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18 noviembre 2016 • Los aspectos patriótico y militar son una parte del pensamiento y doctrina de José Antonio

Blas Piñar Gutiérrez

La milicia y José Antonio

Con motivo del LXXX aniversario del asesinato de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), y con el objeto de repensar, conocer y difundir la obra y doctrina del fundador de Falange Española, desde el Foro Historia en Libertad hemos pedido su colaboración a una serie de filósofos, historiadores, periodistas, profesores… En días sucesivos publicaremos estas aportaciones cuya calidad no dudamos estará a la altura del homenaje merecido por el hombre que las ha suscitado.

BLAS PIÑAR GUTIÉRREZ (Madrid, 1948) Ingresó en el Ejército en 1968; General de Brigada de Infantería, retirado en 2013. Abogado, escritor, conferenciante y colaborador en diversos medios de comunicación.

Milicia, estudiantes y campesinos falangistas en dibujo de Sáenz de Tejada

Milicia, estudiantes y campesinos falangistas en dibujo de Sáenz de Tejada

La milicia exige intensos lazos de integración entre sus componentes, cimentados en firmes creencias, valores e ideales, así como una serie de normas jerárquicas y disciplinarias que los hagan capaces de superar todo tipo de dificultades para alcanzar la finalidad propuesta. Así mismo, requiere una gran generosidad y altura de miras, individual y colectiva, que marcan una forma de ser y de actuar, referencia indispensable y base indiscutible de la nación a la que se pertenece y defiende. Si falta esta actitud, la existencia nacional se resquebraja desde sus propios cimientos.

Por todo lo dicho la milicia es una emoción y una vocación arraigada en la conciencia humana de todos y cada uno de los componentes de la sociedad, indicativa de la fortaleza y capacidad del espíritu nacional, y tuteladora de la estabilidad de su organización, así como de su equilibrado desarrollo. En este sentido, los Ejércitos actúan diariamente como centinelas atentos y prevenidos, que saben pasar desapercibidos, porque todos los ciudadanos conocen y respaldan su permanente y sacrificada presencia, y su plena disposición a dejarse la vida en la defensa de España.

La idea de servicio a la nación es primordial, no sólo en la milicia, como supeditación de los intereses particulares en beneficio del bien común, sino en el esfuerzo conjunto de la sociedad. Fomentar estos sentimientos y actitudes forma parte de las obligaciones y responsabilidades fundamentales de los dirigentes políticos nacionales.
Es precisamente en esos conceptos de sacrificio, servicio y patriotismo, donde se encuentran José Antonio y la Milicia, en una afinidad emocional, intelectual e ideológica que preparó y acompañó a un gran número de hombres y mujeres para una época heroica de España.

Hoy, cuando el sentimiento nacional y militar está en crisis en nuestra patria, resulta muy conveniente acudir al ejemplo, pensamiento y obra de un gran personaje de nuestra historia reciente: José Antonio Primo de Rivera; a cuyo deliberado olvido, cuando se cumplen ochenta años de su fusilamiento, debemos buena parte de los males que actualmente nos aquejan.

José Antonio fue un gran conocedor de la vida castrense, pues no en vano se crió en una familia de soldados y realizó su servicio militar accediendo a oficial de la escala de complemento. Su vocación militar y su sentido de la milicia resultaron algo innato para él, pero al mismo tiempo quiso asumir, traducir y plasmar -de forma prominente- estas sensaciones en sus planteamientos políticos. José Antonio en su vida, conducta, pensamiento, estilo y doctrina, supo reflejar -como nadie- el sentido de la milicia como vocación.

Su concepto de la libertad profunda del hombre como portador de valores eternos y de la nación como empresa y unidad de destino en lo universal, son el punto de partida. España es una realidad suprema, una fundación de raíces históricas con sustantividad propia, no dependiente de la voluntad de pocos o de muchos; no es un contrato rescindible por la voluntad de quienes lo otorgan, ni propiedad de una determinada generación, pues la hemos recibido del esfuerzo de generaciones anteriores y ha de entregarse como depósito sagrado a las que nos sucedan. España se constituye, se consolida y se proyecta por la aportación universal de su cultura y de su historia, que adquieren un carácter irrevocable.

La Milicia, los Ejércitos, se consagran como salvaguarda de lo permanente y garantía contra la destrucción nacional, como encargados del empleo de las armas cuando se atente contra la unidad, la integridad, la independencia y soberanía de la Patria, y su sentido permanente ante la Historia.

La Milicia, resume José Antonio, es espíritu de servicio y sacrificio, exigencia y sentido heroico, inspirado en un irrevocable patriotismo, síntesis de una unidad histórica, física, espiritual y teológica que definen a España. Los Ejércitos, de este modo, deben ser reconocidos, apoyados y dotados digna y adecuadamente para que puedan cumplir su misión.

Pero José Antonio considera imprescindible para el resto de los españoles, más allá de la forma de ser propia de la milicia, un estilo militar de vida que informe toda la existencia española. Por eso nos habla de forma laudatoria del sentido ascético e incluso místico que anima a los soldados; de la autoridad, la jerarquía y el orden; de la abnegación, disciplina o el peligro; de la renuncia a la vanidad, la envidia, la pereza y la maledicencia; del sentido de unidad, como superadora de diferencias; o simplemente de asumir la conciencia nacional a la hora de orientar nuestras actividades.

Estas ideas se traducen en normas programáticas para la Falange, sobre todo cuando se establece: “Todos los hombres recibirán una educación preliminar que los prepare para el honor de incorporarse al Ejército nacional y popular de España” (Punto 23, 2.), o “Su estilo preferirá lo directo, ardiente y combativo. La vida es milicia y ha de vivirse con espíritu acendrado de servicio y sacrificio” (Punto 26,2).

Los aspectos patriótico y militar, son sólo una pequeña -aunque importante- parte del pensamiento y doctrina de José Antonio, cuya nociva marginación han retrotraído a España a las graves -e incluso mayores- divisiones, que están contribuyendo a nuestra ruina desde hace doscientos años. Una sociedad que irresponsablemente se aleja del ejemplo de sus mejores se está condenando a la progresiva desaparición. Por eso, resulta apremiante recuperar a José Antonio pues, como el mismo decía, sólo los poetas son capaces de mover a los pueblos.

Y España, anegada hoy día de egoísmos, materialismo, enfrentamientos, demagogia, mentiras y cretinismo, necesita la sobriedad, el rigor, la generosidad y el ejemplo de José Antonio Primo de Rivera. El testimonio de su vida y el legado de su obra son, más que nunca, de indispensable conocimiento y aplicación.

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