Go to Admin » Appearance » Widgets » and move Gabfire Widget: Social into that MastheadOverlay zone
«La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas»
Según parece, en esta confusa etapa política caracterizada por el diálogo y las concesiones mutuas, se está alcanzando un cierto consenso en cuanto a la Enseñanza. De vez en cuando, trascienden a los medios los aspectos más llamativos y populares, para que Juan Español respire y se entere de que vamos por el buen camino.
De este modo, nos hemos enterado de que las temibles reválidas previstas en la non nata LOMCE han pasado a mejor vida, de que no es necesario de que sufrido alumno de la ESO llegue al 5 de nota media para obtener el mismo título que aquel que se ha esforzado en obtener buenas notas, de que es posible titularse con dos asignaturas suspendidas de forma inmisericorde y de que, en el menguado y ridículo bachillerato que nos impusieron, la Literatura ha adquirido la misma cualidad de maría que ya tienen el latín, el griego y la filosofía.
Esta política educativa consensuada debe constituir el objetivo de la repetida consigna progresista que preside todas las manifestaciones del llamado Sindicato de Estudiantes y que adorna, en forma de pancartas y pasquines, muchos Institutos y Universidades: Queremos una Enseñanza Pública de calidad.
Es sorprendente, de entrada, que todos los partidos políticos, tan variopintos ellos y tan picajosos en otros temas, estén de acuerdo en lo que respecta al sistema educativo. ¿Ninguno se permite objeciones o discrepancias? Pero más curioso aun es que profesores y padres de alumnos participen de este alborozado consenso, que prolonga en el tiempo, incide y profundiza, si cabe, en las mismas líneas pseudopedagógicas que han llevado a la enseñanza española a ser modelo de martillo de los estudiosos, luz de la ignorancia y espada de los vagos.
¿Es que nadie discrepa en voz alta? ¿Es que, al modo quevediano, nadie se atreve a decir lo que se siente y todos se conforman y someten a sentir lo que se dice? ¿Es que las protestas, los berrinches y las depresiones de los docentes deben seguir quedando encerradas en las cuatro paredes de la sala de profesores o en el boca-oído vergonzante de las reuniones de departamento escolar?
¿Es que las quejas de los padres conscientes de ser los últimos responsables de la educación de sus hijos deben seguir quedando reducidas a la intimidad matrimonial? ¿Nadie de esta sociedad de la insensatez, la plebeyez y la picaresca discrepa ante este consenso político?
Permítanme que este profesor jubilado, proveniente de otra Enseñanza Pública en todos sus estudios y que ha ejercido, sin callarse, su actividad profesional en esas mismas aulas, se muestre partidario del disenso.