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7 julio 2015 • Fuente: PáginasDigital.es

Fernando José Vaquero Oroquieta

Navarra: entre el frenesí abertzale y el noqueo constitucionalista

san-ferminLas encuestas pre-electorales fallaron –y no poco– en lo que a Navarra se refiere. Finalmente los resultados han dibujado el peor de los escenarios posibles y que muy pocos osaron entrever.

De los tres bloques electorales tradicionalmente presentes en Navarra, el más castigado ha sido el del centro-derecha. UPN con 15 parlamentarios, y PP con 2, apenas han conseguido entre ambos 17 de un total de 50 (tenían 23 en el anterior parlamento). Ciudadanos, formación a la que algún sondeo atribuía hasta 4 parlamentarios, se ha quedado en nada; destruyéndose toda posibilidad de juego negociador a este bloque. El centro-derecha ha perdido votos y representatividad, quedando aislado –salvo ocasionales encuentros en la más estricta y solitaria oposición con el PSN-PSOE– y por completo marginado por las demás fuerzas. Además pierde las alcaldías de las principales ciudades y pueblos de Navarra; incluso de la misma Pamplona, ya regida por Joseba Asiron, cabeza de lista de EH Bildu y, como tal, vocero político de ETA. UPN, pese a todo, fue el más votado; pero pierde todo poder político real. Expulsado de todo poder real, alejado de la sociedad y, de momento, en estado catatónico ante el desastre sufrido: ¿será capaz de desarrollar alguna estrategia de futuro? De momento, desde su entorno apenas se ha elaborado algún análisis tranquilizador y superficial, caso del de Chon Latienda en ABC, una “histórica” del regionalismo, en el que se aminora y maquilla el desastre, asegurando que apenas se habría producido un mínimo cambio demoscópico en ningún caso sustancial…

El bloque de izquierdas mantiene posiciones; siempre que se incluya en el mismo a Podemos y a Izquierda-Ezkerra. En el parlamento anterior disponían de 12 escaños; han sumado 16 en esta ocasión. Podemos se estrena con 7 parlamentarios, al igual que el PSN-PSOE (que ha bajado de 9 a 7), al que supera en unos miles de votos. Izquierda-Ezkerra consigue 2 (pierde 1). Pero Podemos e I-E, ¿son izquierda por encima de todo, o, en inmediatas encrucijadas, se impondrá su alma nacionalista? La tradicional división en bloques de las diversas fuerzas políticas navarras, ¿también ha caducado?

El bloque explícitamente nacionalista consigue 17: 9 de Geroa Bai y 8 de EH Bildu. Han ganado, en su conjunto, 2. Y ello siempre que no les sumemos los 9 de Podemos e I-E; pues con semejante perspectiva, el vuelco sería catastrófico.

Geroa Bai –un minúsculo PNV de apenas 200 afiliados en toda Navarra más unos cientos de “independientes” náufragos de diversas operaciones políticas de la periferia de la izquierda abertzale con Uxue Barkos al frente– lidera la iniciativa de formar un gobierno. Parte de un programa de mínimos y vienen trabajando en seis comisiones parciales con sus aliados naturales. Probablemente lo conseguirá; acaso en solitario, con apoyos externos estables y acordados, o en coalición con EH Bildu e I-E. Podemos, de boca de Juan Carlos Monedero, ya ha anunciado que se quedará fuera, pero apoyándolo siempre. Quien gobierne no necesita al PSOE. Ésta ha sido otra de las grandes sorpresas: el PSN-PSOE ya no es necesario… para nadie. Estos partidos tienen de plazo hasta el 24 de agosto para formalizar un acuerdo de gobierno y elegir a la nueva presidenta pues, en caso contrario, habría que convocar nuevas elecciones; pero no se hagan ilusiones: lo alcanzarán. De momento siguen negociando los siguientes temas: servicios públicos y rescate ciudadano; economía, empleo y fiscalidad; autogobierno, democracia, transparencia y participación ciudadana; infraestructuras, medio ambiente, administración local, desarrollo rural y ordenación del territorio; pluralidad, convivencia, paz y víctimas; y función pública, justicia e interior. Muchos tópicos en las mesas, pues, y eufemismos, y demagogia, y dialéctica… Mucha palabrería y una indisimulada voluntad de aniquilar políticamente a sus enemigos.

