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20 junio 2016 • Decir que solo tres periodistas entraron en Badajoz y que estuvieron vigilados por los hombres de Yagüe es una falacia

Moisés Domínguez Núñez

Edmond L. Taylor: el primer periodista del “Chicago Tribune” en Badajoz

Edmond L. Taylor fue uno de aquellos “Soldados de Papel” que siguió a las tropas nacionales por las tórridas tierras extremeñas y castellanas en su avance hacia Madrid en el verano del treinta y seis. Hoy nos ocuparemos del artículo que escribió sobre Badajoz.

No puede decirse que fuera el más destacado, pues la historiografía de combate le ha ninguneado a favor de otros corresponsales a los que se les ha dado más cancha mediática: Whitaker, Hemingway, Dos Passos o Allen, entre otros. Lo que sí puede decirse es que fue honesto consigo mismo, con su periódico y con sus lectores.

Había nacido en San Luis (USA) el 3 de Febrero de 1908 en el seno de una familia católica. Estudio en la Universidad de Washington en San Luis. Se formó como reportero en el “St.Louis Goble-Democrat” y el “St.Louis Times”. En 1927 contrae matrimonio con Irene Tilka Silvestein con la que tuvo dos hijos. Un año después viaja a Europa donde se incorpora como reportero del “Chicago Tribune” en Paris hasta 1930. Entre 1933 y 1940, este periodista norteamericano era ya el Jefe del departamento para Europa del “Chicago Tribune” en París, sito en “Rue de Berri”, nº 21. En 1935 y principios de 1936 cubrió para este periódico la guerra en Abisinia. En esta etapa también trabajó como corresponsal para la “Columbia Broadcasting Company” en Francia.

Su vida cambiará radicalmente en 1936, pues al divorcio de su primera mujer habría que sumar un hecho que le marcaría el resto de sus días. Al producirse el alzamiento en España, como muchos otros corresponsales, fue comisionado para cubrir el conflicto fratricida en el campo rebelde.

Fue uno de los primeros corresponsales en cruzar la frontera hispano-francesa por Dancharinea (Navarra) y marchó el 24 de Julio de 1936 a Pamplona donde se unió al convoy de periodistas que se dirigían a Burgos. Allí estableció su cuartel general y allí mantuvo una “estrecha relación” con el capitán Aguilera al que calificó de “censor notable”. Durante los días posteriores se desplazó al frente. En Somosierra, en una de las ocasiones, le detuvieron y casi lo fusilan los nacionales. Pudo librarse cuando aclararó su identidad porque se había perdido durante la noche en plena batalla.

A mediados del mes de agosto de 1936 la acción se desarrolla en el mediodía español y surge la oportunidad de viajar al sur pues las autoridades militares de Burgos autorizan a un grupo de reporteros para desplazarse a Extremadura. Junto a Taylor viajaron Harold Cardozo, Eleanor Packard y John Elliot.

Hay que anotar que resulta cuando menos curioso que el “Chicago Tribune”, que había desplazado a este reportero a Badajoz, enviara posteriormente a Jay Allen a esta ciudad de frontera. Hay que recordar que Jay Allen nunca llegó a pisar Badajoz en aquel verano sangriento.

Después de pasar por Cáceres y Mérida el día 15 de agosto de 1936 entra con sus compañeros en Badajoz, sin mayor dificultad. Como he expresado en múltiples ocasiones en ningún momento el mando nacional PUSO IMPEDIMIENTO ALGUNO a los más de 30 periodistas, foto-reporteros y “cameramen» para que hicieran su labor en esta ciudad de frontera. Decir que solo tres periodistas (Marcel Dany, Jacques Berthet y Mario Neves) entraron en Badajoz y que estuvieron vigilados por los hombres de Yagüe es una falacia que, hoy, ningún historiador o investigador honrado puede sostener.

Catedral Badajoz, utilizada como reducto por los milicianos

Catedral Badajoz, utilizada como reducto por los milicianos

Centrémonos pues en el artículo que escribió Taylor desde Badajoz el 16 de agosto de 1936 y que salió publicado el día siguiente en la página dos del “Chicago Tribune” bajo el titulo:

BADAJOZ CITY OF DEAD AS REBELS ROUT LOYALISTS

Y sobre todo, FIJÉMONOS en el subtitulo

600 fall in two day fight for border town

Frente a la propaganda y amarillismo de su compañero de redacción, Jay Allen, que cifró en no menos de 4.000 los muertos en Badajoz, vemos que Taylor (y no solo Taylor, también lo expresan así: Harold Cardozo, John Elliot y Adolfo Da Rosa) sitúa el números de muertos, en una horquilla que iría de 500 a 600 muertos entre los caídos en la batalla y la posterior represión. Evidentemente estas cifras, más ajustadas a la realidad de los hechos que las que proporcionó Jay Allen, han pasado totalmente desapercibidas para los historiadores de combate, más preocupados en la «Kitsch» que en la búsqueda de la verdad.

