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27 junio 2016 • "Antes de cambiar el mundo, da una vuelta por tu propia casa"

Lucas Molina

Intolerantes e ignorantes

Feria del Libro Valladolid_1Entre el 10 y el 19 de junio de 2016 tuvo lugar la Feria del Libro de Valladolid, y como llevamos haciendo ya ocho años, la librería Galland Books ha participado con una caseta.

Como novedad respecto a años anteriores, la feria vallisoletana se celebró en la Plaza Mayor, frente al edificio del Ayuntamiento, un lugar a primera vista mucho mejor que donde se venía celebrando en las últimas ediciones, la «Cúpula del Milenio», estructura semiesférica procedente de la Expo del Agua, celebrada en Zaragoza en 2008, y adquirida entonces por el consistorio vallisoletano para emplazar en una zona próxima al río Pisuerga.

El traslado de la Feria a aquel lugar en 2012 se tradujo en un boicot del Gremio de Libreros de Valladolid al Ayuntamiento, no asistiendo ninguna librería asociada a dicho gremio al evento. La realidad de las ventas, que son las que marcan la actividad económica del sector, era mala en la ubicación previa –Paseo de coches del Campo Grande–, por lo que los libreros auguraban un empeoramiento si la Feria se trasladaba a otro lugar que no fuera la Plaza Mayor de la ciudad. Y así discurrió el certámen a lo largo de los años, en la «Cúpula del Milenio» sin la presencia de los libreros del gremio y con escasez de público hasta este 2016.

Con la nueva Corporación Municipal vallisoletana salida de los pactos posteriores a las elecciones locales de 2015, y presidida por el candidato socialista –con el apoyo de Izquierda Unida y la marca local de Podemos– se rescató una de las demandas de los libreros vallisoletanos, anunciando a bombo y platillo que la Feria del Libro en 2016 se celebraría en la Plaza Mayor.

Hasta aquí todo nos parece perfecto. Hay que escuchar las demandas de los implicados; hay que facilitar la presencia de público en estos eventos, hay que acercar al ciudadano la Feria. De acuerdo. Todo parecía ir por buen camino hasta que… se empezó a torcer.

Intolerantes

No cabe duda que la Historia Militar no es un tema que satisfaga en general a todos los lectores, se trata de un campo de las letras reservado a una pequeña minoría, aunque no por ello desdeñable.

En cualquier caso, y salvando los gustos de los lectores vallisoletanos, lo que nos ha ocurrido este año en la Feria no nos había sucedido nunca. Es la muestra de por donde discurrirán los acontecimientos de ahora en adelante, sin lugar a dudas.

El viernes 17 de junio, por la mañana, cuando la Feria llevaba ya una semana, se acercó a nuestro stand el presidente del gremio de libreros de Valladolid, Marco A. B., quien hizo ver a la persona que en ese momento atendía al público presente en la caseta, que según le habían comunicado teníamos a la venta libros de «trivializaban el holocausto», y por ello nos conminaba a retirarlos de la venta. La persona responsable de la caseta no daba crédito a las palabras del presidente de los libreros vallisoletanos en su papel de «comisario político», pues es público que jamás hemos tenido a la venta, ni en la caseta de la Feria, ni en nuestra librería, ni en el catálogo de Galland Books, libros que no sean de Historia Militar.

Pasado ese primer momento de shock ante tamaño dislate, se despachó el asunto solicitando al librero-comisario que dijera cual de los libros de los que exponíamos estaba incurso en esa suerte de «índice» de libros que no se pueden vender. Antes de marcharse de nuestra caseta, y de una forma aparentemente suave –aunque realmente sonó a amenaza– este librero dejó caer a nuestro representante que sería conveniente que le hiciéramos caso pues este año el Ayuntamiento había confiado la organización del evento al «Gremio» –por lo que él mismo era el responsable de la organización– y suponía que el año próximo nos gustaría asistir nuevamente a la Feria. Seguíamos sin salir de nuestro asombro. Así terminó la mañana.

