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4 marzo 2017 • Un cambio relevante es la expresión «por muchos» en la consagración del cáliz

Angel David Martín Rubio

La nueva edición española del Misal Romano

La publicación de una nueva edición en lengua española del Misal Romano reformado en 1969, no es solamente la ocasión de sustituir un libro por otro más moderno, actualizado y de mayor calidad editorial o tipográfica sino que nos ofrece una buena oportunidad para examinar y mejorar las celebraciones litúrgicas que se llevan a cabo utilizando dicho Misal.

Para entender mejor lo que vamos a exponer, conviene precisar el significado de algunos conceptos relacionado con las celebraciones y los libros litúrgicos:

Liturgia: ( = oficio o ministerio público) Es el culto oficial que la Iglesia tributa a Dios y que abraza esencialmente la celebración del sacrificio eucarístico con su oficio ajeno (Liturgia de las horas) y la administración de los sacramentos con el uso conjunto de los sacramentales.

Eucaristía: La Eucaristía, además de sacramento, es también el sacrificio perenne de la nueva ley dejado por Jesucristo a su Iglesia para ser ofrecido a Dios por mano de los sacerdotes.

Rito: «Tiene también este Sacrificio muchas, muy insignes y solemnes ceremonias. Ninguna de ellas se ha de juzgar ociosa o vana; pues todas se encaminan a que resplandezca más la majestad de tan alto Sacrificio, y a que los fieles asistiendo a la Misa se muevan a la contemplación de los saludables misterios que están ocultos en este Sacrificio» (Catecismo Romano).

Por tanto, Rito es el conjunto de ceremonias y de fórmulas de que constan los actos litúrgicos. Algunos son esenciales, o sea constituyen la esencia misma de los Sacramentos, son de origen divino y han quedado fijos y sin cambio alguno a través de las vicisitudes históricas y geográficas. Otros son accidentales, de origen eclesiástico y aparecen y se modifican según los tiempos y las zonas.

Esa variedad de ritos accidentales ha dado origen a las diversas liturgias vigentes en la Iglesia: rito antioqueno, alejandrino, galicano, ambrosiano, mozárabe… El romano es uno de estos ritos, el predominante hoy en el mundo católico.

Libros litúrgicos: Son aquellos que contienen las fórmulas y ritos necesarios para las celebraciones litúrgicas. Misal romano, el propio de este rito para la celebración eucarística con los respectivos Leccionarios que contienen las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura.

Edición típica latina: la edición oficial a la cual deben adaptarse las otras impresiones o las traducciones y adaptaciones a las diversas lenguas (además del idioma, éstas se diferencian de la Edición típica sobre todo en los propios). Estas versiones se encomiendan a las diversas Conferencias Episcopales que elaboran un texto que recibe la Recognitio o aprobación de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Con estas referencias podemos entender mejor cómo la edición del Misal Romano que ve la luz, no es un “nuevo misal”, expresión que se usa a veces pero que no es correcta, sino una nueva edición o versión del ya existente.

1. Breve introducción histórica

Nos encontramos, en realidad, ante la traducción oficial en lengua española del Misal Romano promulgado el 3 de abril de 1969 por Pablo VI y que ha conocido tres ediciones típicas latinas: 26-marzo-1970; 27-marzo-1975 y 20-abril-2000 (aunque la presentación oficial no se hizo hasta marzo-2002, cuando salió a la luz la edición). En 2008 se publicó una reimpresión enmendada de esta tercera edición típica. Prescindimos aquí de la cuestión del entronque de estas ediciones con la tradición litúrgica preconciliar.

Los trabajos de revisión de la traducción española cobraron nuevo impulso a partir de la promulgación el 28-marzo-2001 de la Instrucción sobre el uso de las lenguas vernáculas en la edición de los libros de la Liturgia Romana “Liturgiam Authenticam” (28-III-2001), que exige, tanto en las traducciones nuevas como en la revisión de las que ya estaban en uso, una mayor fidelidad literal a los textos originales respecto de las versiones realizadas en los primeros años de la reforma litúrgica en los que primaba el criterio de una adaptación o interpretación de los mismos.

La Comisión Episcopal de Liturgia, a través de su Secretariado y contando con la colaboración de los consultores y de numerosos expertos en Biblia, liturgia y lengua castellana, asumió esta tarea y el examen de las traducciones y los informes de los trabajos realizados han estado presentes en varias asambleas plenarias de la Conferencia Episcopal Española que, de manera parcial en ocasiones y, finalmente, de manera global aprobó en abril de 2010 los textos para ser enviados a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos para la preceptiva recognitio. Esta aprobación lleva fecha del 8-diciembre-2015 y del 25-julio-2016 el Decreto de la Conferencia Episcopal Española que impone el uso obligatorio de esta nueva versión en todas las diócesis de España a partir de la misa vespertina del Primer Domingo de Cuaresma (sábado, 4-marzo-2017).

