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24 diciembre 2017 • "Dará luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, pues él ha de salvar a su pueblo de sus pecados"

Marcial Flavius - presbyter

Vigilia de Navidad: 24-diciembre-2017

Rito Romano Tradicional

Evangelio

Mt 1, 18-21: Desposada María, madre de Jesús, con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. Mas José su esposo, como era justo y no quería infamarla, resolvió dejarla secretamente. Pensaba en ello cuando se la apareció el Angel del Señor en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, en tu casa porque en lo que ella ha nacido del Espíritu Santo es. Así que Desposada María, madre de Jesús, con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. Mas José su esposo, como era justo y no quería infamarla, resolvió dejarla secretamente. Pensaba en ello cuando se la apareció el Angel del Señor en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, en tu casa porque en lo que ella ha nacido del Espíritu Santo es. Así que dará luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, pues él ha de salvar a su pueblo de sus pecados., pues él ha de salvar a su pueblo de sus pecados.

Reflexión

Durante el Adviento contemplamos y meditamos las dos venidas de Cristo, atestiguadas por la Escritura.

En Navidad conmemoramos la Primera Venida de Nuestro Señor, cuando por nuestra salvación tomó carne mortal en el vientre de la Virgen María y se hizo hombre.

Y la Liturgia también nos presenta, en perspectiva, su Segunda Venida, el retorno de Jesucristo en gloria y majestad al fin de los tiempos. Esta segunda venida es llamada comúnmente en las Escrituras «día del Señor» (I Tes. 5 2.), y su hora nadie la conoce (Mt. 24 36; Mc. 13 32.). Los fieles deben desear con afecto vehementísimo este día del Señor, de modo parecido a como los justos del Antiguo Testamento deseaban el día en que el Señor revestiría carne humana.

¿Cómo debemos armonizar en el presente estos dos misterios, uno pasado y otro futuro? ¿Existe acaso alguna conexión entre la venida del Niño Dios en Belén y el retorno de Cristo, Rey y Juez? Estos dos Advientos se complementan recíprocamente, pues constituyen dos fases de un único misterio de salvación. El Primer Adviento no se comprende sin el Segundo… El Retorno de Jesucristo da cumplimiento y perfección a su Encarnación…

«OH DIOS que nos alegras con la expectación anual de nuestra redención; haz que así como recibimos gozosos a tu Unigénito como Redentor, así también lo veamos seguros venir como Juez a nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo: El cual vive y reina contigo…» (Or. colecta de la Misa de la Vigilia).

«El que me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cual sacará a luz los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones, y entonces a cada uno le vendrá de Dios su alabanza» (4 Domingo Adviento: Epístola).

Dado que todo apóstol es siervo de Dios, sólo por Él debe ser hallado fiel , sin importarle los vanos juicios de los hombres, ni el juicio propio, que podría ser parcial. A San Pablo sólo le interesa “quedar bien” con el Padre celestial, el único sabio, que me juzga con caridad porque me ama, y ha entregado mi juicio a su Hijo que es mi propio abogado, un abogado que se hizo matar por defenderme. Nada vale juzgar antes que venga el verdadero Juez (Cfr. Mons. Strubinger in 1 Cor 4, 1-5).

El Catecismo romano explica con detalle todo lo referente a Cristo como Juez:

De lo que significa el nombre Cristo, y por cuántos títulos convenga a nuestro Jesús.

