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14 julio 2015 • Lo que se vendió como un ejercicio de democracia ejemplar ha terminado en la mayor de las humillaciones

Gabriel García

Alexis Tsipras o cómo un comunista puede convertirse en algo similar a Mariano Rajoy

Amanecer Dorado GreciaHemos estado a las puertas de vivir algo histórico. Pero el primer corralito de un país de la Unión Europea no ha desembocado en la salida del euro, más o menos forzada, de Grecia. Al contrario, lo que se vendió como un ejercicio de democracia ejemplar ha terminado en la mayor de las humillaciones para el pueblo griego y su clase política. Alexis Tsipras ha terminado adoptando ante la Troika una actitud lacayuna más propia de Mariano Rajoy y aceptará, si las informaciones publicadas al respecto no son falsas, unos recortes aún mayores que los que le exigieron varias semanas atrás.

El rival que la Coalición de la Izquierda Radical (traducción que se le ha dado oficialmente en nuestro país) ha tenido enfrente es muy poderoso. Demasiado para un gobierno que, si bien ha tenido el valor de plantarle cara para evitar recortes sociales, nunca tuvo (o eso nos ha dado a entender con sus actos) la intención real de abandonar el euro. Así, sin un Plan B al que recurrir de no conseguir la quita o la reestructuración de la deuda, Tsipras se sacó de la manga un referéndum (con el que al menos los griegos han podido mostrar su rechazo a los recortes impuestos por la Troika, algo que en otros países no hemos podido hacer) para terminar peor de lo que empezó.

Está claro que teoría y práctica no tienen por qué ir de la mano, aunque la credibilidad de un dirigente político depende de cómo se compatibilizan ambas. Los comunistas griegos ganaron las elecciones haciendo campaña contra los recortes promovidos por la Troika y eso les llevó a formar gobierno con Griegos Independientes (sobre cuya ideología sólo me atrevo a afirmar su antagonismo con la Coalición de la Izquierda Radical, porque los prejuicios y los tópicos son demasiado abundantes en el periodismo español como para entrar en si son liberales, conservadores o de “extrema derecha”) en lugar de pactar, como hubiese parecido más lógico, con otro grupo comunista.

Pero más sorprendente debió parecer a algunos, especialmente a los homólogos españoles de Tsipras, el apoyo de Amanecer Dorado al “No” en el referéndum convocado por el presidente griego (es lo que sucede cuando las valoraciones se fraguan en base a tópicos y no sobre la lectura de las propuestas). Los más liberales, en cambio, pudieron presentar la consulta como una disputa entre la democracia y el totalitarismo, al posicionarse los representantes de sus más aterradoras pesadillas en el mismo lado. La realidad fue que los partidos demoliberales apoyaron la sumisión a la Troika mientras que diversas fuerzas heterogéneas se posicionaron en contra… dándose la paradoja de que Tsipras apoyase el “No” para terminar aceptando el “Sí”.

Dejando a un lado la bajada de pantalones de Tsipras (nunca sabremos si por miedo escénico o por no saber estar a la altura de las circunstancias históricas), este referéndum ha estado por encima de ideologías y partidos. Por lo que pude leer durante las últimas semanas en las redes sociales, dos tipos de personas se posicionaron: por un lado, los que apoyaban la sumisión a la Troika y la aceptación de los recortes, acusando a los griegos de ser unos morosos, unos vagos y un lamentable etcétera; por otro, quienes rechazaban la intromisión del poder supranacional usurero en la soberanía de los países y en la vida de las personas. Como siempre, ganaron los primeros a pesar de ser mayoría los segundos.

Tsipras ya no podrá ser un Leónidas del siglo XXI que desafía a la bestia oligárquica, estando dispuesto a inmolarse por el bien de su pueblo. Al contrario, la armadura de espartano le quedaba demasiado grande a quien sólo quería renegociar cómo los señores de negro pondrían la soga sobre el cuello de sus compatriotas. La Historia, si es que le reserva algún papel, es más probable que le recuerde como otro Efialtes que vendió a los suyos por su bienestar personal… si es que queda algo para él y no han sido reservadas todas las monedas de oro para los socialistas y liberales que le precedieron en el cargo.

Ahora se hablará de elecciones anticipadas. Las plañideras del liberalcapitalismo posiblemente adviertan de la peligrosa posibilidad de un nuevo auge de Amanecer Dorado, un clavo ardiendo al que también deberán agarrarse Tsipras y la Coalición de la Izquierda Radical si no quieren sufrir un hipotético batacazo electoral tras la derrota ante la Troika. Mientras tanto, Grecia dice adiós a la única posibilidad real (por muy pequeña que esta fuera) que ha tenido un país europeo en los últimos años para recuperar la soberanía cedida a la Unión Europea. La Historia deberá esperar a que otro actor, con más decisión y dispuesto a correr el riesgo, tenga la osadía de poner en duda el orden político, económico y social vigente.