A las 18,00 horas la Feria abría nuevamente sus puertas al público, y como relojes suizos, el presidente del gremio junto a otro individuo al que no conocíamos ni se identificó, se presentaron en la caseta de Galland Books para indicar –¡por fin!– los libros que, según sus informaciones, estaban señalados como altamente peligrosos y, repetimos, según sus averiguaciones, «trivializadores del holocausto» o escritos por autores nazis o fascistas. ¡Olé!

Ignorantes

Uno de los libros señalados por la pareja censora se titula «El mito de la Blitzkrieg. La campaña de 1940 en el oeste», en el que–según los inquisidores– su autor, Karl -Heinz Frieser, es –o era, no pudieron asegurarlo– un peligroso y conspicuo nazi, aunque la realidad les lleve la contraria y Frieser sea un coronel retirado del Bundeswehr, nacido en 1949, y que entró a formar parte de las Fuerzas Armadas germanas en 1970. Además es doctor en historia y uno de los principales investigadores del Militärgeschichtliches Forschungsamt.

Otro de los libros supuestamente generadores de odio está publicado por nuestra editorial, y se titula «Liberad a Mussolini», cuyo autor es Óscar González; su delito –siempre según los censores y vigilantes del pensamiento– es hacer apología del fascismo, no solo por el título sino por mostrar en la portada una foto del dictador italiano rodeado de soldados nazis. En ningún momento se han parado a pensar estos defensores de la ortodoxia del pensamiento, que el libro trata realmente de la operación militar que produjo el rescate del Duce italiano de su prisión en Campo Imperatore –Gran Sasso– por parte de los paracaidistas alemanes, y que precisamente, el autor desmonta la versión oficial de la época nazi, de que tal operación de salvamento estuvo liderada y ejecutada por las SS y su representante, Otto Skorzeny. Inútil explicárselo. No son capaces de entenderlo.

Fue en ese momento cuando el responsable del stand de nuestra librería, obnubilado por el portentoso conocimiento histórico de los dos comisarios políticos, agradeció calurosamente la aportación de ambos y se puso en contacto conmigo para intentar zanjar tanta estupidez condensada en tan poco espacio físico-temporal.

Poco después de las 20,00 horas del mismo viernes 17 de junio me presenté en el stand de la librería que regenta el presidente de los libreros de Valladolid, identificándome como responsable de Galland Books y solicitando me explicara a que venía esta, llamémosle, «persecución». Su reacción no dejaba un sólo resquicio a la duda: alguien había dado la voz de alarma en el Ayuntamiento, de que en nuestra caseta se vendían libros «problemáticos» y él, como cabeza visible de la organización debía de velar por la limpieza del certámen. Así me lo manifestó.

Tras varios intentos por mi parte para hacerle digerir que Galland Books se dedica a la historia militar, que ni vende libros de apología política, ni los edita, rogué al presidente de los libreros de Valladolid que me indicara de donde procedían esas «democráticas voces de alarma» cuya «denuncia» –falsa absolutamente– nos había puesto en la picota. No hubo respuesta. Tras mis comentarios al respecto de que las denuncias anónimas eran más un producto del pasado estalinista de la extinta Unión Soviética o de la propia Alemania nazi, que de nuestro avanzado sistema político, acabó pidiéndome disculpas, y diciéndome que todo estaba solucionado. No había pasado nada.

Pero sí había pasado

La semilla estaba sembrada; «difama, que algo queda». En el fondo, la pretensión que subyace es que el año próximo, la Feria del Libro de Valladolid no admita a Galland Books entre las librerías del certamen. Lo veremos y se lo contaremos, pero lucharemos para que eso no acabe pasando.

El lunes día 20, terminada la Feria, nos enteramos que una publicación digital vallisoletana llamada «Último cero», de cuya existencia no teníamos noticia –afortunadamente– y que también disponía de caseta en la Plaza Mayor vallisoletana –cuando como editorial solo ha publicado un título propio–, se hacía eco de lo que ellos mismos consideraban lo mejor y de lo peor de la Feria del Libro de Valladolid, y fíjense ustedes, queridos lectores, lo que escribían de nosotros:

«Lo peor:
Presencia de Galland Books. La presencia de Galland Books en la feria, con una caseta propia, solo puede interpretarse como un gol a los organizadores. En una Feria del nivel de la Valladolid resulta inexplicable la presencia de una editorial filo nazi por mucho que camufle la venta de ejemplares más que cuestionables entre libros de cuarta categoría y publicaciones infantiles.»

