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15 enero 2016 • Millones de españoles que aman a su patria y la libertad se encuentran sin representación política • Fuente: La Gaceta

Pío Moa

Por qué está en ruinas la democracia española

Creo que el gran problema de nuestra democracia podría definirse así: una masa probablemente mayoritaria de españoles razonables, muy partidarios de la unidad nacional y de la democracia, se encuentran sin representación política.

Ruinas romanasAparentemente el partido que debería representarlos sería el PP, puesto que la desdichada tradición con la que quiere identificarse la izquierda es la del Frente Popular, compuesto por partidos hispanófobos y de orientación totalitaria.

Sin embargo, tampoco el PP representa tales aspiraciones. En primer lugar no es un partido democrático, por las siguientes razones:

a) ningún demócrata puede aceptar leyes como la de memoria histórica, que falsifica el pasado, exalta a chekistas y etarras como luchadores por la libertad, recupera los odios de una república caótica y utiliza el poder para imponer a la sociedad esa versión delirante e inmoral.

b) Ningún demócrata puede aceptar unas leyes llamadas “de género”, antijurídicas y demagógicas.

c) Ni puede aceptar esa forma de infanticidio que es el abortismo.

d) Ni puede aceptar que la ETA sea premiada con legalidad, dinero y otras ventajas por sus asesinatos convirtiéndolos en un modo privilegiado de hacer política.

Cualquiera de estas políticas, por no mencionar la corrupción o la politización y desprestigio de la justicia, ya descalifica como demócrata a la persona o partido que la practica. El PP ha seguido en todo ello la política del PSOE de Zapatero.

Tampoco el PP defiende la unidad nacional. Uno de los grandes defectos de la transición fue dar a los separatismos unas posibilidades de acción enormes cuando no tenían apenas fuerza. Por solo citar un gravísimo error entre muchos, se les entregó la vital competencia de la enseñanza, que ellos han aprovechado sin freno para educar a generaciones de jóvenes en el odio a España, con vistas a imponer el desmembramiento o balcanización del país cuando alcanzaran fuerza suficiente. Al mismo tiempo los sucesivos gobiernos, fueran del PP o del PSOE, se han venido identificando más y más con las demagogias separatistas, concesión tras concesión, mientras desamparaban o contribuían a aislar a las personas y movimientos que trataban de frenar tales derivas en diversas regiones. Incluso es probable que el PP se haya mostrado aún más dadivoso con los separatismos que el PSOE. Dadivoso con unos bienes políticos y espirituales a los que tiene obligación de servir, no de servirse de ellos.

Asimismo, la política exterior del PP consiste en una supeditación y entrega crecientes de soberanía –que no es propiedad suya—a la burocracia de Bruselas so pretexto de “europeísmo”. Contribuyendo de paso a la imposición del inglés como lengua “superior”, desplazando más y más al español como lengua de cultura. De forma anticonstitucional se intenta imponer el estudio del inglés, no como lengua extranjera, sino en igualdad o más bien superioridad sobre el español, ya que se la presenta como “la” lengua de la ciencia, la economía, la música, el arte, el empleo, etc., etc. Ello va relacionado con una ausencia de patriotismo, sustituido por cierto cinismo “progresista” que desvirtúa la democracia, pues sin sentimiento patriótico cobran absoluta prioridad los intereses de partido, volviéndose disgregadores.

¿Existen esos millones de españoles que aman a su patria y la libertad? Sin duda existen, pero por un perverso mecanismo seudodemocrático se encuentran sin representación política. ¿Es posible cambiar tal situación? Sin duda lo es, pero para ello es preciso que surja un partido inequívoco en la defensa de la unidad nacional y la democracia, y con liderazgo adecuado. Hoy, la descomposición del duopolio PP-PSOE no ha engendrado una salida adecuada, sino otros dos partidos que no mejoran e incluso empeoran la situación. Pero el espacio está abierto. Es imprescindible que lo vaya llenando una nueva alternativa.

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