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9 enero 2018 • Traten de pensar en otro general o político del siglo XX con un historial de logros comparable al de Franco • Fuente: Dichos, Actos y Hechos

Pío Moa

La importancia de Franco y el pensamiento antifranquista

Carteles de la paranoica CUP catalana que vinculaba por “españolista”, el “no” en el referéndum ilegal previsto para el 1 de octubre con una imagen de Franco

No existe un pensamiento franquista porque en aquella época el pensamiento fue muy diverso, incluso entre los más afectos al régimen. En cambio hablar de pensamiento antifranquista no deja de ser un oxímoron: nada más opuesto a cualquier pensamiento racional que las fritangas de distorsiones, exageraciones, “olvidos” y simples embustes con los que se quiere conjurar el recuerdo de toda una época histórica, convirtiéndola en un chiste de mal gusto. Una época a la que debe la actual todo lo que tiene de positivo y esperanzador, cada vez menos, es cierto, y precisamente por ese antifranquismo grotesco.

Recientemente el periódico El Español, que quedaría más apropiado si completara el título con el adjetivo “antiespañol” exponía un artículo de Ricardo García Cárcel quejándose de la mitificación de Franco y contribuyendo a ella. Ejemplo:

Las glosas del mito Franco han girado en torno a cuatro ejes: que Franco ganó la Guerra Civil con habilidades estratégicas dignas de Napoleón; que salvó a España de la destrucción al resistirse a entrar en la órbita de Hitler; que pilotó la salida de España del hundimiento económico y que fue el que urdió el proceso de la transición a la democracia. Vida privada y vida pública impecables conjugadas. Tenacidad, serenidad, sobriedad, desconfianza gallega y laboriosidad serían sus principales cualidades. Los defectos o más bien excesos se le atribuirían a su mujer. La nómina de elogios ha sido abrumadora y entre sus virtudes añadidas se han destacado su condición de gran cazador y pescador, experto en poderes sobrenaturales y hasta dominador extraordinario de las constantes fisiológicas. Hoy el relato épico y heroico de Franco está agotado pese a los intentos de Pío Moa. Los historiadores, ya desde la derecha (Payne), ya desde la izquierda (Preston), están todos de acuerdo en asumir la extrema mediocridad del personaje, su falta de ideas, su ambición de poder, su capacidad de supervivencia, su cercanía a dictadores latinoamericanos más que al propio fascismo europeo, su inserción en una historia larga de reaccionarismo ideológico español y de guerracivilismo.

¡Todo un pensador, este García Cárcel! Por partes: oyéndoles, se diría que Franco no ganó la guerra. Una guerra muy difícil. El problema, ridículo para cualquier entendido en temas militares, parece ser que algunos dicen que venció con estrategias “dignas de Napoleón” cosa que hace reír a estrategas como nuestros antifranquistas. Bueno, Napoleón perdió varias batallas cruciales y finalmente la guerra; Franco no perdió una sola batalla decisiva y ganó finalmente la guerra con máxima elegancia, sin hacer uso de la enorme superioridad militar que había logrado partiendo de una situación prácticamente desesperada. ¡Menudo mediocre!

Luego, España no entró en la guerra mundial mientras Franco ostentaba la máxima autoridad, pero al pensamiento antifranquista le parece que no hay ninguna relación entre una cosa y la otra. Aquí, la puerilidad de los retorcimientos argumentales alcanza verdaderas cimas. Sin Franco, por un lado o por el otro, habría sido imposible evitar para España una guerra mucho más devastadora que la civil. Este fue un logro de Franco no menor que haber vencido a un Frente Popular compuesto de totalitarios, separatistas y golpistas varios. Pero en el fondo los pensadores antifranquistas desearían que España hubiera sido arrasada para poder ser “liberados” por los bombardeos y tanques useños y volver al caos de la república; o de una monarquía como la que la engendró aquel caos. A estos descerebrados les da igual el torrente de sangre, no solo de españoles, sino de los demás países, incluso los finalmente vencedores, si España hubiera entrado en la guerra.

Nadie dice que Franco hubiera pilotado la transición a la democracia, como afirma nuestro pensador. Sí, en cambio, dos cosas: que sin la transformación social y económica del franquismo, la democracia habría sido inviable; y que, efectivamente, se hizo de la ley a la ley, es decir, a partir del franquismo, de su legitimidad; y no a partir del criminal Frente Popular, como propugnaban y propugnan los descerebrados pensadores antifranquistas. Esto es una evidencia, que intenta borrarse con retórica hueca, como intenta borrarse la evidencia de que es el antifranquismo y su falseamiento de la historia lo que ha podrido la democracia hasta hacerla irreconocible.

Dejemos aparte las tonterías que García Cárcel achaca a otros para rebatirlas o burlarse de ellas o esa equiparación entre Preston y Payne. Es un duelo de tonterías, muy propio de esta clase de pensamiento. Pero hay otros méritos que él no menciona: no solo Franco el Mediocre venció al Frente Popular y su tutor Stalin y evitó el baño de sangre que habría supuesto la entrada en la guerra mundial; venció también al maquis, una difícil guerra de guerrillas comunista que en Grecia obligó a Inglaterra a tirar la toalla. Venció después al criminal aislamiento, con la consiguiente hambruna masiva, que quisieron imponer a España los países comunistas, demócratas y dictaduras variopintas, todos juntos y en unión, y les obligó a aceptar el franquismo, un régimen históricamente necesario y que no habría podido resistir a tales presiones y hostilidad sin un enorme apoyo popular. Pues la gente recordaba muy bien lo que habían sido la república y el Frente Popular, no como ahora, cuando sus panegiristas los pintan con la misma masa de embustes con que denigran a quien los venció. Y al morir Franco, España era uno de los países más ricos y con mayor esperanza de vida del mundo, había salido de la miseria y degradación de la república y el Frente Popular, y olvidado los odios que ahora vuelven a resurgir por obra de los geniales antifranquistas.

En fin, traten ustedes de pensar en otro general o político del siglo XX, demócrata o no demócrata, español o extranjero, con un historial de logros comparable al de Franco. Hagan este pequeño ejercicio intelectual, que propongo en el libro Los mitos del franquismo.

Pero, concluye nuestro pensador: Franco era un mediocre lamentable, sin ideas y no sé cuántas deficiencias más. Pero vamos a ver hombre, mírense usted y todos los que “piensan” como usted al espejo y verán un perfecto reflejo de ese Franco que ustedes se empeñan en imaginar.

Mientras no salgamos de esta miseria intelectual y moral, la sociedad continuará descomponiéndose.