Es indudable que Geroa Bai formará gobierno, decíamos. Sin duda mantienen muchas diferencias con el resto de posibles socios. Pero les une a todos ellos análoga voluntad de transformar Navarra, “construir la nación vasca”, marginar a su odiada “derechona cunetera” (en la que incluyen a UPN, PP, el Opus Dei y sus obras, los grandes empresarios, las fuerzas policiales estatales, los residuos todavía presentes del ejército español, etc.) acabando con las que definen como sus redes clientelares y, finalmente, gobernar.

Les une también un modelo educativo laicista, estatalista y vasquista. Un botón de muestra. El pasado lunes, 22 de junio, Uxue Barkos y el rector de la Universidad Pública de Navarra se declararon partidarios, conjuntamente, de nuevas titulaciones universitarias… a pesar de la presencia de la “otra” Universidad de Navarra (la construida por el Opus Dei): ¿complementariedad o pura competición? Estatalismo en cualquier caso. Y a la enseñanza concertada, por su parte, únicamente le quedará su inmersión en una euskerización más o menos rápida. Comparten todos ellos –GB, EHB, I-E y Podemos– un programa de eliminar la zonificación lingüística, de modo que el euskera será cooficial en toda Navarra, implantando políticas de fomento mediante técnicas de discriminación positiva. Con tales mimbres, una nueva fase de aceleración de la revolución cultural se pondrá en marcha cual partida de dominó.

En este contexto, todavía no se sabe qué políticas priorizará Podemos, clave en este nuevo panorama político navarro: acaso las contempladas en tan ambigua como demagógica fórmula, que tanta difusión ha alcanzado, de “rescate ciudadano”. En todo caso, no parece que sus electores y dirigentes tengan especial querencia por España y la Navarra foral: todo lo contrario, España y la Navarra foral, como tantas otras ideas-fuerza que descalifican por entenderlas reaccionarias, formarían parte de la cosmovisión de su odiada “derecha”; de ahí su apoyo al “derecho a decidir”. ¿Cómo lo articularán? ¿Seguirán consignas desde Madrid o lo decidirán “sus bases”? De momento persiste su indefinición. Y, dentro de cuatro u ocho años, cuando el panorama esté maduro, ¿se sumarán a cualquier proyecto anexionista impulsado por las fuerzas abertzales? No se sabe.

En cualquier caso, la realidad ha superado toda ficción demoscópica; desbordándola.

Las fuerzas abertzales y de izquierda, salvo el PSN-PSOE, están exultantes. Y el miedo y la incertidumbre se han instalado entre los votantes del centro-derecha navarrista. Y entre los empresarios. Y entre muchos docentes. Y entre tantos y tantos funcionarios… no digamos ya entre las víctimas del terrorismo y de la violencia abertzale en todas sus formas.

Al espíritu militante, proselitista y acosador característico de la izquierda abertzale se le suma su acceso al gobierno y múltiples ayuntamientos (no olvidemos que la suma de ambas formaciones vasquistas casi duplica el número de concejales electos del centro-derecha navarro). Quieren transformar Navarra y nadie duda de que empeñarán en ello todas sus fuerzas. Y en su empresa, para toda ella o una gran parte, contarán con Podemos e I-E. ¿Hasta dónde llegarán?

Si la Navarra española, amante de las libertades y de su identidad foral, quiere sobrevivir, deberá salir a la calle, movilizarse, trabajar en la política y en la cultura. A corto, medio y largo plazo. Y dada la trayectoria de sus partidos políticos, meras oficinas de intereses únicamente movilizadas en campaña electoral, no parece sencillo: demasiadas rutinas y comodidades, demasiados errores, excesivas flaquezas, cobardías también. Pero es su única posibilidad de futuro: de Navarra y de España.