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5 noviembre 2016 • La supuesta oposición al régimen promete un esperpento cada vez que abra la boca

Gabriel García

Una incierta legislatura

pp-psoe-rajoy-sanchezTras casi un año con el Gobierno en funciones volvemos a tener Ejecutivo. La situación teóricamente transitoria no fue inconveniente para aprobar medidas polémicas como las revalidas de la LOMCE, la tan polémica ley educativa cuyo fin parece inminente nada más abandone el Partido Popular el timón de este país. Y es que la nueva legislatura se presenta tan incierta que hay razones de sobra para creer que Mariano Rajoy y su equipo, por más que apelaran a la responsabilidad, hubieran preferido unas terceras elecciones generales (o la repetición del 26 de julio, según se mire) antes que contar con la mayor minoría de todo el Congreso. El previsible descenso de apoyos a Ciudadanos y el Partido Socialista les invitaba a ello. Pero ciertos movimientos en la calle Ferraz impidieron una futura y previsible mayoría parlamentaria de la derecha. Lo cierto es que uno ya no sabe si creer que la mano de Felipe González y los barones socialistas se dirigía más a evitar un pacto con Podemos, a dejar en minoría inútil a Rajoy en el Gobierno o ambas cosas.

El último curso nos da algunas pistas sobre cómo podría transcurrir la nueva legislatura. El Partido Popular necesitará del apoyo de Ciudadanos y la abstención del Partido Socialista si desea sacar adelante algún proyecto. Y esta abstención socialista dependerá de si Pedro Sánchez retorna a la secretaría general o si Susana Díaz se hace con el cargo. Se presenta muy complicado para el Gobierno contentar a los posibles apoyos, sobre todo cuando uno de ellos vive en una gran inestabilidad interna, pero siempre les quedará la mano de Felipe González para salvar in extremis lo que para todos ellos es fundamental.

Tampoco debemos olvidarnos de la supuesta oposición al régimen. Pablo Iglesias y Gabriel Rufián prometen un esperpento continuo cada vez que abran la boca ante el atril del Congreso. El primero hablando demagógicamente de patria cuando le conviene y el segundo ignorando que su partido evita hacer pupa a la burguesía catalana con los chanchullos de la familia Pujol. No les oiremos una sola palabra en defensa de la soberanía de España frente a la Unión Europea y la OTAN (es lo que tiene ser partidarios de ambas instituciones), pero referencias históricas tendremos para aburrir. No recuerdo en los años previos a éste último haber escuchado en el Congreso tantas alusiones al franquismo, incluso por parte del Partido Popular. Tenemos la desgracia de vivir en un país donde Historia, ideología y política se fusionan hasta límites insospechados.

¿Razones para tener esperanza con el nuevo Gobierno? Ninguna. Quisiera equivocarme, pero es la realidad. Al problema separatista sólo se le responde con aplicar la ley, que sigue ahí muerta del asco. La LOMCE promete trabajadores muy bien formados, pero (además de marginar la instrucción en Humanidades) eso será inútil si ni siquiera existen trabajos que ocupen. Continúan existiendo los desahucios, aunque interesen menos porque Madrid y Barcelona están gobernadas por quienes prometieron erradicarlos aun no teniendo competencia para ello. La Ley del Aborto se reformó mínimamente en la línea de Rajoy y el electorado provida en su mayoría ya se quedó tranquilo por regir una ley popular y no una socialista. Y desde Bruselas nos exigen más recortes, que Rajoy acatará sumisamente, y desde Washington nos marcan la política internacional a la espera de que la nueva presidenta nos lleve a la esquizofrenia mundial. No sabemos cuánto durará, pero tenemos el circo garantizado. Ya que lo pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, al menos preocupémonos un poco de lo que sucede dentro del Congreso. Al contrario de lo que se piensa habitualmente, lo que sucede ahí dentro sí nos afecta a la hora de comer.