2. Aportaciones de la nueva edición

Sin entrar en los aspectos formales y en la labor editorial, podemos señalar algunas de las principales aportaciones de la nueva edición oficial en lengua española:

1.- Revisión de la traducción de acuerdo con criterios de fidelidad y literalidad.

2.- La nueva edición contiene el último texto revisado de la Ordenación General del Misal Romano, promulgada en la edición típica del 2000 y ya difundido en forma de separata en 2005. He aquí algunas precisiones significativas de este texto:

– la recomendación a los sacerdotes de la celebración diaria de la eucaristía (cf. n. 19); y la insistencia en el ejercicio del ministerio propio de su orden como el mejor modo de participar en la eucaristía, a no ser que una causa justa les excuse (cf. n. 114).
– la homilía en ningún caso puede encargarse a un fiel laico (cf. n. 66).
– Después de la invitación del sacerdote «Orad, hermanos…», los fieles se ponen de pie para la respuesta «El Señor reciba de tus manos…» (cf. n. 146).
– La recitación de la plegaria eucarística, reservada también al ministerio sacerdotal, usando solamente el texto del Misal, y en la que los fieles participan escuchando con fe y en silencio, y con las aclamaciones asignada a ellos (cf. n. 147).
– El gesto de los fieles durante la consagración, que por principio estarán de rodillas a no ser que lo impida la enfermedad o alguna de las causas ya señaladas en la edición anterior (la estrechez del lugar o la aglomeración de la concurrencia o cualquier otra causa razonable), de manera que «quienes no se arrodillen en la consagración, harán una profunda inclinación mientras el sacerdote se arrodilla después de ella» (n. 43).
– El modo de acceder los fieles a la comunión: no pueden tomarla por sí mismos ni pasarse entre sí la sagrada Eucaristía o el cáliz. La recibirán de rodillas o de pie, según las disposiciones de la Conferencia Episcopal, pero si lo hacen de pie se recomienda que hagan la debida reverencia según esas disposiciones y, si la reciben en la mano, el que comulga debe consumir la partícula inmediatamente y delante del ministro (cf. nn. 160-161).

3.- En el Propio del tiempo se han añadido algunas oraciones

4.- En el Ordinario de la Misa no hay cambios relevantes, con la excepción de la expresión «por muchos» en la consagración del cáliz, que ha de sustituir a la expresión «por todos los hombres». Por la importancia de la cuestión, nos ocuparemos más delante de ella.

5.- El Propio y el Común de los santos. Además de algunos cambios de denominación y en la estructura del Misal, se han añadido nuevos formularios y oraciones para las fiestas y memorias incorporadas al Calendario litúrgico. Algo similar ocurre con las misas rituales, por diversas necesidades, votivas y de difuntos.

6.- En el Apéndice se encuentran los textos del Ordinario de la Misa con música, el rito de la bendición del agua para la aspersión dominical, la bendición de un ministro extraordinario de la comunión, la bendición del cáliz y de la patena dentro de la misa, algunos modelos de oración universal, las plegarias eucarísticas para las misas con niños, la preparación para la misa y la acción de gracias de esta. Y, por último, los índices.

7.- Textos bíblicos. La III edición oficial española del Misal contiene el texto bíblico de la Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española en las antífonas de entrada y comunión y en los pocos textos bíblicos que recoge el Misal de forma literal.

Como es sabido, el 25 de noviembre de 2008 la CCXI Asamblea Plenaria del episcopado español aprobó la Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, editada por la BAC. El 29 de junio de 2010 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos otorgó su conformidad a esta traducción bíblica, llamada a ser incorporada principalmente en los libros litúrgicos. Tras algunos cambios introducidos posteriormente, la misma Congregación concedió, mediante Decreto del 22 de agosto de 2014, la recognitio definitiva.

3. La traducción de las palabras de la Consagración: “pro multis”

Con ocasión de la publicación de la 3ª edición oficial del Misal Romano en castellano, se hacen efectivas y obligatorias para todo el ámbito jurisdiccional de la Conferencia Episcopal Española las modificaciones mandadas introducir en su momento por el papa Benedicto XVI, a saber, la inclusión del nombre de san José en las plegarias eucarísticas IIª, IIIª y IVª –en la Iª ya estaba desde el 8 de diciembre de 1962– y la establecida por medio de una carta del cardenal Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a las conferencias episcopales que afecta a la traducción de las palabras “pro multis” (“por muchos”) y que ha de sustituir a la expresión “por todos los hombres”. Esta última modificación pretende una mayor fidelidad a los textos originales del Nuevo Testamento (cf. Mt 26,28 y Mc 14,25) y a la tradición litúrgica de la Iglesia latina. En este sentido, la expresión en uso no era realmente una traducción del texto sino una interpretación.

