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9 febrero 2016 • Pedro Sánchez se mirará sonriente al espejo imaginándose Presidente de Gobierno

Gabriel García

El futuro pasa por Pedro Sánchez

Madrastra BlancanievesCual madrastra de Blancanieves, Pedro Sánchez se mirará sonriente al espejo imaginándose Presidente de Gobierno en un futuro no muy lejano. Ha obtenido los peores resultados electorales del Partido Socialista en todo lo que llevamos de régimen constitucional (un dudoso honor que hasta hace poco ostentó Alfredo Pérez Rubalcaba), pero unas cuantas carambolas podrían situarle como próximo inquilino de la Moncloa. Los pactos y coaliciones que en otros parlamentos son algo habitual, en nuestro país sólo se producen como algo puntual a causa del sectarismo tan arraigado entre nuestros compatriotas (aquí se acepta que el poder se dispute cada cierto tiempo aunque con ello se enfrente a la sociedad entre sí, pero no compartirlo). Pero lo más sorprendente no es que Pedro Sánchez convenza a otras fuerzas políticas para que allanen su camino a la Presidencia, ni tampoco sus resultados electorales; si por algo sería histórica la Presidencia de Pedro Sánchez es por gobernar todo un Estado cuando apenas tiene control sobre su partido, con Susana Díaz ansiando dar el salto a nivel nacional y con la vieja guardia del felipismo deseando quitárselo de encima.

Algunas taifas regionales del socialismo pactaron con Podemos tras las elecciones autonómicas, así que un pacto a nivel nacional culminaría la apuesta de los socialistas por impedir gobiernos del Partido Popular a toda costa. Con algo deben contentar a su electorado para no perder su hegemonía dentro de la izquierda, o eso debió pensar Pedro Sánchez. Ahora, todos menos él se han dado cuenta de la trampa de Pablo Iglesias. Al dirigente socialista sólo le caben dos opciones: ser Presidente de un Gobierno copado por los podemitas en cargos clave como el Ministerio de Interior o dar por terminada su breve carrera en beneficio de Susana Díaz. Al final, Pedro Sánchez ha pasado de erigirse en azote del Partido Popular a títere de Podemos. Los apoyos como el recibido en Castilla – La Mancha no eran tan desinteresados ni generosos como parecieron.

Hace poco se hizo pública una encuesta que preveía unos resultados electorales casi idénticos a los del pasado 20 de diciembre, con la diferencia de que Podemos y sus aliados “regionales” superarían al Partido Socialista. Tal y como se preveía, otras elecciones sólo beneficiarían al Partido Popular y a Podemos. Esto significa que Pedro Sánchez no sólo es incapaz de desbancar a un Gobierno sin un candidato claro (llámese Mariano, Soraya o cualquier otro que se puedan sacar de la manga de aquí a unos meses), sino que su hipotético socio de Gobierno (el mismo que le está tendiendo la trampa donde él ansía caer) se vería beneficiado de repetirse los comicios. La estrategia sibilina de Pablo Iglesias no es sorprendente, porque estamos hablando de un tipo que en dos años ha sido capaz de cambiar su programa y de incurrir en los mismos vicios que los partidos del régimen en un tiempo récord y, lo que es más importante, sin tocar el poder; lo que no podemos asegurar con certeza es si el dejar pasar del Partido Popular es una inteligente estrategia para quitarse de en medio al hasta ahora principal representante de la oposición o es que no pueden hacer más dado el descrédito de Rajoy y la ausencia de otro candidato.

Por muy triste que suene, el futuro de España pasa por un señor discutido entre sus propias filas. Quién sabe si convertirle en Presidente no será la puntilla que necesite la España del consenso constitucional para volar de una vez por los aires. Por ahora, nos esperan unos meses muy entretenidos si los dirigentes de los principales partidos no se ponen pronto de acuerdo para repartirse el Estado como bandoleros. La situación es nueva para ellos, poco acostumbrados a compartir nada y demasiado a repartírselo cada cierto tiempo, y lo único que le queda al españolito de a pie es apostar si optarán por el modelo alemán de gran coalición o por la inestabilidad electoral de los griegos hasta el

año pasado. Todo parece indicar que vamos hacia una helenización y, por tanto, tendremos elecciones en unos meses. El circo electoral ya no será solamente el pan nuestro de cada día en Cataluña, sino que también lo tendremos a nivel nacional. Así que siéntense, pónganse cómodos y no se agobien, porque la función puede ir para largo.