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24 agosto 2015 • Puigdendolas: a su perfil castrense se añaden otros rasgos personales con no poco de novelesco

Alberto González Rodríguez

14 de agosto. La pérdida de Badajoz

Coronel Puigdengolas en Guadalajara: julio de 1936

Coronel Puigdendolas (julio de 1936)

Cada año por estas fechas se suele recordar la toma de Badajoz por Yagüe el 14 de Agosto de 1936 citándola como decisiva para el desarrollo posterior de la contienda. Desde cierto momento poniendo el énfasis en aspectos de intención política más que en la verdad histórica. De ordinario, aspecto que conviene subrayar, refiriendo el episodio precisamente como “la toma de Badajoz”; es decir como algo que sucede desde fuera. Como hecho en que el único protagonista es quien la ocupa: Yagüe, sin lugar para el que la pierde: Puigdendolas.

Frente a ello pocos son los enfoques que la presentan como “la pérdida de Badajoz”; esto es mirando el hecho desde dentro; y con escasa atención al defensor, coronel Puigdendolas. Un militar avezado aunque con capacidad de acción muy limitada por los órganos y jefes populistas proclamados por las organizaciones políticas y sindicales. Pues junto a las tropas regulares tomaron parte en la defensa de Badajoz, bajo la dirección de sus comisarios políticos, milicianos, sindicalistas, anarquistas, dinamiteros llegados de fuera y otras gentes dirigidas al margen de la estructura militar por el Comité de Defensa que, desplazando a las autoridades legales instaló su puesto de mando en el Gobierno Civil. Integraban tal comité revolucionario el diputado Nicolás de Pablo, los alcaldes Sinforiano Madroñero y Rodríguez Machín, los líderes comunistas Sosa Hormigo y Martínez Cartón, y otros personajes cuya autoridad llegó a sobreponerse a la del propio comandante militar.

Considerar la ocupación de Badajoz por parte de Yagüe más que como toma desde el exterior como pérdida desde el interior, no puede hacerse sin citar al coronel Puigdendolas; interesante personaje a cuyo perfil castrense se añaden otros personales de rasgos con no poco de novelesco. Comenzando por su nombre, sobre cuya grafía no existe acuerdo, pues según las fuentes aparece como Puigdendola, Puigdendolas, o Puigdengolas.

Nacido en 1876 en Figueras, Ildefonso Puigdendolas Ponce de León mostró desde joven espíritu inquieto. Izquierdista y masón precoz, con pocos años ya era un contumaz duelista que se enfrentó, entre otros, con su colega ideológico Blasco Ibáñez. A los 16 años se fue como voluntario a la guerra de Cuba y tras ésta a la de Marruecos. En 1932 aparece como jefe de la Guardia de Asalto en Sevilla, cargo desde el que se opuso al alzamiento del general Sanjurjo, pasando luego a Madrid con grado de coronel.

En Julio de 1936 se le encomendó asegurar Guadalajara y Alcalá de Henares frente a los sublevados, misión que cumplió con tropas regulares reforzadas por anarquistas al mando de Cipriano Mera, el albañil ascendido a general republicano, al precio de numerosas ejecuciones de civiles estimados desafectos a la causa populista, y otros desmanes cometidos por los milicianos. Detalle curioso que merece atención, además del mismo carácter expeditivo que los dos tenían, es el gran parecido físico entre Puigdendolas y Mera. Hasta el extremo de que su enjuta figura y su rugosa, cetrina y hosca cara, siempre bajo la enorme gorra de plato que los dos usaban, suele ser confundida, no siendo pocas las publicaciones que ofrecen indistintamente la misma fotografía para representar a ambos.

Cumplida la anterior misión, el 25 de Julio de 1936 se le encomienda la defensa de Badajoz, a cuya organización se aplica de inmediato de modo eficaz. Próximas ya a la ciudad las tropas que avanzaban desde Sevilla, parte de los Guardias Civiles y de Asalto de guarnición en la plaza se sublevan, tomando incluso como rehén al propio Puigdendolas, al que pronto, sin embargo, liberan sin daño.

El 14 de Agosto la ciudad es tomada por Yagüe, y esa misma tarde los jefes de la defensa, militares y civiles, huyen a Portugal. Los líderes políticos fueron devueltos a España, siendo varios ejecutados; y los militares enviados a Lisboa, y desde allí repatriados a la zona republicana.

Entre los repatriados figuraba Puigdendolas, que tras ser juzgado y exonerado por la pérdida de Badajoz, el 26 de Octubre es nombrado jefe de una unidad encargada de la defensa de Madrid, otra vez frente a Yagüe. Tres días después, cuando apenas incorporado al frente de Parla trataba de detener pistola en mano la desbandada ante el enemigo de los despavoridos milicianos que mandaba, y ejecutar a uno de los desertores, varios de ellos se revolvieron y le dispararon a su vez, dándole muerte. Un par de semanas después, en el frente cercano de la Casa de Campo, y en las mismas circunstancias, correría igual suerte el líder anarquista Buenaventura Durruti.

Aunque la historia revisionista trata de presentar la muerte de Puigdendolas como hallazgo de la investigación actual, lo cierto es que su detalle resulta conocido hace mucho tiempo. Así, el episodio es descrito en pormenor, entre otros, por el capitán Ángel Lamas Arroyo, su Jefe de Estado Mayor, que lo acompañaba en el momento de los hechos, en su libro de memorias “Unos… y… Otros…” ( Caralt Editores. Barcelona, 1972. pp. 91-92-159 ),

Considerando, pues, la toma-pérdida de Badajoz no desde la óptica de los que lo tomaron al asalto, sino con la de quienes desde dentro lo perdieron, la figura del Coronel Puigdendolas, un buen militar al margen de sus ideas políticas, y solo superado en el ejercicio de su mando por las circunstancias del momento, merece ser recordada en esta efeméride.

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