En su comunicado oficial para presentar el Misal, los obispos españoles han pedido a todos los sacerdotes «que reciban con espíritu de generosa obediencia esta variación y la expliquen a los fieles mediante una oportuna catequesis que señale, en primer lugar, el motivo por el que la palabra “muchos” sustituye a “todos los hombres”; y, en segundo lugar, la razón por la que se vuelve al sentido original bíblico».

La importancia de la cuestión es tal, que algunos liturgistas han señalado la incidencia de las malas traducciones en la casi imperceptible pero constante modificación de los contenidos objeto de la adhesión de fe que se ha venido produciendo en los últimos años. Las diferentes traducciones de los textos litúrgicos resultan, en ocasiones, tan divergentes del original latino que se deben a una variación profunda de la mentalidad y se manifiestan en todo el ámbito de la filología: desde el orden léxico al sintáctico.

En el documento de la Congregación romana a que nos hemos referido se recuerda que hay muchos argumentos en favor de una traducción más precisa de la fórmula «pro multis»:

«a. Los Evangelios Sinópticos (Mt. 26,28; Mc. 14,24) hacen una referencia específica a «muchos» ([la palabra griega transliterada sería polloi]) por los cuales el Señor está ofreciendo el Sacrificio, y estas palabras han sido relacionadas con las palabras del profeta Isaías («Mi siervo, el Justo, justificará a muchos por su doctrina, y cargará con las iniquidades de ellos. Por esto le daré en herencia una gran muchedumbre, y repartirá los despojos con los fuertes, por cuanto entregó su vida a la muerte y fue contado entre los facinerosos. Porque tomó sobre sí los pecados de muchos e intercedió por los transgresores» 53, 11-12). Sería completamente posible que los Evangelios hubiesen dicho «por todos» (por ejemplo, cf. Lucas 12, 41); pero, la formula de la narración de la institución dice «por muchos», y estas palabras han sido fielmente traducidas por la mayoría de las versiones bíblicas modernas».

Por otro lado, como recordaba Romano Amerio, «es fútil la tentativa de justificar filológicamente la variación aduciendo que «muchos» es un semitismo equivalente a «todos» […] Pretender que los antiguos no distinguiesen los conceptos de totalidad y pluralidad es acusarles de no haber poseído los primeros principios de la razón».

«b. El Rito Romano en latín siempre ha dicho pro multis y nunca pro omnibus en la consagración del cáliz.

c. Las anáforas de los distintos ritos orientales, sea el griego, el siríaco, el armenio, el eslavo, etc. contienen fórmulas verbales equivalentes al latín «pro multis» en sus respectivos idiomas.

d. La expresión » por muchos», mientras permanece abierta a la inclusión de cada uno de los seres humanos (nadie está en principio excluido de por encontrarse entre esos “muchos”), refleja, además el hecho de que esta salvación no es algo mecánico, sin el deseo o la participación voluntaria de cada uno; por el contrario, el creyente es invitado a aceptar por la fe el don que le es ofrecido y a recibir la vida sobrenatural que es dada a los que participan del misterio, viviéndolo en sus vidas de modo tal que sean parte del número de los «muchos» a los que se refiere el texto».

En efecto, probablemente sea en este último punto donde radica la entraña del asunto y la explicación de las causas que movieron a los neoliturgistas postconciliares a modificar las fórmulas mismas de la Consagración, apartándose no solo de las palabras que se habían conservado intactas durante siglos, sino incluso del tenor de la Sagrada Escritura olvidando las clásicas disputas teológicas sobre la ilicitud de variar su más mínima partícula. Donde el Canon Romano decía “qui pro vobis et pro multis effundetur”, se introdujo “que será derramada por vosotros y por todos los hombres”.

La diferencia es evidente porque la fórmula “por todos los hombres” insinúa la universalidad de hecho de la salvación. Ahora bien, Jesucristo murió por la salvación de todos los hombres y por todos ellos satisfizo en la Cruz. En ese sentido, efectivamente, Jesucristo murió por todos; pero no todos se salvan, porque o no le quieren reconocer o no guardan su ley, o no se valen de los medios de santificación que nos dejó.

Es decir, para salvarnos no basta que Jesucristo haya muerto por nosotros, sino que es necesario aplicar a cada uno el fruto y los méritos de su pasión y muerte, lo que se hace principalmente por medio de los sacramentos instituidos a este fin por el mismo Jesucristo, y como muchos no reciben los sacramentos, o no los reciben bien, por esto hacen para sí mismos inútil la muerte de Jesucristo (Cfr. Catecismo Mayor).

*

Un largo proceso, con sus correcciones, revisiones y aprobación por la Santa Sede, nos entrega un Misal, en su tercera edición, enriquecido en muchos aspectos, con una traducción más fiel y literal… Es una obra ingente. Que su recepción y acogida contribuya a alcanzar los fines de darle a Dios la gloria que es debida y obtener la santificación de los fieles, fin primario y secundario de la Liturgia de la Iglesia.

Fuentes consultadas:

Una respuesta para La nueva edición española del Misal Romano