Esta publicación digital con poco más de tres años de vida, según se puede leer en su web, fue fundada en Valladolid por los periodistas Ángel Luis González Clouté, Fernando Valiño y Germán Vivas. No queremos entrar en polémicas de quienes son estos personajes que cuestionan nuestra presencia en la Feria del Libro de Valladolid. Solo un dato para ubicar por donde van los tiros: el 3 de agosto de 2011, una página web relacionada con el independentismo vasco, recogía la siguiente información:

«Más de un centenar de personas en Valladolid reclaman la libertad de Arnaldo Otegi.
Tal como estaba previsto, organizado por el Ateneo Republicano de Valladolid, se celebró el acto por la libertad de Arnaldo Otegi.
Con una asistencia de más de cien personas que abarrotaban el salón del Ateneo, discurrió entre las ocho y diez de la noche aproximadamente uno de los actos políticos más interesantes de los celebrados en Valladolid en los últimos tiempos, por la profundidad de las intervenciones desde la mesa, así como por la madurez del debate con el que concluyó el referido acto.
Finalmente intervinieron como ponentes Fernando Valiño, periodista de Valladolid; Doris Benegas, abogada y Haizea Ziluoga, también abogada.»

Sí señores, amigos lectores, uno de los que abomina que la caseta de Galland Books mancille las esencias de la Feria del Libro de Valladolid, «camuflando la venta de ejemplares más que cuestionables…», intervino allá por 2011 en un acto de carácter «marcadamente democrático», junto a personajes «de acendrada trayectoria democrática» –Doris Benegas, entre otros–, por la liberación del «demócrata de raza» –vasca, claro–, Arnaldo Otegui.

No cabe duda de que vivimos la historia al revés. Pronto, si Dios no lo remedia, es posible que se instauren en España los delitos de pensamiento o de sentimiento, e incluso se vuelvan a poner de moda las viejas «checas», de tan infausto recuerdo, en las que reeducar a los disidentes.

Feria del Libro Valladolid_2Pero aún hay más. El ilustrador del cartel de la Feria del Libro de este año fue Manuel Sierra, un leonés afincado en Valladolid, famoso en la capital del Pisuerga por sus murales en los que nunca faltan los colores de la bandera de la Segunda República y la estrella roja de cinco puntas. ¡Nada sectario, ya ven! Allá por 1984, cuando el Desfile de las Fuerzas Armadas se celebró en Valladolid por primera vez, fue el autor de un «bello» cartel que decoró paredes, marquesinas, autobuses y otros lugares de Valladolid, un cartel que marcó el posicionamiento de los sectores y colectivos de la izquierda radical contra las Fuerzas Armadas a las órdenes, entonces, del ministro del PSOE, Narcís Serra. Un esqueleto con casco de acero, guantes y una suerte de escopeta de feria, calzando botas de caña alta, marcaba el paso a la vez que pisoteaba una paloma de la paz. ¡Emocionante!

Era yo estudiante de primero de carrera en aquella época, y recuerdo perfectamente las consignas y actuaciones de los grupos pacifistas. «¡Militares, parásitos sociales!» fue la que marcó el desarrollo de los acontecimientos previos a aquella parada militar, con desmotaje y montaje de la mediana de un sector del Paseo de Zorrilla incluido.

«Si el ejército tuvo alguna influencia benéfica sobre mí,–afirmó Manuel Sierra– fue producirme una alergia incurable que me impide ver nada positivo en la cosa militar: carteles y murales contra el ingreso en la OTAN, contra los cementerios nucleares que son finalmente militares, contra los campos de tiro invasivos, por la objeción de conciencia y por la insumisión». (http://ultimocero.com/no-olvidamos/2015/05/25/la-mediana-del-paseo-de-zorrilla-se-levanto-para-el-desfile-de-las-fuerzas-armadas-de-1984/). Enternecedor.

