión, desconcierto, voces, chillidos, insultos, gritos, llantos… Ellas van a ser testigos de lo que ocurre a continuación.

Los asesinos montan sus fusiles, escopetas y pistolas y forman el cuadro que indiscriminadamente apunta y dispara a los 41 hombres que han logrado sobrevivir hasta ahora. Están atados, algunos consiguen liberarse, corren en todas las direcciones posibles en una desbandada marcada por el terror. Si un compañero cae, el otro arrastrado por la ligadura que les une, también cae y va a ser rematado en el suelo por sus “valientes” asesinos. Aquéllos que consiguen huir malheridos, son perseguidos hasta que son cazados y rematados.

Aquí, regando con su sangre las peñas pizarrosas del “Moro de Suárez”, quedan tendidos en el suelo, más cerca o más lejos, unos muertos, otros moribundos, 16 mártires asesinados a sangre fría por unas bestias marxistas que llevarán sobre sus conciencias todos los horribles actos que han cometido durante éstos dos días. Entre los verdugos, uno de los que con más ahínco persigue a los fugados es el escopetero Alonso Álvarez Gallego “El Alonso” con su escopeta de dos caños y ayudado también por una pistola. Los demás ya tienen que usar sus pistolas ante la falta de municiones.

Fermín Lozano González, de 49 años de edad, que ha caído simulando haber muerto es testigo de todo lo que ocurre y de cómo persiguen a los que huyen hasta que cuando abandona el lugar, ya anochecido y ante la marcha del resto de La Cuerda, regresa hacia Don Benito y cuenta lo ocurrido; también ha sido testigo de cómo los asesinos exhortan a los caídos gritándoles que los que puedan se levanten para continuar la marcha. No es ésa su intención: Rafael Peralta Cáceres, de 54 años de edad, con una herida en una pierna, lo hace, y es rematado por el Sargento Eusebio Jiménez Herrera con un disparo de fusil en el corazón; Diego Dávila Nicolau, de 58 años de edad, muy malherido, se incorpora para suplicar que acaben con su sufrimiento, pero lo hacen muy lentamente, con varios disparos, hasta que su cuerpo deja de moverse; Julio Escuder de Marcilla y Mir “Facuder”, de 46 años de edad, cuando se reincorpora y ve el cruel panorama que se divisa, escucha los quejidos de Julio Ramos López, de 46 años de edad, acribillado y con varias heridas, quien le transmite unas palabras para sus hijos; Alonso Cerrato Moreno, de 38 años de edad, también cae y al levantarse, es perseguido por un miliciano que le dispara, pero la bala solamente le rasga la manga de su chaqueta. Luego consigue incorporarse a la carretera donde se mezcla y confunde con el enorme gentío que huye hacia Puebla de Alcocer. Las 14 mujeres han sido testigos forzadas de esta horrible matanza.

Aquí, en el Arroyo del “Campo del Toro”, en el “Moro de Suárez”, han abandonado La Cuerda, ahora en contra de su voluntad, Félix Parejo García, de 69 años de edad, con varias heridas de armas de fuego; Julio Ramos López, de 46 años de edad, con varias heridas de armas de fuego; Rafael Peralta Cáceres, de 54 años de edad, con heridas de fusil en pierna y corazón; Diego Dávila Nicolau, de 58 años de edad, con varios disparos; Antonio García de Paredes Gallego, de 49 años de edad, con heridas de armas de fuego; Juan Escobar Moreno, de 50 años de edad, con heridas de armas de fuego; Manuel de Arcos Parejo, de 46 años de edad, cuyo cadáver fue encontrado dieciocho días después; Antonio Sáenz Gómez-Valadés, de 55 años de edad, cuyo cadáver fue encontrado en estado de descomposición veintiún días después; Cándido Mena Rubio, de 53 años de edad, cuyo cadáver fue recogido veintiún días después a cinco kilómetros del lugar; Félix Galán Lapeña, de 41 años de edad, con varias heridas de armas de fuego, cuyo cadáver fue encontrado a cinco kilómetros del lugar de los asesinatos en la Finca “La Milanera”; Evaristo Alfonso Rodríguez Simone “Alfonso Trajano”, de 43 años de edad, con heridas de armas de fuego en cabeza, cuello y hombro, cuyo cadáver fue encontrado a cinco kilómetros del lugar de los asesinatos el día 2 de noviembre de 1938, cien días después del fusilamiento, en la Finca “La Milanera”; Carlos Elías Montemayor, de 45 años de edad, a cuyo cadáver le faltaba el brazo derecho; Eusebio Gervolés Martínez, de 47 años de edad; Antonio Benito Dorado Gallego, de 38 años de edad, con heridas de armas de fuego; Alfredo García Sánchez, de 52 años de edad, cuyo cadáver nunca fue encontrado; y Francisco Álvarez Sólo de Zaldívar, de 41 años de edad, cuyo cadáver no fue encontrado porque el lugar donde se produjo el suceso estuvo en la línea del frente durante mucho tiempo.

De los 69 integrantes de La Cuerda, ya han sido asesinados 7 de ellos en el Puente de “La Marcocha”, en La Haba; 6 en el Molino “Redoma”, en Campanario; y 16 en el “Moro de Suárez”, en Campanario. En total 29 víctimas más de la barbarie roja.