Al nombre de Jesús se añadió además el de Cristo que significa Ungido, y es nombre de honor y oficio, no propio de solo uno, sino común a muchos: ya que nuestros padres antiguos llamaban cristos a los sacerdotes y reyes que Dios había mandado ungir por la dignidad de su oficio. También hubo costumbre de ungir a los profetas… cuándo nuestro Salvador Jesucristo vino al mundo, se encargó de los oficios y empleos de las tres clases de personas que hemos indicado, es a saber, de Profeta, Sacerdote y Rey; y por estas causas fue llamado Cristo…

Asimismo, reconocemos también por Rey a Jesucristo, no sólo en cuánto Dios, mas también en cuánto hombre. Cristo no poseyó este reino por derecho de herencia o por derecho humano, aunque descendía de reyes muy esclarecidos, sino fue Rey porque Dios le dio, en cuánto hombre, toda aquella potestad, grandeza y dignidad de que es capaz la naturaleza humana. Y así le entregó el reino de todo el mundo, y efectivamente en el día del juicio se le rendirán todas las cosas entera y perfectamente, lo cual ha empezado ya a realizarse.

Cuántos son los juicios que el hombre debe sufrir.

Dos son las venidas de Cristo, atestiguadas por la Escritura También son dos las veces que el hombre debe comparecer ante el Señor para ser juzgado por El:

1º En el juicio particular: cuando cada uno de nosotros sale de este mundo, inmediatamente comparece ante Dios y es juzgado por todas las acciones de su vida.

2º En el juicio general: cuando todos los hombres, en un solo día y lugar, al fin de los tiempos, comparecerán ante Jesucristo, en cuerpo y alma, para ser juzgados públicamente, esto es, para que se haga pública la sentencia de su eterna salvación o condenación.

Razones del juicio general.

Era conveniente que, después del juicio particular, tuviera lugar otro juicio universal, por los siguientes motivos:

1º Para que se conozca la influencia del buen o mal ejemplo de cada hombre sobre sus descendientes, y haya un examen perfecto de este proceso de hechos y dichos, buenos y malos, con los cuales aumenta el premio o la pena de los ascendientes muertos.

2º Para que sean ensalzados los justos, muchas veces privados en esta vida de la honra, y humillados los impíos, muchas veces ensalzados injustamente.

3º Para que sean juzgados y premiados o condenados, no sólo nuestras almas, sino también nuestros cuerpos, que fueron los instrumentos de sus acciones.

4º Para que se manifieste la acción infinitamente justa y sabia de la Providencia de Dios en las cosas prósperas y adversas que indistintamente suceden a buenos y a malos, e incluso cuando permite el mal o la humillación del justo y la prosperidad del malvado; no sea que se crea que Dios no se ocupó de las cosas humanas, ni tenga motivo alguno la queja que esta manera de obrar arrancó a veces a los mismos hombres justos.

5º Para infundir en esta vida ánimo a los justos de seguir haciendo el bien, y temor a los pecadores de hacer el mal, ante el pensamiento de este juicio riguroso en que el justo será recompensado y el impío castigado.

La verdad de este artículo creída con fe sobrenatural, es muy poderosa para contener los rebeldes apetitos del ánimo y apartar los hombres del pecado. Por lo cual dijo el Eclesiastés. “En todas tus obras acuérdate de tus postrimerías, y jamás pecarás”.

Y a la verdad, apenas habrá quien se deje arrastrar de sus vicios con tanta fuerza, que no le mueva al deseo de bien vivir aquella verdad, de que día ha de venir en que ha de dar cuenta al justísimo Juez no solamente de todos sus hechos y dichos, sino también de los más ocultos pensamientos, y que ha de pagar la pena que por ellos le correspondiere.

Mas por el contrario, es necesario que el justo se anime más y más a ejercitar la virtud, y tenga grande alegría, aunque viva en pobreza, infamias y tormentos cuando se acuerde de aquel día en que después de las luchas de esta trabajosa vida, se verá declarado por vencedor en presencia de todos los hombres, y condecorado con honras eternas, será recibido en la patria celestial.

Y por tanto lo que conviene es exhortar a los fieles, a que procuren vivir santa y justamente y que se ejerciten en todos los oficios de virtud, para que con toda seguridad de su alma puedan esperar aquel gran día del Señor que se va acercando, y aun desearle con vivas ansias como corresponde a hijos suyos.