Nos tememos lo peor. Nuestros «libros de cuarta categoría» –ellos también han de decidir la ubicación en categorías de los libros que vendemos– es probable que no vuelvan a estar en la Feria del Libro de Valladolid. La doctrina imperante del ataque desesperado a lo que no pase el filtro de los comisarios políticos, la falta de respeto a la verdad, con falsedades manifiestas y denuncias anónimas en la Feria –no tuvieron el valor de dar la cara, y mandaron al mensajero–, serán suficientes, para que el Ayuntamiento de Valladolid, por miedo o por quitarse un problema de encima, nos margine el año próximo. Ojalá se imponga la cordura…

Carta de réplica enviada a «Ultimo Cero» por parte de nuestro redactor-jefe, Óscar González López. (no ha tenido respuesta)

Buenas tardes. Acabo de leer en su página web la noticia referente a última Feria del Libro de Valladolid en la que incluyen una crítica a la presencia de la editorial Galland Books. Acusan a esta editorial de «editorial filo nazi por mucho que camufle la venta de ejemplares más que cuestionables entre libros de cuarta categoría y publicaciones infantiles». Ahí es nada.

Supongo que se habrán leído todos los libros publicados por la citada editorial para hablar con tanta seguridad y lanzar la piedra. Aunque me temo que no es así y me da que, visto el dogmatismo que destila su afirmación, va a ser inútil este correo. Pero creo en la democracia como actitud y en la palabra como herramienta.

Soy autor de la citada editorial, que se dedica a la temática de la historia militar –ojo, historia militar, no teoría política– y he publicado varios libros y artículos que analizan, siempre desde el enfoque histórico, operaciones militares de la Segunda Guerra Mundial tanto del bando Aliado como del bando del Eje, así como de la Guerra Civil (de ambos bandos, especialmente de los gudaris del PNV). El análisis de las operaciones militares es una cosa y la apología del nazismo es otra.

Es curioso que durante la citada feria, uno de mis libros «¡Liberad a Mussolini!» fuese acusado de «trivializar el holocausto» (perdonen que no sea exacto en las palabras que el acusador utilizó al respecto, pero esta era la idea, algo parecido al uso que ustedes hacen del «filo nazi» sin que les tiemble la mano). Está claro que el que lanzó la acusación no se tomó la molestia de leer el trabajo, centrado, exclusivamente, en la operación militar realizada por los paracaidistas alemanes para liberar a Mussolini el 12 de septiembre de 1943. Ni política, ni apología… solo historia.

Narración, hechos, testimonios… nada de defensa del fascismo o del nazismo. Es más, uno de los asuntos que trato en el libro (de ahí el subtítulo: «Desmontando el mito de Skorzeny», algo en lo que, imagino, no reparó la mirada del acusador) es el conflicto que surgió durante la operación entre el oficial paracaidista al mando, el comandante Harald Mors, un militar alemán ¡que había sido investigado por la Gestapo antes de la guerra!, y el capitán de las SS, Otto Skorzeny, quien sí era nazi.

Todo mi texto es una reivindicación de la figura de Mors en detrimento de la de Skorzeny… Pero claro, eso de leer con calma y de elaborar una crítica de mi libro es algo mas dificil que la de colgar «sambenitos», porque, claro está, si escribo sobre operaciones alemanas en la Segunda Guerra Mundial, soy un nazi… Estremecedora conclusión. Si aún así ustedes siguen creyendo que mis textos son «filo nazis», estaré perdiendo el tiempo y discutiendo con gente que no atiende a los hechos, sino a las consignas… ¿Quíen va a ser el siguiente en su punto de mira? ¿Quizás un historiador que se dedique a investigar sobre la figura de Calígula?

Admiro a mis colegas italianos, franceses, británicos y alemanes, que publican sus trabajos (ya sean sobre el ejército alemán, o el italiano, o el soviético o el británico o el estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial) en editoriales de prestigio tales como Pen & Sword, Histoire & Collections, Schiffer u Osprey (en las que también he tenido la suerte de publicar) sin que nadie les apedree ni les marque de una manera tan ruin. Pero es que España es diferente, ¿verdad?

Permítanme que acabe este mensaje con un proverbio hindú: «Antes de cambiar el mundo, da una vuelta por tu propia casa».

Atentamente: Óscar González

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