Los que han conseguido huir, intentan regresar a Zona Nacional. Unos son recogidos por las tropas que los encuentran, otros son auxiliados por los pastores de la zona y algunos consiguen regresar a Don Benito. Su odisea hasta ése momento ha sido espantosa. Escondidos entre los juncales del arroyo y las pizarras de La Serena, con continuos sobresaltos al escuchar cualquier ruido pensando que van a ser descubiertos y capturados de nuevo, sin pan y sin agua, de día y de noche…

Han conseguido escapar de sus verdugos 25 prisioneros: Alonso Cerrato Moreno, de 46 años de edad; Antonio Fernández Carreño; Domingo Adán Cameo “El Maño”, de 38 años de edad; Domingo Olivenza Entonado, de 52 años de edad; Emilio Sánchez-Porro; Eugenio Muñoz Porro, de 36 años de edad; Fernando Camacho Caballero, de 46 años de edad; Fermín Lozano González, de 49 años de edad; Francisco García Gómez “Chichero”, de 37 años de edad; Francisco García Bayón-Campomanes, de 46 años de edad; Francisco Mena Rubio; Iluminado Viñegla Zapata, de 43 años de edad; Ismael Dueñas Moreno, de 35 años de edad, con los pies destrozados, que consiguió refugiarse en la cabaña de un pastor y fue auxiliado por él; Juan Cidoncha Merino, de 40 años de edad; Juan Herrera Herrera, de 50 años de edad; Julio Escuder de Marcilla y Mir “Facuder”, de 46 años de edad; Luis García Solano, de 36 años de edad; Luis Sanz del Campo, de 45 años de edad; Manuel Gómez Miranda; Manuel Olivenza Entonado, de 65 años de edad; Reyes García Bayón-Campomanes, de 58 años de edad; Ricardo Ramos López, de 47 años de edad; Ricardo Terroba Vallejo, de 43 años de edad; Manuel García Reyes, de 54 años de edad; y Guillermo Nicolau Cortijo, de 45 años de edad. Éstos dos últimos “rescatados” por los que un poco antes han intentado asesinarles, con la promesa de salvarles la vida si les ayudan a localizar a sus compañeros huidos, y que consiguen con unos cuantos.

Ha terminado éste trágico episodio, pero La Cuerda continúa su camino hacia Puebla de Alcocer. Los que aún continúan en ella custodiados por los soldados, milicianos y escopeteros rojos que acaban de asesinar a muchos de sus compañeros, llevan grabado en sus ojos lo que acaban de presenciar. Ése lugar, Arroyo del “Campo del Toro” a su paso por el “Moro de Suárez”; ésa fecha 24 de julio de 1938; ése día, domingo; y ésa hora, siete de la tarde, bajo un sol justiciero, nunca lo podrán olvidar… y las caras de los asesinos, tampoco.

Pero aún les quedan 27 kilómetros para llegar a Puebla de Alcocer.

Cadáver de Josefa Margarita VERDÚ SÁNCHEZ

Una vez allí, el Sargento Eusebio Jiménez Herrera “El Sargentillo”, hace entrega de la escasa carga que le queda al Comandante Militar de la Plaza, varios hombres “recuperados” en el camino y 14 mujeres: Manuel García Reyes; Guillermo Nicolau Cortijo; Francisco García Gómez; Eugenio Muñoz Porro; Juan Cidoncha Merino;… ; las hermanas Adela y Paula Sánchez Parejo, ésta última de 14 años de edad, cuya madre fue asesinada en La Haba; las hermanas Agustina, Petra y Remedios García Espada, de 38, 24 y 18 años de edad, respectivamente; las hermanas Carmen y Elisa Bayón-Campomanes Álvarez; Antonia Estéban de Quirós, de 20 años de edad; Carmen González Bueno, de 26 años de edad; Emilia Cidoncha Donoso, de 40 años de edad, cuya hermana fue asesinada en La Haba; Isabel Cidoncha Donoso, de 23 años de edad; María Gómez; Marina Isla Hervella, de 45 años de edad; y Pura Hidalgo-Barquero Corrochano, de 18 años de edad.

El escopetero Alonso Álvarez Gallego “El Alonso”, aún no está satisfecho con sus “hazañas”. No ha saciado sus instintos asesinos. Ahora se dedica a “controlar” los trenes que pasan por la Estación de Brazatortas-Veredas (Ciudad Real). Sube como un poseso a los vagones con el fin de localizar a personas de “derecha” que se dirijan a Ciudad Real. El día 29 de julio de 1938, cuatro días después del último episodio de La Cuerda, localiza a cuatro de los presos fugados en uno de ésos trenes: Son los hermanos Domingo y Manuel Olivenza Entonado, Iluminado Viñegla Zapata y Francisco Mena Rubio. Les conduce ante las autoridades rojas maltratándoles de palabra y obra, mas aquí ya no puede matar porque sí, existe un cierto “orden”.

Unos días más tarde, se teme que Puebla de Alcocer va a caer en manos de las Tropas Nacionales y entonces, trasladan a los prisioneros a Cabeza del Buey (Badajoz). El 13 de agosto de 1938, ésta población también es liberada y evacúan a las mujeres supervivientes hacia Villanueva de Córdoba (Córdoba), hasta que, definitivamente son liberadas.

Hasta aquí la historia de “La Cuerda de Presos de Don Benito”. Por supuesto que no todos los sufrimientos terminan aquí. La Guerra no ha terminado. Aún faltan 251 días para ello: 1 de abril de 1939.


Hemos transcrito algunas páginas del libro: LA BARBARIE ROJA EN DON BENITO “LA CUERDA DE PRESOS”-23 y 24 de julio de 1938 80º ANIVERSARIO – Julio 2018 de Alfonso Martínez Rodríguez.

El texto tiene 221 págs. en edición sin ánimo de lucro que se distribuye a precio de coste (28€).

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