Veamos a continuación su artículo:

Entré en Badajoz –ahora segura en manos rebeldes– aun se podían ver los muertos por las calles y vi a unos soldados fregando las manchas de sangre sobre el pavimento del Gobierno Militar.
Las tropas moras se sentaban en cuclillas. En los umbrales limpiaban afanosamente sus rifles. En tan solo media hora observé cuatro camiones llenos de cuerpos de los gubernamentales, que habían muerto, y que fueron llevados cerca de allí.
El viernes (14/08/1936) entre 500 y 600 leales murieron en la captura de Badajoz por el Tercio (la legión española extranjera) y moros bajo el mando de Coronel Castejón.
Él efectuó la unión con la avanzadilla del ejército del norte al mando del general Emilio Mola y esto hizo posible que la amenaza a Madrid se tomara más en serio.
Fusilados frente al Altar
Ayer (15/08/1936), aun seguían las ejecuciones de masa en la plaza de la Torre (Catedral de Badajoz).
Cientos de personas aterrorizadas se habían refugiado en la catedral. Entre ellos, los rebeldes, encontraron dos milicianos a los que fusilaron a unos pocos pasos del altar. Muchas casas estaban en llamas y se quemaron sin que nadie hiciera nada. El humo se extiende como un manto sobre la ciudad. Las calles están llenas de cadáveres, azulejos y cristales rotos de las casas y del hedor y la basura de la batalla.
El Coronel (Antonio) Castejón, el martes , después de un duro cerco y una larga preparación de artillería entró en Mérida –punto de unión ( de las fuerzas del norte y el sur )– y se dirigió a Badajoz, el jueves, con tres columnas formadas principalmente por tropas moras del ejército marroquí-regulares- y legionarios del Tercio.
Coronel (Rolando) Heli deTella, uno de los oficiales estrella del ejército de África, se quedó en Mérida, con un fuerte contingente, en previsión de un contraataque.
El primer ataque fallido
El jueves (13/08/1936) el Coronel Castejón intentó asaltar Badajoz después de la preparación artillera y los bombardeos desde el aire. Después de una preparación inadecuada abandonó el ataque. A la mañana siguiente, después de una preparación más exhaustiva, se reanudó el ataque.
Badajoz resistió un largo asedio durante la Guerra de la Independencia (de 1808 a 1814 contra Napoleón). La ciudad se alza sobre una colina alta y protegida por muros medievales de 30 pies de espesor. Sin embargo, se habían realizado unas obras de ensanche, recientemente, por las autoridades de la ciudad para permitir la expansión de la ciudad y fue a través de esta brecha que los hombres del Coronel Castejón hicieron su entrada.
Esta brecha, naturalmente, estaba fuertemente defendida por ametralladoras detrás de sacos de arena, pero los legionarios, sin considerar la gran cantidad de bajas, la tomaron a la bayoneta. Luego se abrieron paso a través de la ciudad, casa por casa, matando a todos los rojos que fueron encontrando.
La mayoría de los líderes civiles escaparon
A Portugal, apenas a cuatro millas de distancia, pero los que fueron capturados fueron fusilados después de pasar por un tribunal sumario. Había docenas de ejecuciones, la mayoría de las víctimas eran jóvenes rojos.
Hoy, en cada casa había colgada una bandera, y, aunque las paredes de la mayoría de las mismas estaban marcadas por el fuego de las balas, Mérida sufrió aún más, después de haber sido bombardeada por primera vez por los rebeldes y después por los Rojos. Los aviones del gobierno (del Frente Popular) diariamente están bombardeando Mérida.
Durante mi breve estancia en Mérida varias docenas de bombas, de 100 libras, fueron lanzadas sobre la ciudad provocando más ruinas pero hiriendo a sólo tres o cuatro civiles.
Bandas de guerrilleros vagan
Aunque las principales columnas del ejército que opera en Madrid no están operativas en Extremadura, pequeñas bandas de milicianos aún están rondando por el campo. Las autoridades en Cáceres no me permitieron volver a Mérida, hoy, a causa del peligro de caer en manos de los Rojos.
El viaje desde Cáceres, que está en poder de uno de los puestos de avanzada del ejército del norte del general Mola, a Mérida, que está en poder del general Francisco Franco, comandante rebelde del sur, se hizo en un convoy fuertemente armado llevando alimentos y suministros militares a la guarnición de Mérida, prueba de que ahora existe un enlace efectivo entre los ejércitos rebeldes del norte y sur”.

A continuación comprobaremos que comete algunos errores en sus anotaciones:

  • “Ayer (15/08/1936), aun seguían las ejecuciones de masa en la plaza de la Catedral”.

Realmente los fusilamientos en la Plaza de la República no superaron los 80.

  • “…recientemente,por las autoridades de la ciudad para permitir la expansión de la ciudad y fue a través de esta brecha que los hombres del Coronel Castejón hicieron su entrada”.

Aparte de equivocar la graduación de Antonio Castejón Espinosa, la “brecha de la Muerte” o de la Trinidad no fue asaltada por los hombres del comandante Castejón sino por los del teniente coronel Asensio.

  • También llama la atención que encuentra la situación en Badajoz más normalizada “Entré en Badajoz –ahora segura en manos rebeldes-“, y controlada que en Mérida, ciudad que está siendo bombardeada diariamente por la “Gloriosa” aviación republicana provocando muertes entre la población civil.

El mismo 16 de Agosto de 1936 Taylor intentó regresar a Cáceres, dónde solo pudo llegar, no sin dificultad, el día 17 de Agosto. Desde esta ciudad monumental escribió un artículo titulado “Two armies Linked”.

Pese a que fue siempre bien tratado por los nacionales, fue muy crítico con el bando rebelde e inmisericorde en la calificaciones hacia los legionarios y “moros” regulares a los que calificó de “hedor de carroña “o “unos malditos perros rabiosos”. Bolín lo puso en su punto de mira. Por las críticas vertidas en sus despachos hacia el bando rebelde tuvo que abandonar España a finales de septiembre de 1936 cuando se estaba desarrollando la Campaña del Tajo.

Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Marina de los Estados Unidos. Entre sus libros destaca “Assignment in Helly Strategy of Terror”. Edmond Taylor falleció el 30 de Marzo de 1998.

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