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15 junio 2015 • Tanto las redes sociales como los foros demuestran ser útiles

Gabriel García

Originalidad e insolencia juvenil‏

Social media communication conceptEs posible que los jóvenes perdamos demasiado tiempo en las redes sociales. Yo también, lo reconozco. Sobre todo cuando se han constituido en una herramienta que, a pesar de su nombre, en ocasiones aíslan a la gente de su entorno más cercano. Y también porque, muy a pesar de quienes pretendemos darles un uso útil, son el refugio perfecto para los tarados, resentidos y autoproclamados expertos en política, estrategia y marketing. Cuando el troll de internet por excelencia se mezcla con la política, el resultado pasa en cuestión de segundos de lo esperpéntico a lo miserable con un breve tránsito por el humor más terapeútico.

Pero, en ocasiones, tanto las redes sociales como los foros demuestran ser útiles. En mi caso, han sido muy útiles para evolucionar y aprender en lo ideológico; y para aumentar mi espíritu crítico en lo que se refiere a otras posturas ideológicas y a lo que sucede en el mundo. Esa libertad para pensar edificada sobre la paciencia, el tiempo y la inquietud por aprender es algo que depende de uno mismo y que nadie, por mucha etiqueta de “demócrata” que pretenda lucir, puede restringir o limitarnos.

Como en otras ocasiones, he querido hablar de un tema y me he ido por las ramas. Todo esto viene por una foto que he encontrado casualmente en Twitter. Llevaba un tiempo dándole vueltas al asunto, creyendo cada vez con más firmeza que el nacionalsindicalismo no puede aspirar a otro orden social que a eliminar la sociedad de clases engendrada por el capitalismo a partir de las desigualdades económicas de las personas y que esta enorme injusticia social hoy se vive a nivel internacional, teniendo que dividir a la Humanidad en dos clases de personas: las que viven de su trabajo creando riqueza y aportando algo a la sociedad (llamémosles trabajadores, aunque ocupen diferentes cargos y rangos unos respecto a los otros) y quienes viven de explotar a la mayoría que trabaja (eso que ahora se ha popularizado como casta, y efectivamente lo es, pero que también debemos llamar oligarquía). Pero mi nivel doctrinal no llega para desarrollar esa idea en un artículo más o menos presentable y, hasta ahora, me había limitado a esbozar esta idea en algunos comentarios por Twitter e Hispaniainfo.

Sin embargo, la foto con la cita arriba publicada no sólo resume a la perfección esta idea que llevo albergando en mi cabeza gracias a varios contactos de las redes sociales; también me ha recordado el consejo que recibí de un veterano camarada hace tiempo sobre la insolencia de los jóvenes.

He podido comprobar durante los dos últimos años cómo los jóvenes creemos tener razón sobre un mundo del que no conocemos apenas nada.

Es muy fácil hacer llamamientos a salir a la calle o al activismo, igual que es muy sencillo dar rienda suelta a la lengua y hablar de revoluciones y fusiles como el que habla de ir a comprar el pan. Lo que no es tan fácil para algunos, sobre todo jóvenes, es acatar la disciplina ajena y asumir que no se tiene razón (es más, en demasiadas ocasiones se carece de toda razón). Supongo que será la vida cómoda en lo material que hemos vivido en comparación con la época de nuestros padres o el individualismo que fomenta el sistema liberalcapitalista para hacer creer a cualquier mindundi que en su vida es su propio Dios…

Cita José María Cordero_JONS

Por eso asumo que acabo de empezar a vivir y que, al igual que con lo escrito por José María Cordero en 1934, cualquier otra ocurrencia que crea muy novedosa y original posiblemente ya habrá sido pensada y desarrollada por tipos muchísimo más inteligentes. Ser falangista (o pretender serlo) es algo que ocupa toda una vida; esa misma que, según José Antonio, sólo merece vivirse en el servicio a una empresa grande.

Y esa gran obra, como joven nacionalsindicalista del siglo XXI que me considero, no puede ser otra que una República de Trabajadores sin clases sociales y edificada sobre la dignidad del ser humano, el patriotismo crítico y la justicia social. Todo lo que no nos lleve a eso (o cuando se quiera utilizar nuestra identidad para justificar actitudes contrarias a esos principios) sólo tendrá mi indiferencia y rechazo, por no decir desprecio.

El mismo que les reservo a quienes creen que con su cara bonita y su teclado de ordenador van a solucionar los males que, a su juicio, algunos somos incompetentes para resolver.