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15 septiembre 2016 • La Virgen es Corredentora y Mediadora de todas las gracias

Angel David Martín Rubio

15-Septiembre: Nuestra Señora de los Dolores

Madonna Addolorata delle Sette Spade, Santo Stefano Rotondo, Roma (CIRCONCISIONE)

Virgen Dolorosa de las 7 Espadas ( Santo Stefano Rotondo, Roma)

El 14 de septiembre celebra la Liturgia de la Iglesia la Exaltación de la Santa Cruz y al día siguiente, como inseparablemente unida a la fiesta de ayer, se nos recuerda la especial participación de la Virgen María en el Sacrificio de su Hijo haciendo memoria de sus Dolores.

1. La Virgen Nuestra Señora cooperó de modo singular a la obra de la Redención de su Hijo durante toda su vida. Su Maternidad divina la hizo estar unida íntimamente al misterio de la Redención hasta su consumación en la Cruz, donde estuvo asociada de un modo particular y único al dolor y muerte de su Hijo.

«Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre…» (Jn 19, 25). La presencia de la Virgen al pie de la cruz de Jesús no significa únicamente el sufrimiento de una madre en el lugar del suplicio de su hijo.

Ella tenía que desempeñar una misión junto a la cruz. Del mismo modo que el Padre celestial requirió su consentimiento antes de enviar al Verbo Eterno a esta tierra, fueron requeridas la obediencia y abnegación de María para la inmolación del Redentor.

De ahí que podemos decir que cooperó con Jesucristo, en calidad de Corredentora, a la salvación del género humano.

2. La Virgen María es nuestra verdadera Madre en el orden espiritual, porque es la Madre de Jesucristo, y Cristo es la Cabeza de un Cuerpo Místico del que todos nosotros somos sus miembros.

Junto a la Cruz de Jesús,.la Virgen nos recibió a todos, en la persona de San Juan, como hijos suyos. Desde entonces, por la intercesión ante su Hijo, Nuestra Señora nos alcanza y nos distribuye todas las gracias, con ruegos que jamás pueden quedar defraudados. Por eso se la ha llamado Mediadora de todas las gracias.

No dejemos de poner ante su mirada esas necesidades que nos inquietan en el momento presente: una enfermedad o prueba médica, conflictos familiares, apuros económicos, un examen, un puesto de trabajo… Y sobre todo aquellas que se refieren al alma: la lejanía de Dios de tantas personas, la gracia para superar una situación difícil o crecer en una virtud, ser mejores cristianos en estos momentos tan difíciles para la Iglesia…

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros… En sus manos ponemos hoy todas nuestras preocupaciones y hacemos el propósito de acudir a Ella continuamente. Y podemos hacerlo especialmente con la devoción a la Virgen que la Iglesia recomienda de un modo especial: el rezo del Santo Rosario, recordando aquellos versos:

Cuando con blanco sudario / Cubran los despojos míos…,
¡sálveme tu Escapulario! / Y tengan mis dedos fríos
Las cuentas de tu Rosario

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NOTA LITÚRGICA: La piedad cristiana medieval consagró a la memoria de los dolores que la Virgen María sufrió al pie de la cruz, el Viernes de la Semana de Pasión, previa al Domingo de Ramos. En siglo XV, en 1423, un arzobispo de Colonia, Tedorico de Meurs, introdujo esta fiesta en su Iglesia por un decreto sinodal. Se fue extendiendo poco a poco, celebrándose en fechas diversas, hasta que el papa Benedicto XIII, por un decreto del 22 de agosto de 1727, la inscribió solemnemente en el calendario de la Iglesia católica fijándola en el Viernes después del Domingo de Pasión, que es cuando la celebraban los dominicos.

Otra conmemoración de los siete dolores de la Virgen estuvo vinculada en sus orígenes a la Orden de los Siervos de María (siglo XVI) pero entonces únicamente tenía carácter local y particular. A petición del rey Felipe V, la fiesta —establecida el tercer domingo de septiembre— fue extendida a todos los dominios de España (1735). El 18 de septiembre de 1814, Pío VIII la ampliaba a toda la Iglesia y con la reforma de San Pío X quedó fijada el 15 de septiembre.

La reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano Segundo suprimió la memoria del Viernes de Dolores, dejando únicamente la fiesta del 15 de septiembre. No obstante aquella conmemoración ha sobrevivido gracias a la piedad de fieles y sacerdotes y en la última edición española del Misal Romano se añade una oración colecta optativa para dicha memoria.